El camino de vuelta a casa transcurre en una armonía llena de paz. La risa de los niños llena el interior del coche mientras ambos hablan de lo tanto que se divirtieron el tiempo que pasamos en la casa de campo. Es evidente que, en este momento, parecemos una familia de verdad, quiero creer que yo soy parte de aquí.David conduce con tranquilidad, y los niños disfrutaban del paisaje.Al llegar a casa, la realidad nos abarca. La sensación de volver a la rutina se hace presente, pero sé que ahora es diferente, ahora existe una conexión más sólida que antes entre los cuatro. Los deberes y responsabilidades me hacen suspirar, lo que viví en ese lugar con ellos, lo deseo más que volver a la universidad. Siento un lazo fortalecido con Axel, incluso con su padre, cualquier atisbo de preocupación ha desaparecido.No obstante, la realidad tiene sus propias demandas. Una llamada urgente atrapa la atención de David, sin perder tiempo se dirige a la compañía, no sin antes decirle a sus hijos que
Axel responde al abrazo de la mujer como si se conocieran de toda la vida. Ella pronuncia palabras de afecto, ahueca su rostro entre sus manos y besa sus mejillas, con lágrimas en los ojos. —Mi niño — dice, —no tienes idea de la inmensa alegría que siento al verte de nuevo.—También estoy feliz de verte, abuela. Te extrañé mucho—responde Axel.Me conmueve esta escena. No tenía idea de que tuvieran una abuela; desconocía que tuvieran una abuela, David lo oculto muy bien. Todavía me surge una duda sobre por qué la echó el otro día. Aunque ella no parece ser una mala persona y claramente puedo ver qué Axel la adora. —¿Cómo has estado, mi niño? —Ella retrocede un poco para verlo y así preguntarle. —¿Estás comiendo bien? ¿Cómo va el colegio?La señora lanza una lluvia de preguntas, lo va a agobiar si sigue preguntando tantas cosas y no le da tiempo a responder.—Estoy bien, abuela. Ya cumplí ocho años —responde con una sonrisa, que por lo general nunca veo en su rostro.Esto está para fo
La situación se torna tensa, y Hilda no duda en expresar su descontento.—Tú no eres nadie para decirme qué hacer. Si quiero ver a mis nietos, los veré. Si quiero esperar a David afuera de esta casa para hablar con él, también lo haré. Recuerda tu lugar, mujer —espeta la mujer con una voz dura.La abuela que antes abrazó tiernamente a Axel ahora parece una sombra distorsionada de sí misma. Mis dudas sobre mi intervención se intensifican, y admito internamente que quizás no debí haberme involucrado.—No se lo volveré a repetir, señora. Salga de aquí —declara Hilda con firmeza, su postura indicando que no está dispuesta a ceder.Las miradas entre ambas mujeres refleja un desprecio mutuo, como si el tiempo se hubiera detenido en este momento. Mientras presencio la escena, lamento mi falta de conocimiento sobre lo que oculta esta familia.¡Oh por dios!, ¿y si ella es mala y yo de tonta la dejé pasa. Estoy consciente de mi posible error. Pero, en mi defensa, si David hubiera compartido más
Una mezcla de dolor, rabia, amargura y sentimiento de culpabilidad me invade.¿Por qué se comportó de esa manera? Creo que no necesite que fuera tan duro conmigo, tal vez cruce el límite y no debí haber dejado entrar a esa mujer a su casa, pero también creo que él no debió haberme hablado así cómo lo hizo.Todavía me siento mal por lo ocurrido, incluso yo misma estoy molesta conmigo. Lo mejor es salir de aquí y pasar la noche en otro lado. Les daré su espacio.Me dirijo al armario y saco mi bolso grande junto con unas prendas y las guardo. Luego de asegurar el cierre me coloco la correa en el hombro y en la cama tomo mi bolsa de mano para después salir de la habitación.En el pasillo me cruzo con Hilda.—¿Te irás? —pregunta con un tono angustiado.—Sí.Es todo lo que digo, no quiero hablar de más porque temo a romperme a llorar delante de ella.—No tomes personal lo que el señor te dijo —trata de animarme.Yo únicamente asiento. Ella quiere a hacerme creer lo contrario, ya que está pr
