ANDREA No entiendo a qué se refiere. Lo único que hice fue ser amable con ella, sin saber cuáles eran sus intenciones. Si hubiera sabido, por supuesto que no dejaría que se acercara a ellos. Por eso estoy tratando de evitarlo ahora.—Disculpe, llevo prisa —digo, tratando de sonar firme.No quisiera ser grosera con ella. Es la abuela de los mellizos y no quiero que mis pequeños me odien por tratarla mal.Estoy por abrir la puerta de nuevo, pero en eso ella me sujeta del brazo y me gira para quedar cara a cara.—¿Qué no escuchaste? —espeta. Veo algo en esa mirada, ¿coraje, resentimiento, odio?—Y yo le dije que me tengo que ir.—¿Vas a hacerme la grosería de dejarme aquí? Estoy pidiendo ver a mis nietos, quiero pasar el rato con ellos, eso es todo. ¿Acaso estoy mal en pedir eso?—Como dije allí adentro —señalo con mi cabeza hacia el edificio. —Ni la directora, ni la maestra, ni yo somos alguien para permitir que usted o alguien más tome a estos pequeños y se los lleve así como si nada.
ANDREALos niños entran corriendo hacia casa en cuanto cruzamos la puerta. Yo sigo con mis pensamientos; lo que me dijo esa mujer me ha dejado desconcertada, ni siquiera puse atención esta vez en la conversación de Alexia, la que siempre suele darnos de camino aquí.¿Qué hago? ¿Debo decirle a David? ¿O ir y averiguar qué es lo que quiere esa mujer?Es un lío mi cabeza en este momento. Se supone que no debo ocultarle nada a David, y menos cuando se trata de algo relacionado con sus hijos y esa señora. Pero por ahora las cosas entre nosotros no están del todo bien, al menos eso creo. Últimamente, he sentido a David distanciado, y no tengo idea del porqué. Entiendo que se debe sentir agobiado con el tema de la custodia, pues se la ha pasado más tiempo con eso de los abogados, incluso cuando se encuentra en una junta de la empresa, ellos lo llaman y él acepta la interrupción, cosa que nunca ha dejado que alguien lo moleste a la hora del trabajo.Sé que sus hijos son su todo. Es claro que
Cierro la puerta del baño y me arrodillo frente al inodoro, dejando que las arcadas se apoderen de mí. Me siento débil y mareada, y el nudo en mi estómago no parece desaparecer. Trato de controlar mi respiración y espero a que las náuseas desaparezcan lentamente.Después de unos minutos, me levanto con cuidado y me enjuago la boca en el lavamanos. Me miro en el espejo y veo el reflejo de mi rostro pálido y cansado. Me doy cuenta de que algo no está bien y que no puedo ignorar estos síntomas.Lo mejor será ir al médico y hacerme unos análisis. Tal vez haya algo más que el estrés o la preocupación de todo lo que está pasando y eso está afectando mi salud. Pero antes de hacerlo, tengo que hablar con David. Puede ser algo serio y no quiero volver a ocultarle nada.Salgo del baño y regreso a la cocina, donde los niños me esperan con una expresión de confusión en sus rostros. Pero en el instante que cruzo el umbral, me encuentro con su padre. Está allí parado al lado de la mesada con la mir
El día se arrastra con la pesadez de un lastre insoportable. No he hablado con David desde ayer, y cada minuto que pasa sin noticias suyas aumenta mi ansiedad. ¿Qué habrá pasado después de que esa mujer, cuyo nombre ni siquiera quiero mencionar, habrá hablado con mi novio? Pero me detengo ahí, no quiero ser una novia tóxica y celosa. Nuestra comunicación ya está en un punto delicado, y no quiero empeorar las cosas. Es como caminar sobre brasas calientes, temiendo que cualquier movimiento provoque una explosión.La mañana en la universidad transcurre lentamente, y ni siquiera mi terrible malestar parece capaz de acelerar el tiempo. Es imposible concentrarme en clase o en cualquier otra actividad, y no mencionemos la comida, me sigue cayendo mal. Los vómitos continúan, como hoy por la mañana, cuando lo primero que hice al levantarme fue correr al baño y vaciar lo poco que tenía en el estómago. Es difícil adivinar que tengo, no soy de comer cosas que preparan en la calle, por lo regular
