Yvaine.Me mire en el espejo del baño, la imagen que me devolvía, tras mi ducha, era de una piel limpia, suave, un poco enrojecida por el calor del agua, el pelo lo tenía sujeto en una toalla para que recogiera el exceso de agua y la humedad. El resto del cuerpo se hallaba envuelto en una toalla grande de color blanco.Hacía dos horas que habíamos regresado del Registro Civil. Y mientras yo iba a dar de comer a mis hijos, Norman tuvo que ir a bañarse de urgencias, debido el incidente vergonzoso que sufrí mientras nos estábamos besando. Es verdad que llevaba todo un día sin sacarme la leche materna, excepto por la mañana cuando deje varios biberones preparados, para que dieran de comer a los niños cada tres horas, pero dar el pecho tiene un inconveniente, ya que el vaciado de los senos debía ser regular, por lo menos cada tres horas, si no ellos mismos tienden a evacuarse para bajar la presión de los mismos. Yo llevaba por lo menos seis horas sin evacuarlos, y por ello los notaba pesad
Norman.Durante toda la noche, me dedique a arrancar gemidos de placer y lujuria, deje de contar las veces que ambos llegamos al paraíso. Pasamos la noche entre sesiones de sexo, comer para recuperarnos, y conversaciones íntimas. Fue aquí como descubrí como nacieron mis hijos, y la cicatriz que le dejaron a su madre tras la cesárea que tuvieron que practicarle, ya que Roy William era demasiado grande e impedía que su hermana naciera, corrían el riesgo que, si esperaban a que la naturaleza siguiera su curso, Ailan Caroline podría tener problemas de sufrimiento fetal. Cuando nos duchamos vi la pequeña cicatriz que se observaba en la parte baja del abdomen de mi mujer, ella intentó taparlo, porque temía que me pareciera desagradable, pero yo, al contrario, le aparté las manos y me arrodillé para besar y acariciar esa parte. Me excitaba esa pequeña cicatriz, no sólo porque por allí nacieron mis hijos, sino porque hacía que despertara mi instinto de hombre, y demostraba que yo había sido r
Yvaine.Durante la noche, Norman y yo, habíamos dejado claro los términos de nuestro acuerdo, aparte, lógicamente, de pasarnos casi toda la noche subiendo y bajando del paraíso como si tuviéramos ascensor. Todo se definió de la siguiente forma: Nadie sabría que yo era su mujer, usaría mi apellido de soltera, Yvaine Stewart, se me dejaría el coche del servicio, ya que, aunque mi marido insistió en que me comprara uno o que fuera con chofer, yo gané esa batalla diciéndole que así llamaría mucho la atención, además conocía sus gustos caros y seguro terminaba comprándome un Ferrari o un Lamborghini. Él sonrió, ante mi comentario, y me dijo que eran coches muy fiables.Además, aunque él supervisara mi trabajo, como el de todos en la empresa, no podría intervenir de manera alguna, para protegerme o facilitarme mi trabajo. Eso me lo tenía que ganar yo, y si fallaba o me despedían por mi incompetencia, él sólo debía aceptarlo. Por contra partida, tenía que tener mi propio servicio de segurida
NormanÚltimamente sonreía mucho, y todo gracias a Yvaine y a los niños. Decidí concéntrame en lo sucedía en la pantalla al parecer la prima de mi esposa, no estaba de acuerdo en someterse a las decisiones de la nueva directora de diseño del grupo Miller.Imaginé por los gestos y la tensión que se observaba en su cuerpo, mientras gesticulaba con las manos, mientras movía la boca para recriminarle al gerente. Mientras mi esposa la miraba tranquila, y Harry Walter no le quitaba los ojos de encima a mi esposa, en varias ocasiones, vi como la miraba de arriba abajo, como valorando lo que veía, esto me hizo apretar mis puños, no me gustaba esa mirada que dirigía a mi mujer. Pero lo que definitivamente me hizo saltar de la silla fue cuando vi como una mirada de deseo y una sonrisa de suficiencia se instalaba en su cara, al parecer al futuro hombre muerto, de Harry Walter había decido ir a por mi mujer, pese a que estaba con su prometida en el mismo despacho, y eso era algo que yo no podía p
