Capítulo 93. Los días pasaron volando, y sin que Ada lo notara, Halley ya había cumplido dos meses de vida. No era precisamente el mejor momento para celebrar nada. La tensión con las tierras del Norte se había vuelto insoportable. Si no se lograba un acuerdo pronto, la guerra era inminente. Durante semanas, Ada había intentado por todos los medios evitar una confrontación. Mandó cartas, propuso emisarios, sugirió mediadores... pero Lukyan se había negado rotundamente. No se reuniría con nadie más que con la reina del Sur. Y lo que él no sabía, lo que nadie en el Norte sospechaba, era que esa reina... era ella. Ada, la chica a la que él había amado y luego dejado atrás. Ada, la misma mujer a la que una vez llamó suya. La misma que ahora gobernaba un reino entero y criaba en silencio a una hija que también era suya… aunque él no tuviera ni la mínima idea. Era extraño. Irónico, incluso. Que el mismo hombre que no había podido estar para ella, que ni siquiera sabía que se había con
Capítulo 94. —Sorpresa —respondió Ada de manera irónica y alzando una ceja en el proceso—. La reina del Sur te saluda. Él parpadeó varias veces, como si esto fuera un espejismo creado por su mente atormentada. —¿Cómo es posible...? ¿Desde cuándo...? ¿Por qué nadie me lo dijo? —No era asunto tuyo —cortó ella, fría—. Nunca te preguntaste quién era la reina. Lukyan la miró con intensidad, buscando algo en su rostro. Pero Ada había cerrado todas las puertas. O al menos eso intentaba. —¿Todo este tiempo...? ¿Eras tú? —insistió él, dando un paso hacia ella. —Sí. La misma a la que abandonaste. La misma a la que le pediste amablemente que abandonará el castillo. Aunque ahora tengo un nuevo título. ¿Quieres que te lo repita? —Ada… —No. La Reina del Sur. Se produjo un silencio tenso, donde solo se oía el viento soplar por las rendijas de las ventanas. Finalmente, Ada fue la que se sentó a la mesa, desplegando los papeles del tratado. —Estamos aquí para evitar una guerra, ¿no? Así que
Capítulo 95. Lukyan no sabía si quería romper algo… o simplemente sentarse en un rincón, con la cabeza agachada, sin decir una palabra, mirando al vacío hasta que el mundo dejara de moverse. "¿Qué demonios acababa de pasar?" Se frotó la cara con ambas manos, como si el contacto con su propia piel fuera a darle claridad. Pero no. Ahí seguía. En esa sala helada, con la luz de la mañana colándose por las ventanas altas, el tratado estaba recién firmado sobre la mesa… y su corazón hecho un puñetero nudo que no sabía cómo deshacer. Ada. Era ella. Después de todo ese maldito tiempo. Después de tantas suposiciones, de noches enteras preguntándose si estaba viva, si lo odiaba, si acaso pensaba en él con rencor o indiferencia… ahí estaba. De pie, al otro lado de la sala, con la cabeza erguida y una corona invisible en el alma que pesaba como una condena. La reina del Sur. Su compañera. La que había dejado atrás creyendo que hacía lo correcto. Qué idiota había sido. Se levantó bruscame
Capítulo 96.Lukyan siempre había sido de los que veían el mundo en blanco y negro. Lo correcto y lo incorrecto. Lo leal y lo traidor. Lo que se hace y lo que no. Sin medias tintas. Sin rodeos.Hasta ahora.Porque ahora tenía a Ada metida en el medio, arruinándole toda su maldita lógica.¿Cómo se supone que debía reaccionar? ¿Aplastar el dolor y fingir que todo estaba bien? ¿O mandarlo todo a la mierda, empezar una guerra solo para sacarse la rabia del pecho?Porque eso era lo que sentía. Rabia. Pero no esa que te impulsa a romper cosas. No. Era una rabia más jodida. Más profunda. Una que iba agarrada del brazo con la tristeza.Y con el amor. Porque sí, la amaba. Todavía. Aunque le doliera admitirlo.Pero eso no quitaba el otro lado de la moneda.La traición.Porque así lo sentía, aunque intentara convencerse de lo contrario.Ella no solo lo había dejado fuera de su vida. Se había convertido en una figura poderosa, una reina, y nunca se lo dijo. Había estado jugando en las grandes lig