—Andrea… —exclama Danna detrás de mí mientras retomo el camino. —No vayas, yo sé lo que te digo.—Debo hacer esto —contesto. —Tranquila, estaré bien.—Entonces al menos deja que te acompañe. —Me giro para verla de nuevo.—En serio, estaré bien. No te preocupes, además, ¿qué daño me puede hacer esa mujer?—Uno nunca sabe qué pueda ocurrir y con que loco se puede cruzar.—No pasará nada, solo iré a escuchar lo que quiere decirme y después estaré de vuelta. —Le sonrío amablemente para asegurarle que estaré bien. Danna aprieta los labios y luego fuerza una sonrisa al tiempo que asiente con la cabeza. —No creo tardarme, así que te llamaré cuando ya esté en casa.Mientras camino, repaso en mi mente las posibles razones por las que esta mujer, que apenas conozco, quiere hablar conmigo. ¿Será que me pide que hable con David y le diga que la deje ver a los niños? Pero entonces, ¿por qué no lo hace ella?Cuanto más pienso en ello, más intriga me consume. Sin embargo, trato de mantener la calma
Ninguno de los dos estamos haciendo algo malo; él es libre desde hace varios años, y puede que suene extraño, pero David no tiene por qué guardar luto por su difunta esposa toda su vida.Me levanto de la silla, sintiendo una mezcla de indignación y rabia correr por todo mi cuerpo.—Si te vas, David se enterará de todo —, me lanza.Me detengo en seco. No sé qué tiene para decirle a David, o qué cuento se va a inventar, pero no le mostraré que sus palabras me están afectando, que lo que sea que tenga para divulgar en mi contra no me importa, porque yo no oculto nada.—Se equivoca si cree que le tengo miedo —, alzo mi mentón y clavo mis ojos en ella. —Soy una persona transparente y David lo sabe. No elaboro artimañas para conseguir algo o hacer creer otras cosas, como acostumbran a hacerlo otras personas.—¿En verdad piensas que él cree conocerte? —, sonríe. —No estoy segura de eso, querida. Si no, pregúntale si confía en ti. —Sus palabras son veneno puro, y siento cómo me atraviesan com
Entonces, con un escalofrío recorriendo mi espina dorsal, me giro lentamente para enfrentar a David, esperando encontrar una expresión de sorpresa o incredulidad en su rostro. Pero lo que veo en sus ojos es una mezcla de decepción, dolor y enojo.—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto con voz temblorosa, sintiendo cómo el pánico me consume por dentro.Su ceño se frunce más. Molesto es poco, debe estar furioso. Seguro creyó las palabras de esta mujer, pero a estas alturas, es absurdo que le crea a ella y no a mí. Debo hablar antes de que todo termine en un problema aún más grande.—Deja que te explique lo de la psicóloga —digo, mientras me acerco a él, pero David retrocede dos pasos. Me detengo y respeto ese espacio que hay entre los dos. —Por favor, David, escúchame primero.Lo único que hace es suspirar hondo, como si estuviera pensando qué decir.—David… —pronuncio.—Nada de lo que le digas servirá, él nunca confió en ti. —Martina sonríe triunfante, como si hubiera logrado lo que se p
—No tengo idea de cómo apareció ese dinero en mi cuenta —digo con voz temblorosa, tratando de mantenerme en pie, ya que mis piernas han dejado de sostenerme. —No recibí ninguna transferencia de ese número, no entiendo quién haya puesto ese dinero ahí. Alguien debe de haber hecho esto para incriminarme.Clavo mis ojos en Martina, su sonrisa y esa expresión de satisfacción dejan claro que ella armó todo, ¿pero por qué?, ¿qué le he hecho para que me haga esto y ponga en duda mi reputación con David? Me siento atrapada en una red de mentiras y manipulaciones de la que creo que no podré escapar.No tengo pruebas, nada que me defienda y compruebe mi inocencia, solo mi palabra, pero esa ya no servirá, David no confía en mí.Martina se acerca lentamente, como si disfrutara cada segundo de mi angustia. Sus ojos brillan con malicia mientras observa mi desesperación. No puedo entender por qué ha decidido hacer esto, qué ganaría con arruinar mi vida de esta manera; hacerlo no le garantiza tener l