Miré el cúmulo de máquinas con el ceño fruncido, mi madre, sin venirse a cuento, decidió hacer que los guardaespaldas italianos compraran computadoras de última categoría para los niños y la biblioteca. Eso era mucho considerando la cantidad de personas, por lo que no fue un módico gasto, pero los hombres lo hicieron sin chistar.
—Esto fue demasiado, mamá…
—No lo es, procura estar para los niños, me dijo Kendra que llamó a sus orientadores y todos, así como los representantes, quedaron en venir… Te extrañaron mucho —apuntó con orgullo.
No era la primera vez que venía a la biblioteca o que chismeaba con Kendra, esas dos se podían dar la mano. Sin embargo, el hecho de que estaba para mí en ese momento tan duro, fue como una visión de lo triste que podía resultar
Capítulo 23AlessioTenía algo que hacer en Berkeley.Se podría decir que estaba para ver a mi prometida, más después de la llamada inusual que tuvimos, no obstante, estaba ahí por otra buena razón: tenía que dar un buen escarmiento, uno que diera un mensaje.Caminé con calma hasta la habitación de mi objetivo, toqué y sonreí porque no solo había nadie en el pasillo, sino porque mis hombres se encargaron de las cámaras, lo que me daba algo de chance antes de que el prefecto principal se apareciera a dar las rondas. Cuando el chico abrió la puerta, se sorprendió al ver a un hombre con una máscara dorada, así como con un traje hecho a medida.—Lo siento, no lo conozco, ¿está perdido?—No, estoy donde debo de estar, listo para partirte los huesos —le respond&
AlessioPor eso no me quedé en ello.—Facciamolo, il tavolo è isolato e a nessuno interessa quello che facciamo o non facciamo.... Avete il coraggio di farlo o no?Me vio como si no pudiese entenderme.—Potrei prenderti a calci in culo, ma non mi piace attirare l'attenzione su di me in pubblico.—¿Por qué no? Es muy divertido hacerlo.Me vio con rabia y cuando llegaron los primeros, pidió más alitas, las suficiente como para que la camarera nos viese divertidas y exigió mucho picante.—Entonces Alessio, dime de ti, cuéntame cómo es que usas esa máscara tan llamativa —sacó a colación Pamela y Kendra se ahogó en el proceso.—Mamá… Por favor.—¿Qué fue lo que dije, cuestioné o pregunté? Quiero
AmayaLlegó el día de la despedida.Miré por última vez la universidad y me limpié las lágrimas para contener el dolor tan fuerte que significaba el hecho de dejar todo lo que verdaderamente amaba para pasar unos cuántos días en casa de mi padre antes de viajar con su familia a Las Vegas, así solucionar todo lo referente a la ceremonia.Era tan extremadamente deprimente que no emití ninguna palabra.Solo sentía que tenía seguir, solo sentía que tenía que caminar para solo dejar que el modo automático surgiera. No imaginé que, al aterrizar en los Ángeles, conocería una clase de infierno diferente, uno para el que verdaderamente no estaba prepara, para el que nunca me habían educado, para el que fui el objetivo perfecto de un trí
Amaya—Señorita, ¿está despierta? —preguntó Octavio mientras yo me estaba cambiando—. El señor está aquí, pidió verla y están preparando el desayuno para que puedan conversar a gusto en la terraza.Me quedé de piedra por el dato, más que todo porque no era algo que esperaba, pero dada su aparición hacía solo dos días en Berkeley, ya no dudaba de que vendría a controlar la situación. Parecía que no había recibido el memo, así que me tendría que decantar por hacérselo entender a las malas.Molesta salí con la decisión fija de decirle que tenía que dejar de controlarme, que ya mucho tenía con mi padre, con el resto y las exigencias, lo que le iba a dar de mí misma, como para que también pidiese más de mí.«
AlessioFuera de la creencia común de que era un controlador terrible, vine a hacerle una visita como socio a mi futuro suegro. Una visita que estuvo planeada desde antes del compromiso, pero que me fascinaba que encajó a la perfección con la llegada de mi prometida, así como con los eventos que suscitaron con ella.El hecho de que mis hombres me llamasen para contarme lo que había pasado con Amaya, la forma en la que Ima la abordó, humilló y ridiculizó, con molestia era decir mucho. Normalmente no se metían en peleas de mujeres, no después de entender que esos eran problemas que ellas mismas podían resolver.No obstante, supe que era un tema delicado cuando la hicieron llorar.—No quiero sonar como un pedante, pero la señorita Amaya solo quería algo de tranquilidad porque estaba triste, pero el hecho de que su hermana empujase tanto fue l
Alessio—A mí me aprendes a respetar —dijo furiosa, con una ira desbordante que me complació.Levanté las cejas en respuesta, y me toqueteé el lugar que seguramente me había marcado por el impacto. Sin dudar tenía mucha fuerza, una que me encantaría apreciar con gusto, con placer. —No debiste hacer eso…. —le indiqué en un tono de voz muy bajo.—Claro, pero tú si debías tocar y besar a mí hermana…—Ima es una mujer hermosa que sabe usar sus atributos para lograr sus objetivos, como el que acaba de obtener: enfurecerte, hacerte perder mi confianza y meterse en la oportunidad de joderte con todo…Que tú no lo veas es de tontos, por no decir estúpidos, pero se lo dejé pasar porque se veía deliciosa en ese estado de ira, en ese estado de shock, como si
AlessioHiroshi estaba a nada de tener alguna especie de apoplejía, se veía por demás de contrariado que Hiro hubiese decidido ser honesto, porque lo que se esperaba de él era que guardase silencio, así que el hecho de que fuese honesto e hiciera un análisis profundo de la situación, ponía en relevancia la situación.—Te haré esto más fácil —le dije al padre de mi prometida—. Revisa las cámaras de seguridad, serán tu mejor estrategia de juez.—Lo haré —dijo y vi cómo Ima se ponía inquieta—. Resolveremos este desastre cuanto antes.—Hay que hacerlo, sin duda…—Papá, creo que no es necesario, todo se basa en la confianza que tenemos, así como en lo referente nuestras palabras y…Ella misma se vio contrariada y Dai la vio co
Alessio—Fuiste tú…—No sé de lo que estás hablando, solo soy un prometido preocupado por su novia, uno que quiere que su familia la trate bien, con respecto, con algo más que un eres una bastarda, en todo caso, páguenlo con su padre —les aconsejé y volví al estudio, ahí escuché cómo Hiroshi se justificaba ante su mujer.—Iba a hacer que un gran acuerdo se fuera al infierno por jugar a la hermana mala, dañina… Si eso no es algo que va en contra de los principios de la Yakuza, no sé qué lo hará —le espetó él cansado.—Si ella será castigada, entonces tú deberías pagar la deuda de serme infiel —espetó ella.—No debería serlo, cuando nuestro matrimonio es peor que una farsa…—Padres —dijo Hir