Selene no tenía la menor idea de lo que pasaba dentro del castillo, pero su cabeza tampoco estaba para pensar en eso, pues la presencia de Frederick a su lado, apenas a unos centímetros de distancia, la mantenía rígida y con la respiración entrecortada, pero lo más interesante era, que el rey no se encontraba muy distinto, solo que a él su mano izquierda le picaba por tocar la mano derecha de Selene, que reposaba sobre el mullido sillón. ¿Qué era lo que le sucedía con Selene? ¿Un beso realmente podía cambiar tanto las cosas? Él estaba empezando a creer que sí y muy seriamente. El viaje sería largo y de solo pensarlo, un escalofrío recorrió el cuerpo de Selene. ¿Cómo iba a soportar tanto tiempo a solas con su prometido? Los carruajes avanzaron, llevando al Rey y a su prometida en dirección al pueblo de Astor, donde serían presentados oficialmente como la futura pareja real. Selene no podía evitar sentir una mezcla de emociones en su interior: ansiedad, inseguridad, pero también det
La realidad golpeó a Frederick en un segundo, haciendo que se sorprendiera ante sus acciones y se alejó de Selene, como si su cuerpo lo quemara. Los ojos del rey no se despegaron de los labios hinchados y enrojecidos de Selene, tragó saliva con pesadez y si no fuera por los leves golpes en la puerta, era capaz de haberse quedado toda la noche, viéndola dormir. El rey salió de la habitación, después de escuchar el llamado de uno de los guardias, que se acercó a informarle que ya podía ir tranquilamente a su habitación, pues la revisión de la posada y la seguridad, ya estaban hechos. Frederick sentía que sus mejillas se sonrojaron ante el guardia, temiendo ser descubierto en la pilatuna que había hecho. «Es mi prometida», se dijo mentalmente, intentando relajarse y sentirse menos avergonzado ante sus acciones. Caminó presuroso hacia la habitación y entró en esta, sin reparar ante lo pequeña que era. Mientras tanto, Selene se encontraba estática sobre la cama y acariciaba sus labios
Marcus sonrió.—Le aseguro que será un honor para mí, desenvainar mi espada y ponerla a sus pies —dijo como halago.El rostro de Frederick se transformó ante tales palabras, apretó sus puños controlando la rabia que corrió por su cuerpo, en especial cuando vio la sonrisa que Selene le regaló al recién llegado.—Creo que está usted olvidando que Lady Selene es mi prometida, mi futura esposa y su futura reina —declaró.Marcus negó con vehemencia e inclinó un poco su cabeza ante el rey.—Por supuesto que no puedo olvidarlo, Su Majestad, es la razón por la cual me honra ponerme a sus pies —insistió con caballerosidad, pero la respuesta no logró calmar a Frederick. El Marqués de Borja, carraspeó al notar la incomodidad en el rostro del rey y la tensión que flotaba en el ambiente.—Por favor, Su Majestad, perdone usted a mi sobrino, es joven y un poco imprudente —dijo, mientras Marcus le sonría a Selene —. Deberías ir a asearte un poco y vienes a cenar —le propuso el hombre al joven. —Con
Frederick entró como alma que lleva el diablo a su recámara. El corazón latía dentro de su pecho de forma errática, que llegó a dolerle, entonces tuvo que recostarse sobre la cama y esperar a que su respiración se calmara, al igual que los latidos alocados de su corazón.¡¿Qué demonios le pasaba con Selene?! ¿Cómo era que ella podía llevarlo al límite de actuar de forma irracional y poco caballerosa? Él era el rey, debía conservar la compostura, además de estar enamorado de Lady Regina. ¿Como era capaz de olvidarse de esos sentimientos? ¿Cómo era posible que Selene tuviera tal poder sobre él? Sacudió su cabeza para alejar aquellos pensamientos, llevó una mano sobre su pecho y cerró los ojos. Fue un error, pues al hacerlo, fue arrastrado por los recientes hechos y el tirón dentro de sus pantalones lo hizo sentirse peor de lo que ya se sentía con respecto a Selene y a Lady Regina. Él era un hombre que se vanagloriaba de tener siempre el control, era momento de echar mano a ese autocon
