—Veo que no tienes vergüenza —soltó Lirio en medio del incómodo silencio que envolvía el comedor—. ¿Lo haces a propósito?.La mirada aburrida de Atenea se concentró en la castaña, quien le sonreía sin un ápice de emoción; más bien, se veía molesta, deseando provocarla de alguna manera.—¿Hacer qué?
—Claro, si quieres. En ese preciso instante, la puerta principal de la mansión se abrió, revelando segundos después a la pelirroja que se acercó al comedor con una sonrisa incómoda.—Creo que no será necesaria la conversación —intervino Dimitri de repente— acaba de llegar la respuesta.—Buenos días
—¿Qué estás tratando de hacer? —Valentino apoyó con firmeza sus brazos en la pared, cercando a Atenea entre ellos —. Deja de jugar sucio, Atenea, no cruces esa línea.—¿Qué línea? —ella le miró con una inocencia fingida —¿Te molesta algo? No recuerdo haber hecho nada malo.—Desde aparecer así en el
—Yo tengo novio —soltó Layla, dejando a Atenea sorprendida —. Tú ganas, tengo a alguien.—¿Y hasta ahora me lo dices? —la rusa la miró con reproche.—Lo sé, simplemente no quería preocuparte.—A ver, ¿preocuparme por qué? Somos amigas, además, ¿por qué me preocuparía que tuvieras novio? ¿Hay algo qu
—Lo tengo.Después de que su amiga se retiró, Atenea se dejó caer exhausta en el sofá, masajeando sus sienes por el dolor de cabeza que le taladraba el cráneo. Suspiró pesadamente, con la mirada fija en el techo, contemplando el candelabro incrustado en el concreto.Cerró los ojos y los volvió a abr
Un nudo apretó su garganta al acariciar con sus dedos el rústico lienzo. Repetía una y otra vez un rotundo "imposible", incapaz de creer que Valentino le hubiera mentido de esa manera.Inhaló profundamente, apartándose de la obra para contener sus impulsos. Sin embargo, la respuesta que ansiaba se r
—¿Qué estás tramando, Dimitri? —inquirió Valentino, con una pierna sobre la otra, sentado frente a su primo, quien extrañamente guardaba silencio mientras miraba unos papeles sobre el escritorio.—Sé claro.—Sabes a qué me refiero.Dimitri resopló y alzó la mirada.—Atracción —respondió, inexpresivo
Los pasos de Layla por el camino rocoso que conduce hacia el interior de la mansión eran débiles y pesados. Llevaba sosteniendo en su mano una maleta con todo su equipaje adentro, puesto que esa misma noche había decidido irse del apartamento de su ahora exnovio.Con tres golpes en la puerta princip