Eva—Valerius tiene a Celeste —le digo a Adriana y está en shock. El viejo vampiro había hecho una terrible demostración de fuerza y, en cuanto pude, vine a contarles a mis amigos. Sí, esta guerrera y este vampiro lleno de polvo eran ahora mis amigos.—El rey viene en camino. Hay un hechizo que tiene, el viejo vampiro quiere todo eso y, al parecer, nuestro rey se lo está dando en bandeja de plata.—¿Qué vamos a hacer? —pregunta el Duque.—Hay que continuar con Magnus. Si hay más bestias como él, es mejor que esté de nuestro lado.—Ha estado respondiendo bien, especialmente a la sangre del Duque. Los guerreros de Valerius deben de estar muy ocupados, solo mandan a alguien a darnos de comer y a ver a Magnus. Creo que podría arriesgarme, salir de mi celda y acercarme más —señala Adriana a la bestia, que ahora luce más calmada. Ella entraba y salía, pero el Duque aún no tenía suficiente fuerza.—Estoy de acuerdo. Te traje esto, vampiro —le acerco un vial de sangre—. Tómalo, te necesitamos
CelesteCuando vi los ojos del vampiro, sentí cómo mi cuerpo y mi mente empezaban a ceder. La pulsera ardía como fuego; el poder de Valerius me absorbía, exigiéndome rendirme ante él. —No hay forma de que te resistas, pequeña hechicera. Muchos más fuertes lo han intentado... y han fracasado —clamaba el hombre. Grité con desesperación, y entre mi agonía oí el lamento desgarrador de Índigo, un alarido que partía el alma.—¡Por favor, Su Excelencia, se lo ruego! —suplicaba la mujer con desesperación. Pero yo sabía que este hombre no conocía la clemencia. Desde el momento en que el poder de Valerius se apoderó de mí, sentí que cada fibra de mi ser era arrancada sin piedad. La pulsera ardía como si mil agujas al rojo vivo perforaran mi piel, incrustándose en mi carne hasta fundirse con ella. Mi propio poder luchaba contra mí, retorciéndose como una fiera encadenada, desgarrando mi interior en una danza cruel de dolor y desesperación. La presencia de Valerius en mi mente era una invasión
AlaricMe había quedado hasta tarde con los preparativos. Estaba todo dispuesto, solo me quedaba una cosa por hacer para asegurar la seguridad del castillo y de todos. Realmente, la corona es pesada para quien tiene que llevarla, pues cuando yo quería quedarme simplemente pensando en ella, llorando por ella. Pero tenía que estar atento a resolver los últimos detalles y prever todo lo que podría suceder en el reino, con miles de vidas que dependían de mí. Rogaba a la luna que mi amor resistiera, que me esperara, cuando sentí un dolor asfixiante. Caí de rodillas; cada parte de mi cuerpo sufría un dolor impronunciable, cada célula la reclamaba.—¡Mate, mate! —aulló Roy, como si el mundo se hubiese acabado. Sentí a ella halar nuestro vínculo, como si fuese una cadena que nos uniera en los corazones, Roy fue hasta el otro extremo, dándole lo que tenía. Y cuando el dolor cesó, solo había tristeza. Mi cuerpo se derrumbó agotado. Roy lloraba y clamaba por ella, y yo le susurraba que estaba vi
EvaLa diosa sabe que yo he aguantado sufrimientos, golpes y maltratos y decidí buscar una mejor vida. Pero lo que ha pasado con las hechiceras, con Cielito enterándose de su pasado de esta manera, el sufrimiento mientras la encantaban, las pulseras y las otras mujeres encadenadas e impotentes… simplemente había sido otro nivel. Ni que mencionar a Índigo siendo entregada a ese gusano traidor; eran cosas que yo no podía soportar. Ellas no eran mujeres débiles que esperaban que alguien las salvara, todo lo contrario: habían aguantado años, soportado demasiado y logrado mantenerse de pie esperando el momento justo. Y que me lleve el diablo si yo no hago todo lo posible para que ese momento se dé.Su Majestad estaba en camino, él mismo Valerius lo sabía, así que debía irle preparando el terreno. Claro que no me dio más detalles de mi misión, ese lobo era demasiado misterioso, pero yo iba a trabajar con lo que tenía. No dejaría que esas ratas avanzaran un centímetro más. Estaba que echaba h
