Zoé.
–¡Aaron, ábreme la maldita puerta! – le doy un golpe a la madera, pero enseguida escucho el clic que suena desde el otro lado, le ha puesto seguro para que yo no pueda abrir de ninguna forma, y es la oficina de un mayor, prácticamente es como un bunker de máxima seguridad – ¡Algun dia vas a darte cuenta de que todo lo que estoy diciendo es cierto! – vuelvo a golpear, pero algo me dice que él no se va a ablandar por mis esfuerzos, mucho menos por mis lágrimas, me cuesta admitirlo, pero la verdad es que quizá Aaron jamás me ha querido tanto como yo he intentado creer, y eso me jode, porque le he dado lo mejor de mí, he sido fiel a pesar de que yo he tenido que compartirlo con ella. Odio esta situación, detesto sentirme asi por su culpa. Lamento el dia en el que le di tanto poder sobre mi corazón, porque ahora ya no sé que hacer con este d
Eros. Camino por los pasillos del batallón con los documentos que me dio Francine hace unas horas, se supone que debo entregar mi acta de nacimiento y una cantidad de ridículos papeles nada más para que la iglesia católica acepte que nos casemos cuando ninguno de los dos se está muriendo por hacerlo, yo creo que Francine preferiría casarse con cualquier otra persona en este batallón de mierda, por desgracia su padre le eligió la peor persona que podría haber escogido, un hombre que nunca va a quererla y que se encargará de que ella lo sepa cada maldito segundo de cada maldito dia.Suspiro, entro en mi oficina, tiro la carpeta en cualquier lado y entonces me siento en el pequeña sofá al fondo del lugar, el cuero de color café se hunde bajo el peso de mi cuerpo, miro a mi alrededor y recuerdo la primera vez que Eva estuvo aquí, recuerdo la ferocidad y al mi
Eva. –Recuerde que debe tener en cuenta las dos próximas ecografías, en cuanto las tenga en su mano tráigalas para examinarla y remitirla con el mejor medico en temas de fertilidad, su esposo nos la ha recomendado especialmente – me dice el medico que me sonríe y me mira de forma candorosa.–No es su esposo – suelta Gigi rodando los ojos con fastidio al tiempo en que agarra mi maleta y se prepara para ayudarme a salir del hospital.–Todavía – aclaro yo.El medico nos mira sin entender muy bien la situación, pero es mejor de ese modo, en primer lugar, no tengo porque darle explicaciones, y en segundo lugar, esta historia es demasiado enredada como para explicarle.–Recuerde tomar las vitaminas y mantenerse hidratada, tampoco puede saltarse las comidas, de ahora de adelante usted tiene que pensar por dos – señala a mi estomago y yo asien
Eva. Me quedo paralizada como una idiota incapaz de moverme, mis ojos lo recorren de pies a cabeza, no hay ninguna duda de que es él, se ve igual que aquella noche, tranquilo, amigable y sobre todo, jodidamente atractivo, la única diferencia entre hoy y aquella noche es que entonces él estaba usando ropa mas ajustada y mucho mas juvenil, ahora usa un pantalón de traje y una camiseta de manga larga color azul cielo, cualquiera que lo viera pensaría que el hombre irradia paz y tranquilidad, excepto yo, que sé que Jacob sabe cosas de mí, esa noche estuve tan ebria que le conté gran parte de mi vida sin ni siquiera entender porque, ahora lo comprendo, Jacob tiene el don de que las personas hablen, y claramente yo no soy inmune a esa capacidad. –¿Te sucede algo? – pregunta Aaron a mi lado mientras me zarandea del brazo – ¿Nauseas? ¿Necesitas algo de comer?
