Cuando llegamos al campo de fútbol con Axel y Alexia, las preocupaciones desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos. El partido está a punto de comenzar y David sigue en silencio desde que bajamos del auto; se ha quedado contemplando el campo. Puedo notar que está ignorando algo, con seguridad puedo apostar que debe de ser lo de la custodia.Admiro esa habilidad suya para ocultar sus pensamientos, pero también me preocupa que ese esfuerzo le esté pasando factura. Él está solo con esos demonios. Desde aquel día en su despacho, ya no me ha contado nada; de hecho, muy pocas veces hemos hablado del asunto. Sé que no tiene por qué darme detalles e informarme de todo lo que está pasando. Ya hablamos de que yo seré un apoyo para él, si así lo desea, y al parecer no me requiere.—Papá, ¿por qué estás tan callado? ¿No te sientes bien? —le pregunta Alexia, mirando a su padre con sus grandes ojos llenos de inocencia. Hasta ella se da cuenta.David sonríe con ternura y le acaricia la mejilla.—E
DAVIDEl sonido de la puerta cerrándose resuena en el despacho. Los abogados encargados del caso de la custodia se encuentran reunidos en la sala de allí, esperando a que Samuel y yo nos unamos a ellos.Samuel me mira con una expresión seria, sus ojos oscuros centelleaban de curiosidad y dudas, también se siente impaciente, esperando saber qué nos dirían los abogados. Sé que no hay tiempo que perder; la batalla por la custodia de mis hijos está en el punto más crítico.—La señora Martina está diciendo que usted nunca ayudó a su hijo con su problema —comienza a hablar uno de los abogados. Me siento furioso por las mentiras que esa mujer está divulgando en mi contra. —Está pintándolo como un padre negligente que abandonó a su hijo en un momento de mayor necesidad.La rabia ardía dentro de mí ante esa injusta acusación.—¡Eso es mentira! —exclamo. Es difícil controlarse cuando se trata de mis hijos, aun así, lucho por mantener la calma. —Nunca me negué a buscar ayuda para Axel. Simplemen
ANDREAHoy la maestra se está demorando más en dejar salir a los niños. Si hubiera sabido antes, no habría salido corriendo de la última clase. Ni siquiera tuve tiempo de ir a ver al profesor de diseño para discutir algunos puntos sobre mi examen. ¿Por qué me puso una calificación baja si respondí todas las preguntas correctamente?Sigo frustrada con ese tema. Puede que mis problemas no sean tan difíciles como lo que está pasando David con lo de la custodia, pero no puedo evitar sentirme mal porque mi profesor está siendo duro conmigo. Parece como si me estuviera castigando por algo malo que hice, pero ¿qué hice?De hecho, me ha estado evitando. Cuando lo encuentro en los pasillos de la universidad, siempre saca alguna excusa de que tiene que tomar una clase o que tiene una reunión. Me di cuenta que busca cualquier pretexto para no hablar conmigo. Pero, ¿por qué?Sigo dándole vueltas a eso, pero no consigo llegar al punto exacto.El sonido del timbre del colegio anuncia que los niños
ANDREAMartina se aclara la garganta y en ningún momento se gira para verme, tiene los ojos fijos en la maestra. —Y yo le dije que le puede preguntar a la directora si tiene dudas sobre mí —contesta Martina. —Señora... —pronuncia la maestra, pero la interrumpo. —La directora no es nadie para dar una orden como esa —suelto molesta. —En todo caso deben llamar al padre de Axel y Alexia y preguntárselo directamente a él, pero conociéndolo y sabiendo lo que él dirá, yo puedo informarle, maestra. —Dejo de mirar a la maestra. —David no aceptará que esta mujer se lleve a sus hijos —le echo una mirada rápida. Capto que la mujer se sorprende por el tono que use. Seguramente esperó que yo fuera más accesible, como aquel día que la dejé entrar a casa, pero aquella vez no estaba enterada de nada. Ahora que sé toda la verdad y lo que está tratando de hacer, por supuesto que no le voy a permitir que se lleve a mis niños, ni siquiera que se acerque a ellos. Sujeto a Axel de la mano con firmeza y
ANDREA No entiendo a qué se refiere. Lo único que hice fue ser amable con ella, sin saber cuáles eran sus intenciones. Si hubiera sabido, por supuesto que no dejaría que se acercara a ellos. Por eso estoy tratando de evitarlo ahora.—Disculpe, llevo prisa —digo, tratando de sonar firme.No quisiera ser grosera con ella. Es la abuela de los mellizos y no quiero que mis pequeños me odien por tratarla mal.Estoy por abrir la puerta de nuevo, pero en eso ella me sujeta del brazo y me gira para quedar cara a cara.—¿Qué no escuchaste? —espeta. Veo algo en esa mirada, ¿coraje, resentimiento, odio?—Y yo le dije que me tengo que ir.—¿Vas a hacerme la grosería de dejarme aquí? Estoy pidiendo ver a mis nietos, quiero pasar el rato con ellos, eso es todo. ¿Acaso estoy mal en pedir eso?—Como dije allí adentro —señalo con mi cabeza hacia el edificio. —Ni la directora, ni la maestra, ni yo somos alguien para permitir que usted o alguien más tome a estos pequeños y se los lleve así como si nada.