Estar sin ella había sido difícil. Encontrarla en ese pueblo hechizado y luchar por ella había sido terrible. Me consumía la idea de que me odiara. Y, aun así, la suerte me sonrió: ella me quería. Pero el dolor de saber que debía despedirme de ella me carcomía. Mi flor se había llevado varios libros para seguir investigando y sabía que, en el jardín, estaría segura, luego nos casaríamos y viviríamos en esa casa, lejos de todo. Era lo único que me hacía continuar, seguir dando un paso tras otro. Yo no era el único. Alfa Xavier sufría cada momento pensando en su Luna y en su pequeño. Marina lloraba en silencio por Bruno. Por las noches, solo se escuchaban suspiros. Su Majestad ni siquiera dormía. —El camino se abre ante mí, Fabrizio, de una manera que es como un aviso para que continúe, pero con un mensaje claro: él me espera y que acabará conmigo. Y ella sufre, lo siento en cada fibra de mi corazón.—Y, sin embargo, debemos continuar —respondí.—Así es. Y estamos a medio camino. No he
Celeste—¿Pociones?—Con plata. Si Valerius intenta hechizarte, le va a costar— indicó Índigo emocionado dándome un frasquito.—Las chicas no podían acercarse a las armerías ni obtener nada con qué defendernos—murmuró Nana, atónita.—Tampoco podemos atacar a Su Excelencia directamente —respondió Ágata.—Lo resolveremos, mi niña. No dejaré que ese lobo asqueroso le ponga un dedo encima a mi nieta —gruñó Nana. La puerta se abrió y apareció Eva, despeinada, emocionada, debía estar en muchas cosas. —Mis aliados están armados y, para rematar, el vampiro viejo está muy lindo de ver —comentó con una sonrisa coqueta. Mencionó su plan de destruirlos uno a uno. Humberto se encargaría de los Lobos Rebeldes. Faltaban los rogues; los cazadores humanos eran una operación en curso. Nana no dijo nada y se quedó observándola un buen tiempo mientras nosotros mirábamos de un lado al otro.—Debo decir, vampira, que me has sorprendido gratamente y eso es difícil. Eres gloriosa, brillante, atrevida y vali
AlaricNuestra separación había sido terrible y, sin embargo, me sentía unido a ella de una forma que me recordaba a una marca invisible, profunda y ardiente. —Algo se movió adelante— exclamó Amelia, su voz tensa. De inmediato, los vimos.—¿De dónde sacan tantos mercenarios?—gruñí mientras la primera tanda de vampiros se acercaba. No solo avanzaban con sus colmillos descubiertos, sino que también portaban espadas, y el olor a wolfsbane impregnaba el aire.—Deben haber convocado a otros vampiros. Es la única explicación—dijo Rachel, ajustando su cadena de plata, el arma insigne de Freya que debía habérsela prestado.—¡No retrocedan!—grité mientras la marea de enemigos se abalanzaba sobre nosotros, feroz e implacable. Amelia no titubeó, y los otros clanes tampoco. Mis manos se volvieron garras; arranqué gargantas y sentí el ardor de la sangre tibia. A mi alrededor, los cuerpos caían despedazados entre gritos y jadeos.—¡A su izquierda, Su Majestad!—aulló Rachel, sin despegarse de mí. B
Celeste—¿Te habías olvidado de mí? ¿Creías que iba a desaparecer así como así? ¿O pensabas que me iba a pudrir en una asquerosa celda, donde estuve por tu culpa? —reclamaba Noelia con malicia.—El rey te encerró por traición… lo que hiciste…—¿Lo que yo hice? ¡Tú tomaste lo que era mío, lo que me pertenecía por derecho! —¡Tú no tenías ningún derecho sobre Alaric! —respondo molesta. El poder burbujeaba dentro de mí y era tan fuerte que el dolor en mi mano, causado por la pulsera, quedaba en segundo plano.—¡Claro que sí! ¡Él me fue prometido hace tiempo, los alfas lo acordaron! ¡Yo iba a ser reina! —gruñe y se acerca más a mí mientras intento alejarme.—¿Solo te importaba eso?—¡Por supuesto que sí! ¿Y acaso me vas a negar que es lo que tú quieres? ¡Por eso lo hechizaste, ¿no es cierto?! Y el tonto lobo cayó como un idiota.—¡Alaric es mi mate! —digo molesta, y ella ahora me toma por el cuello. Estoy atada y no puedo moverme. Mi poder desea salir, pero es como si no tuviera escapator