No comprendía que era lo que huyó ayer o que lo desbordó, ni mucho menos sabía que tan dañino era cuando su mente se desconectaba incluso de su ansiedad por la limpieza. Pero, quería intentarlo.

Jareth no era el hombre lobo perfecto, pero, era alguien muy bueno. Él me había tomado cuando estaba viviendo en la casa del señor John, había sabido convencerme de nuestro matrimonio y es quien tanta seguridad me ha dado, que aunque fue por impulso, me alegra haberle dado mi primera y todas las demás veces a él.

—No sabes lo que dices— dice Jareth intentando alejar su mano de la mía y yo me aferro a él.

—Por supuesto que no sé de lo que hablo, pero, rayos, eres mi esposo y como tal, quiero saber incluso tus demonios más grandes, esos que causaría que todos se alejen de ti, pero, yo no lo haría—

—¿Por qué? —

—Porque un matrimonio se trata de conocerse, lidiar con los demonios de los demás y seguir adelante— digo y Jareth.

—Creo que si conoces m