ANDREALos niños entran corriendo hacia casa en cuanto cruzamos la puerta. Yo sigo con mis pensamientos; lo que me dijo esa mujer me ha dejado desconcertada, ni siquiera puse atención esta vez en la conversación de Alexia, la que siempre suele darnos de camino aquí.¿Qué hago? ¿Debo decirle a David? ¿O ir y averiguar qué es lo que quiere esa mujer?Es un lío mi cabeza en este momento. Se supone que no debo ocultarle nada a David, y menos cuando se trata de algo relacionado con sus hijos y esa señora. Pero por ahora las cosas entre nosotros no están del todo bien, al menos eso creo. Últimamente, he sentido a David distanciado, y no tengo idea del porqué. Entiendo que se debe sentir agobiado con el tema de la custodia, pues se la ha pasado más tiempo con eso de los abogados, incluso cuando se encuentra en una junta de la empresa, ellos lo llaman y él acepta la interrupción, cosa que nunca ha dejado que alguien lo moleste a la hora del trabajo.Sé que sus hijos son su todo. Es claro que
Cierro la puerta del baño y me arrodillo frente al inodoro, dejando que las arcadas se apoderen de mí. Me siento débil y mareada, y el nudo en mi estómago no parece desaparecer. Trato de controlar mi respiración y espero a que las náuseas desaparezcan lentamente.Después de unos minutos, me levanto con cuidado y me enjuago la boca en el lavamanos. Me miro en el espejo y veo el reflejo de mi rostro pálido y cansado. Me doy cuenta de que algo no está bien y que no puedo ignorar estos síntomas.Lo mejor será ir al médico y hacerme unos análisis. Tal vez haya algo más que el estrés o la preocupación de todo lo que está pasando y eso está afectando mi salud. Pero antes de hacerlo, tengo que hablar con David. Puede ser algo serio y no quiero volver a ocultarle nada.Salgo del baño y regreso a la cocina, donde los niños me esperan con una expresión de confusión en sus rostros. Pero en el instante que cruzo el umbral, me encuentro con su padre. Está allí parado al lado de la mesada con la mir
El día se arrastra con la pesadez de un lastre insoportable. No he hablado con David desde ayer, y cada minuto que pasa sin noticias suyas aumenta mi ansiedad. ¿Qué habrá pasado después de que esa mujer, cuyo nombre ni siquiera quiero mencionar, habrá hablado con mi novio? Pero me detengo ahí, no quiero ser una novia tóxica y celosa. Nuestra comunicación ya está en un punto delicado, y no quiero empeorar las cosas. Es como caminar sobre brasas calientes, temiendo que cualquier movimiento provoque una explosión.La mañana en la universidad transcurre lentamente, y ni siquiera mi terrible malestar parece capaz de acelerar el tiempo. Es imposible concentrarme en clase o en cualquier otra actividad, y no mencionemos la comida, me sigue cayendo mal. Los vómitos continúan, como hoy por la mañana, cuando lo primero que hice al levantarme fue correr al baño y vaciar lo poco que tenía en el estómago. Es difícil adivinar que tengo, no soy de comer cosas que preparan en la calle, por lo regular