— ¿Por qué te haces llamar Azazel? — le tembló la voz, aunque tal vez no fue de miedo, sino al sentir el aliento de Gabriel chocar entre su piel desnuda, justo en medio de sus pechos.— Larga historia, pero la corta es que soy más divertido, Gabriel piensa mucho las cosas, ¿Qué pensara mamá? ¿Qué di
— ¿Y eso quiere decir? — consulto con verdadero interés el tatuado, tomando nota mentalmente de cada cosa que su bollito de azúcar le diría.— Nunca fui una chica fácil, ni cuando atraía miradas, por lo que puedes descartar el sexo. — dijo dispuesta a escuchar el primer, pero de Gabriel, pero eso no
— Los niños. — se obligó a decir, pero no pudo dejar de disfrutar de como la boca de Gabriel bajaba por su cuello, nunca había reparado en lo húmeda y cálida que podía ser una lengua.— No estan aquí, asique si puedo besarte así. — alego tratando de mantener a Azazel a raya, ya que su lado despreocu
Baltazar era consiente que había destrozado la confianza que durante años tuvo con Gabriel, para ser más exactos, era la confianza de toda una vida, pues al llevarse solo un año, era lo mismo que ser mellizos o gemelos, siempre estuvieron juntos, aun cuando no lo estaban, mientras Gabriel lo invitab
— ¡Llama a emergencias! — grito la joven comenzando a desesperarse.Entonces volteo a la pequeña boca arriba, la recargó en su muslo manteniendo un equilibrio que jamás pensó que poseía, y apoyo su pequeña cabeza, para luego colocar dos dedos en la mitad del esternón, justo por debajo de las tetilla
— ¿Cómo te atreves a decir tal cosa de quien a salvado a tu hija? ¡¿Qué demonios te sucede Baltazar?! — Ana se creía muy capaz de golpear a su reciente esposo. — Le pedirás disculpas ahora mismo, porque pienso pedirle que me ayude a cuidar a Anabella. — las manos de Ana también temblaban, aunque más
Tic-tac, tic-tac Gabriel escuchaba el tiempo pasar, tic-tac, tic-tac, casi podía ver enormes relojes colgados a su alrededor, como si fuesen sogas ansiosas por envolver su cuello y estrangularlo, quitarle el acceso al aire y disfrutar de saber cómo poco a poco la vida lo abandonaba, tic-tac, el tiem
— ¿Ana?— Sí, hola, lamento no estar allí para presentarnos como se debe, hoy todo fue un desastre, que gracias a ti término de la mejor manera, escuche a Gabriel llamarte Cielo ¿verdad? o te gusta más bollito de Azúcar. — Cielo libero una risilla tan juvenil y de pronto Gabriel reparo en eso, Ana y