Capítulo 97.En algún lugar recóndito de las tierras del Norte Olivia nunca pensó que volvería a estar en una situación así. Sus manos atadas detrás de la espalda, la cabeza doliéndole por el golpe, y un sabor metálico en la boca que no sabía si era por la sangre o por el miedo. Cuando logró abrir los ojos del todo, solo vio oscuridad. Un cuarto sin ventanas, con olor a humedad y rabia acumulada. Y él. Ivan. —Despierta, pequeña Omega—le dijo con esa voz rasposa que siempre le había dado escalofríos, incluso cuando no sabía que era capaz de cosas tan oscuras. Olivia lo miró, escupió al suelo, y apretó los dientes. —¿Qué quieres? Ivan se rió. Un sonido seco, vacío. —Quiero lo que me quitaron. Quiero justicia. Y tú… tú eres la única pieza que me queda para vengarme de todo. —¿De Lukyan? —preguntó ella, con la voz rota, pero firme—. ¿Otra vez esa guerra estúpida? ¿No estás cansado de perder? La sonrisa de Ivan se borró de golpe. Dio un paso hacia ella, con los puños cerrados. Per
Capítulo 98. Tener su mano entre las suyas le dolía. No físicamente. Era un dolor distinto, uno que no se mostraba en heridas ni en cicatrices, sino que nacía desde adentro, desde ese rincón silencioso donde habitan las emociones que no han podido escapar. Ajax la miraba como si fuera de cristal. Como si en cualquier momento pudiera romperse. Y tal vez sí, podía. Porque aunque Olivia estaba de pie, aún quedaban partes de ella rotas. No por Ivan. No por todo lo que él le hizo. Sino por lo que Ajax no hizo cuando más lo necesitaba. La manera en que la trató y como la humilló. —Gracias por no soltarme —murmuró ella, sin levantar la vista. Sintió cómo Ajax apretaba un poco más su mano, como si quisiera anclarla a la tierra, a la vida, a él. —No pienso volver a hacerlo —le prometió. Olivia suspiró. ¿Cuántas veces había escuchado promesas parecidas? Palabras dichas desde la sinceridad, sí, pero igual de frágiles. Como castillos de humo que el viento de la realidad terminaba por
Capítulo 99. Lukyan nunca pensó que caminar bajo el sol del sur le resultaría tan difícil. No era por el calor, ni por lo empinado del camino. Era porque cada paso lo acercaba más a Ada… y más a sus errores. Había pasado meses con la cabeza revuelta. Desde que la guerra contra Iván y Ajax terminó y la victoria no supo a nada. Desde aquella maldita reunión. Desde que el silencio en su habitación pesaba más que la corona en su cabeza. Desde que entendió que haberla dejado ir fue, quizás, el peor error de su vida. Así que había dejado todo atrás, y a Sergey al mando. Se marchó solo, con lo puesto, decidido a pedir perdón, aunque no supiera bien cómo. Ni si ella siquiera lo dejaría hablar. No había preparado ningún discurso. No servía de nada. Ada era la única capaz de mirarlo a los ojos y desmontarlo entero con una sola frase. Y él… ya no quería esconderse. Caminó por el pueblo del Sur con paso inseguro, preguntando a la gente por ella y por donde vivía. Le dijeron que ya no vivía e
Capítulo 100. Lukyan había dejado de respirar, nunca en toda su vida había sentido lo que era el miedo y por primera vez estaba experimentando esta emoción. Ada le había colocado a su hija entre sus brazos y el sentía que si hacía algún movimiento aquella criatura tan frágil se podría caer. Era tan frágil, tan pequeña, tan suave, tan jodidamente perfecta que el mundo parecía haber dejado de girar solo para que él pudiera grabar ese momento en su memoria. La pequeña Halley bostezó en ese momento arrugando su naricita y abriendo apenas un ojo, el violeta. Y en ese justo momento a Lukyan se le paralizó el corazón. Ada lo miraba desde la cocina, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, como si estuviera evaluando cada gesto que Lukyan hicera, no se sentís cómoda en esta situación pero había accedido a que el pudiera ejercer como padre. Ada se mantenía en silencio, limitándose va obsevar. Estaba totalmente segura de que él no le haría daño pero no podía impedir que su instinto m