Norman.Ya en mi despacho, más calmado, me dio tiempo para repasar todo lo que había sucedido, y había algo que no se me había pasado desapercibido, aunque por la situación en que nos encontrábamos, no era el momento de destacarlo. No sé cómo lograré que mi esposa se controle, es tan inocente que no puede evitar que las emociones y los deseos, no se lean en su cara o en su cuerpo, es incapaz de ocultarlas. Aún resuena en mi cabeza el gemido que salió de su boca, que solo podía significar una cosa. Tan sólo tuve que mirarla, para leer en sus ojos el deseo incontrolado que estaba sufriendo, y que le costaba duras penas controlar. Tenía miedo de averiguar quién lo había provocado, pero cuánto mire sus ojos, lo identifique. Largas noches de pasión, me había servido para reconocer cuando mi mujer me deseaba. Esta información era algo que no iba a dejar pasar. Sólo quería saber que lo había provocado. Así poder explotarlo, en todas las ocasiones que se me presentaran. Fue esto es lo que m
Norman.Lo supe desde que Yvaine entro en mi despacho y la miré. El brillo de deseo en sus ojos la delataba. Esa niña traviesa no sabía disimular sus sentimientos, ni sus estados de ánimo. Me deseaba y eso era algo que intentaba controlar, así que casi estallé en carcajadas, cuando Edward, el jefe de seguridad y asistente de mi esposa, leyó el estatuto de la empresa que restringe las relaciones amorosas entre jefes y empleados. Hasta Jason tuvo que usar una excusa tonta para salir, sin apenas controlar la risa, al oír el tonto método que usó la señora Miller para poner límites a nuestra relación en el trabajo. Me imaginé que, mi asistente, se pasó el tiempo que Yvaine estuvo en mi despacho, rompiéndose de risa en el lavabo de caballeros.Lo más divertido de todos era, que mi pequeña Alicia, intentaba controlarse usando como escudo, el reglamento interno del grupo Miller. Esto hacía que mi ego masculino se inflamará como un globo, además de hacer que mi corazón se acelerara, dentro de
Yvaine.Cuando íbamos a salir, se nos planteó otro problema. Habíamos llegado al acuerdo que, durante este mes, y hasta que se hiciera la presentación oficial de los bebés y mi matrimonio con Norman, no debíamos presentarnos en público juntos. Por lo que se decidió, que mientras el padre de mis hijos salía con Jason y sus guardaespaldas, en un coche, por el aparcamiento VIP de las instalaciones del hospital, yo me dirigiría a la salida general del hospital, con los dos bebés en su cochecito gemelar, acompañada de Rosita, la nany de Ailan, dónde nos esperaba en la entrada, un coche preparado con dos sillitas de coche, conducido por uno de los guardaespaldas, que estaban encargados de mi seguridad, ya que Edward tenía un trabajo que hacer.En un principio creí que era una buena idea, hasta que, casi llegando a la recepción del hospital, me encontré de frente con mi tía Elisay y mi prima Maryori.-" ¡Vaya que sorpresa! No me puedo creer hoy hayamos coincidido dos veces, prima, y yo que pe
Yvaine. Cuando llegué al gimnasio, vi que estaba totalmente apagado, excepto por dos focos que iluminaban la zona donde se encontraba mi marido, dando puñetazos a un saco de boxeo. Sentí que me quedaba sin aire, y automáticamente comencé a sudar. Norman se encontraba vestido con unos pequeños shorts, sin camisa, mientras que con sus guantes realizada una especie de coreografía mientras golpeaba el saco con sus puños, y de vez en cuando, le lanzaba patadas laterales. Estaba totalmente sudoroso, y sus abdominales totalmente definidos brillaban con el sudor. Cada vez que golpeaba, con alguna parte de su cuerpo, el saco, se le marcaban todos los músculos de su cuerpo.Yo estaba como hipnotizada, mirándolo desde la entrada del gimnasio. Sé que había ido allí con la intención de seducir a mi marido, para intentar arreglar las cosas, pero verlo ejercitándose de esa manera, me estaba volviendo loca. -" ¿Qué mujer podría resistirse a ese hombre? Y pensar que hace un poco más de un año era un