Hoy, mi día trascurre como los días anteriores, una repetición monótona que parece no tener fin. Antes de que llegara a la vida de David y los mellizos, esto era simplemente un día más, uno común y aburrido. Sin embargo, ellos hicieron un cambio, tal como Hilda había mencionado que yo había hecho algo por Axel. Ahora me encuentro en una encrucijada, perdida, sin saber cómo continuar. Estoy aquí físicamente, pero mi mente parece haberse desvanecido en algún rincón oscuro de la existencia.El profesor da su clase, las palabras fluyen en el aire como un ruido de fondo que apenas alcanzo a registrar. Mis pensamientos divagan sin rumbo, incapaces de enfocarse en la tarea que tenemos frente a nosotros. Me doy cuenta de que estoy acabada, una cáscara vacía que se arrastra por los días sin propósito aparente.No he sabido nada de David y sus hijos, no me ha llamado para volver, ni siquiera para trabajar, y eso me deja claro que no le hago falta ya. Mi mente comienza imaginarse, su mirada inte
DAVID¿Cómo que se fue? ¿A dónde? Hilda no me dio más detalles; solo me dijo que Andrea salió de la casa y que se tomaría un tiempo hasta que las cosas se normalizaran. Ahora estoy en mi oficina, dándole vueltas a todos mis problemas. No he logrado concentrarme en el trabajo. Lo de Martina que haya regresado y lo de mi relación con Andrea… le he dado muchas vueltas al tema. No es que me esté arrepintiendo de lo mío con Andrea, es solo que no puedo lidiar con algo así por ahora. Mi mente está obstruida en lo que Martina puede hacer. No puedo perder a mis hijos, y tampoco quiero perder a Andrea, pero no puedo elegir. No puedo llegar a ese punto.No sé qué me pasa. Desde que comencé a abrirme respecto a lo que siento por ella, veo las cosas desde otro ángulo. Incluso siento que, si ella no está aquí a mi lado, me falta algo. Pero no puedo depender de ello. Mis hijos me necesitan, y como dije, ellos no son una opción. Sé que Andrea tampoco lo es, pero la estoy lastimando. Lo sé. Soy un im
DAVIDDe repente, Samuel pregunta por Andrea, me saca de mis pensamientos y me deja confundido, ya que no espere que preguntara por ella.—¿Qué ha pasado con Andrea? ¿Han discutido? —indaga. Tal vez su sobrina le ha contado algo, porque supongo que es con ella con quien se fue a quedar.—Tuvimos algo de ello, digamos que fui muy duro con ella. —Samuel suspira.—Como siempre, nunca supiste tratar a una mujer con delicadeza —hay algo de diversión en su tono; sé que lo hace para molestarme y que la tensión baje un poco en mí.—Ya me conoces —forzó una sonrisa, agradecido de que él no pueda verme. —Hablamos después, debo hacer unas cosas.Regreso a mi escritorio, apago la pantalla del ordenador y luego me encamino hacia la salida. Antes de llegar, tomo mi saco del colgador de madera cerca de la puerta.—¿A dónde vas? —interroga todavía en la llamada. Debe de suponer a dónde me dirijo. Sin embargo, no me deja responder y continua. —Ve a buscarla y pídele disculpas. Si quieres mantenerla en
ANDREA Distingo un carraspeo detrás de mí. No me atrevo a girarme para identificar a la persona; en su lugar, me concentro en secar las lágrimas que traicioneramente han escapado tras mi confesión a Arturo sobre mi enamoramiento hacia mi jefe.Nunca planeé revelar este secreto a él, pero las palabras se deslizaron de mis labios tras mencionar a los mellizos y explorar la parte de la psicóloga.Arturo, leal como siempre, sostiene mis manos sobre la mesa, brindándome un consuelo silencioso que agradezco. Su presencia, aunque no solicitada, se convierte en una especie de refugio temporal. Sin embargo, mi mente sigue atrapada en mis problemas.Mi corazón es un eco de dolor persistente, como una melodía triste que se niega a desvanecerse. A pesar de la herida que aún late en mi pecho, mi mente se ve abrumada por la preocupación constante por David y los niños. No puedo apartar la imagen de sus rostros de mi mente, la cara de Axel, preguntándome cómo están, qué estarán haciendo en este mom