Eva. –Me estoy volviendo loca, no sé como demonios terminé metida en todo este enredo – me llevo un pañuelo a la nariz y me la limpio, he estado llorando las ultimas dos horas en que he estado en sesión con Jacob. Este hombre debe creer que estoy completamente desquiciada – siento que este embrollo se ha convertido en algo más grande de lo que puedo soportar.–¿No has pensado en decir la verdad?–¡Por supuesto que no! Ese lema de que la verdad nos hará libre es una jodida mentira, a mi la verdad me va a dejar sin nada – refunfuño. –Puedes volver a comenzar – él lo hace sonar sencillo, como si fuera una cosa fácil de hacer, como si el hecho de pasar la pagina no costara o pesara. La verdad es que yo no quiero pasar página, yo quiero arreglar el cuento porque tampoco deseo quedarme sola, mucho menos ahor
Eva.Miro las tiendas a traves de los vidrios, llevo más de una hora recorriendo el centro comercial con Gigi y todavía no me animo a entrar en ningun sitio, quizá se debe a que en realidad no deseo asistir a ese matrimonio, por como yo veo las cosas es una completa locura, pero por desgracia tengo que acompañar a Aaron mientras soporto ver al padre de mi bebé prometiéndole amor eterno a otra mujer, como si no existiera peor humillación que esa, después tenemos que ir al dichoso brindis a festejar una pareja que ni siquiera se ama. Nada más con verle la cara a Francine y ver el fastidio de Eros se hace evidente que ninguno de los dos quiere al otro. Todo es una jodida tetra. Aunque tampoco pienso sentirme miserable por ellos, después de todo es una tetra en la que ambos decidieron participar.–¡Eva, tenemos que entrar a algun sitio! – chilla Gigi fastidiada.
Eva. Esta es la jodida semana mas larga de toda mi puta existencia, juro que, entre las náuseas, los constantes mareos, los cuidados que he debido tener, y el hecho de saber que en menos de veinticuatro horas Eros va a casarse ha hecho que todo se sienta del asco. He estado de mal humor, fastidiada, cansada y además de todos los tobillos se me han comenzado a hinchar, solo espero que mañana estén de su tamaño normal porque entonces los zapatos de tacón que se supone que voy a ponerme para el dichoso matrimonio no van a servirme.Entro en mi habitación y agito la puerta haciéndola sonar escandalosamente al cerrarse, me siento en la cama y pongo mis codos en mis rodillas mientras me paso las manos por la cara, necesito respirar profundo antes de mandar todo directo al carajo. Agarro una barrita de proteína que tengo en la mesita de noche a un lado, abro el empaque y me la como, tal parece qu
Eva. –¿Te sientes bien? – me pregunta Aaron.Estamos acostados en la cama de mi habitación, seguimos desnudos, abrazándonos como si de verdad nos quisiéramos, el momento parece mágico y casi idílico, pero no lo siento así, porque a pesar de que estoy entre sus brazos, no puedo dejar de pensar en Eros, su fantasma me está atormentando y me está haciendo imposible sacármelo de la cabeza o del corazón. Me estoy ahogando mientras finjo que todo está bien y que amo a Aaron.–Si, me siento bien – suspiro y escondo la cabeza en su pecho, no quiero que me mire a los ojos y se de cuenta de que todo esto es una farsa que yo misma me he encargado de construir. –Me alegra hacerte feliz – me da un beso en la frente – sé que nos hemos equivoc
Eva. Cuando la alarma del despertador suena yo ya tengo los ojos bien abiertos, no he dormido absolutamente nada, solo un par de horas después de haber llamado a Eros para humillarme por una ultima vez antes de verlo casarse. Esta mañana el sol no entra por la ventana como todas las mañanas, el dia está gris, oscuro, igual a como me siento yo. Tengo un hueco en el pecho que hace que respirar sea una tarea complicada, me duele el alma y me pesa incluso el cuerpo. Solo espero que todo esto pase muy rápido, lo suficiente para que yo no tenga ni siquiera tiempo de darme cuenta. Cuando Eros se haya casado todo se habrá terminado completamente, mientras tanto, mi corazón alberga una posibilidad diminuta y estúpida que me mantiene atada a esa ilusión.–Cariño, ¿Ya estás despierta? – me pregunta Aaron con la voz pastosa.–Si – suspiro, pero la re