Gabriel dejo su automóvil a una calle de la precaria vivienda donde su cielo había vivido, si la información de Violeta era correcta y estaba seguro de que así era, los Crips aun demorarían un poco en llegar, por lo que solo ingreso confiado de que si alguno de ellos ya estuviera dentro, lo mataría
Fuera de la casa el ambiente era tenso, para los Crips llevar a cabo el encargo de uno de sus más grandes cabecillas era de vital importancia, aunque no dejaba de ser fuera de lo común.— ¿Crees que sea la hija de Roman? — pregunto uno de los jóvenes, mientras golpeteaba su bota en uno de los escalo
Solo la orden salió de sus labios, solo eso pudo hacer, y un nuevo golpe de cuerpo caído, resonó en el lugar, aturdiendo a los muchachos, porque Gabriel debía admitir que eran niñatos, esos que son fáciles de atraer y manipular, esos que no importaban si morían, simples peones. Casi sintió pena por
El aire de la noche se tensó ante la sola presencia de Gabriel, sus ojos denotaban el fuego que en él ardía, la furgoneta estaba en frente de la acera, con sus vidrios tiznados y se preguntó si fue en ella en la que subieron a su bollito de azúcar años atrás.Avanzó asegurándose que el bolso estuvie
— Pero ¿de qué hablas? Nadie se ha metido contigo… — el moreno quiso apelar al dialogo y razonamiento, pero no funcionaria, claro que no.— Claro, el tema es el siguiente, la mujer por la que fueron, y a la que tu ordenaste asesinar, es Cielo, mi mujer. — informo con seriedad y el hombre adquirió un
— ¿Por qué la entrego Sergio? ¿Por qué ahora? ¿Por qué no lo asesinaron tus jefes cuando Cielo escapo? — demasiadas preguntas, y pocas respuestas, cada vez todo se complicaba aún más.— Él nos engañó, a todos, Ñeri dijo que la muy perra se había escapado y le creímos, incluso los jefes, pero luego…
Cielo despertó poco tiempo después de que Gabriel partiera a su emergencia, la culpa no la dejo descansar como su cuerpo se lo pedía y es que, si ella estaba agotada, no queria imaginar cómo se sentía Gabriel y eso la llenaba de culpa, ella estaba invadiendo su hogar, su cama, usando su cuerpo, se r
— No me duele nada, y yo no lloro en las noches, soy hombre. — aseguro como si con ello todo estuviera explicado.— Los hombres también lloran. — rebatió Pam.— ¿Quién dice?— Mi mami.— Bueno, los niños como yo no lloramos.— ¿Nunca, nunca?— Nunca.— Bien, eso es todo dios, y por favor no cambies