Aquellas palabras quedaron grabadas en su cabeza, pues sabía que había echado por la borda todo lo que había logrado. ¿Por qué tenía que ser justo cuando empezaba de nuevo? ¿Todo era un plan? ¿Estaba equivocado? Muchas preguntas lo atormentaron todo el día hasta que llegó la noche y regresó a la man
—¿Sobrevivió? —preguntó ella en un susurro débil.—Sí, por suerte no fue grave, solo fracturas y contusiones —acarició suavemente su cabello, brindándole la calma que necesitaba—. ¿Tiene eso algo que ver contigo? Explícame lo que pasó.—Ella tendió una trampa y se lanzó por las escaleras; ahora cree
Los párpados de Atenea se abrieron lentamente, acariciados por el resplandor de la hermosa mañana que se colaba por su ventana. Un bostezo perezoso escapó de sus labios mientras se incorporaba, notando de inmediato un firme brazo que rodeaba su cintura con autoridad, impidiéndole abandonar la cama.
Ella se aferró a su cuello, presionándose entre ambos mientras gemían en su liberación. Atenea fue envuelta una vez más por el orgasmo, su centro palpitando y apretándose alrededor de Lenox hasta que este detuvo sus movimientos dentro de ella. Quedaron agitados, y al mirarse a los ojos, rieron, cómp
—Fue inútil esa información, nana, no la necesito —espetó de espaldas, apretando ligeramente la barandilla de la escalera—. ¿Y Layla? ¿Se fue al trabajo?.—Se fue con el señor Dimitri esta mañana temprano, y el señor Clodan, ya sabes, se fue a la fábrica.—¿Layla se fue con Dimitri? ¿Por qué? ¿Hay a
—¿Por qué detienes el auto? —inquirió Layla con mal humor, soportando cada vez menos a ese hombre.—¿Quizás porque la señorita no parece ir contenta conmigo? —sonrió angelicalmente.Layla resopló, frotando sus sienes para mantener la compostura frente a ese hombre descarado y desvergonzado. A pesar
Al abrir la puerta de la sala indicada por una enfermera, se encontró con la sonrisa de Lirio, que se desvaneció al verla. Al parecer, esperaba a otra persona, quizás a Valentino, y no a Atenea.—¿Contenta con lo que hiciste? —inquirió Atenea toscamente, manteniendo la compostura—. ¿Estás satisfecha
—¿Qué? —Los ojos de Lenox se abrieron sorpresivamente ante la revelación de Atenea, sin esperárselo.—Por eso estoy aquí —continuó, cortando el filete de su plato—. Realmente quiero poner fin a todo esto, Lenox; deseo irme lo antes posible.—¿Cuándo vas a actuar? —preguntó el italiano, bebiendo de s