Capítulo 19

Amaya

Todos ellos se quedaron viendo las caras ante las preguntas mudas y yo solo puede suspirar cansada de todo ese lío emocional que significaba hablar con mi madre, mantenerme en esa postura.

No era justa, así que por eso mismo miré a uno de los hombres de mi padre y le dije:

—Tráela aquí, y pasa por café y donas para todos nosotros, por favor.

Él me asintió al otro guardaespaldas mientras todos me ayudaban a clasificar, organizar y elegir los regalos adecuados para los niños. No duraron más de veinte minutos en volver, así que cuando mi madre entró que vio todo lo que tenía en las manos, no pudo evitar sonreír.

—¿Es para los niños de la biblioteca?

—Sí, es para esos niños… Necesitan algo de luz, y como no van a tener a su maestra, me quiero despedir de una forma bonita, así como dejarle instrumentos que ayuden en su educación —apunté sin mirarla a los ojos—. ¿De qué quieres hablar?

—Bueno, veo que la herencia de tu padre es más que asentada, pero me gustaría hablar en privado con
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