La forma en la que preguntó por la joven, llamó la atención del Marqués, pero este no dijo nada, pues notó que entre la pareja real había cierta tensión que no lograba descifrar. —Lo siento, Su Majestad, a Lady Selene no la he visto desde que llevé la charola con el desayuno a su recámara —contestó la mujer —. Debe seguir allí, porque no la he visto bajar, pero para su tranquilidad, puedo preguntar a las doncellas. — Frederick le hizo un muy leve asentimiento en forma de agradecimiento. —Tal vez Lady Selene sintió curiosidad por el jardín y se asomó a ver las peculiares especies que hemos traído del extranjero —habló el Marqués sin preocupación —. Si ha estado indispuesta, esto le sienta bien.—Mmm...—Es mejor dejarla descansar, el viaje debe ser muy agotador para una dama como ella, Su Majestad —habló el Marqués con una ligera sonrisa.Frederick asintió, no estaba muy convencido, aun así, aceptó comer con el Marqués sin la presencia de Selene en la mesa, sobre todo, porque no hace
El sentimiento de molestia que embargó al rey, fue mucho más que rabia de ver a Selene con el joven y en una actitud tan amigable, por no decir nada más. El primer impulso de Frederick fue buscar la entrada de la cabaña y alejar a Selene de Marcus, pero antes de siquiera poder moverse, escuchó las notas que salían del piano, bajo los dedos de Selene.No eran notas perfectas, le pareció que era una melodía de Mozart, aunque no sabría decirlo con exactitud, pues no sonaba de forma normal, pero había algo, que lo mantuvo quieto y atento, mirando como Selene deslizaba con un poco de torpeza sus dedos sobre las teclas. Marcus se movió un poco más hacia el extremo de la banca, dándole más espacio a Selene para tocar y al mismo tiempo, un poco de tranquilidad al agitado corazón del rey, aunque hubiese sido algo inconsciente. Las muecas que Selene hacía cuando erraba alguno de los acordes, robó una que otra sonrisa apretada por parte de Frederick, quien se quedó afuera, esperando a que ella
La pareja estaba tan concentrada en su discusión, que no se dieron cuenta del momento en el que Marcus había pasado cerca, desviándose hacia el castillo, pero alcanzó a escuchar algo de la conversación, solo que no entendió nada o si lo hizo, prefirió hacerse el que nada había escuchado, pues en nada podía intervenir y tampoco quería causarle más problemas a Selene. El joven entró al castillo, saludó a su tío que estaba sentado frente a la chimenea, mientras leía un libro. —¿En dónde estuviste todo el día, muchacho? —preguntó el Marqués con tranquilidad —. No me digas, estuviste tocando el viejo piano de tu padre —comentó y Marcus asintió. —Lamento haberme desaparecido —se excusó, pero su tío negó, restándole importancia. —Sabes que no tengo problema con eso, o bueno, sí —dijo, causando tensión en su sobrino —. Mi problema es, no haberte escuchado, pero… ahora que recuerdo, tienes pendiente deleitarnos con una pieza musical —le recordó y Marcus asintió, al tiempo que tragó saliva
El rostro de Fredrick se tornó de un rojo carmesí, sus manos no pudieron evitar colocarse sobre la parte noble de su cuerpo, aun así, se mantuvo erguido, como todo un rey.—Permítame darle un consejo, Su Majestad —dijo Selene, ignorando por completo el dolor que había infligido en Frederick—. No comience algo, que no está dispuesto a terminar.Frederick no respondió. ¡No podía hacerlo! Y Selene aprovechó para escapar y ponerse a salvo en la seguridad de su recámara, aunque era consciente de que, si el rey quería irrumpir en ella, no podría evitarlo; sin embargo, ella esperaba que Frederick se comportara como un caballero luego de su acalorado encuentro.La noche fue ridículamente corta. No había otra manera de describirlo por parte de Selene, ella hubiese deseado tener un poco más de tiempo para descansar, no había podido conciliar el sueño y cuando estaba a punto de cerrar los ojos, el alba la sorprendió.—¿Se encuentra bien, mi Lady? —preguntó su doncella, mientras le ayudaba a ajus