Varios meses después.—No creo que llegue muy lejos con estos zapatos, debí ponerme las botas de nieve. ¡Wow!—exclamo mientras trato de mantener el equilibrio.—Winnie… ¿Estás bien? —me pregunta Benjamín acercándose; preocupado, pero sin poder dejar de reír muy divertido.—¡No te rías! Casi me caigo—le digo.—Disculpa, no fue intencional. ¿Pero a donde vas vestida así?—¿No ves? Voy de compras.—Pues… No creo que ese outfit sea lo tuyo . —hizo una mueca divertida—. ¿Deberíamos ir de compras juntos? Yo tambien necesito algunas cosas.—No es mala idea, además también tengo que comprar algunas cosas a Will. Y aún no hago las compras de Navidad. Necesito algunas cosas del hogar y comparte algo para navidad.—No tienes remedio, Winnie — me dijo Ben, dándome un leve empujón en la espalda mientras me guiaba a su camioneta. William, que había estado jugando con su tablet, levantó la mirada y vio la situación.—¿Vamos a comprar cosas juntos? —preguntó William con una sonrisa entusiasta, alzand
Los días pasaron tranquilos, pero algo extraño comenzó a suceder.Al principio, pensé que era mi mente jugándome una mala pasada, pero conforme pasaba el tiempo, la sensación de que alguien me observaba no se iba. Lo ignoré, convencida de que estaba siendo paranoica, pero esa sensación persistió, sobre todo en las noches, cuando me encontraba frente a la ventana. Había algo inquietante en la quietud de la casa y la forma en que las sombras parecían alargarse con el paso de las horas.Una noche, cuando me levanté a tomar un vaso de agua, la vi. O mejor dicho, la percibí. Una sombra alargada que cruzó rápidamente frente a la ventana de la cocina. Mi corazón latió más rápido, y sentí el escalofrío recorrer mi cuerpo. Estaba segura de que alguien había pasado por ahí. Miré por la ventana, pero no vi nada.Pensé que tal vez había sido un reflejo del arbol cercano, o un juego de luces de algún vehiculo, un venado, incluso un buen poco de nieve que haya caído del techo, pero aquellas pisadas
Para mi el tiempo se detuvo por un instante. Mis ojos se enfocaron en la pequeña cajita en las manos de Benjamín, en el brillo delicado del anillo de zirconia que descansaba en su interior.Sentí un nudo en la garganta, no por el anillo, sino por el gesto tan honesto y lleno de ternura que Ben había hecho. Mi mirada pasó de él a William, quien parecía emocionado, con sus pequeños ojos llenos de esperanza.Me arrodillé para estar a su altura y acaricié su carita con cuidado. Y estar frente a ese hombre hecho un manojo de nervios.—Sí, cariño, es muy lindo —respondí, sintiendo cómo mi corazón se llenaba de calidez al ver la emoción en sus ojos.Ben se aclaró la garganta, evidentemente nervioso, pero sin perder esa sonrisa que siempre tenía cuando estaba conmigo.—Winnie, no tienes que ponertelo—dijo con suavidad, mirándome directamente—. Pero quiero que sepas que esto no es solo para ti. Es por ustedes dos. Quiero que esto sea una especie de compromiso eterno. Me importan, y quiero que
La noticia de la tormenta llegó por la televisión, mientras Winnie limpiaba los platos del desayuno. Una voz grave y serena anunciaba que una de las peores tormentas de nieve del año estaba en camino y que la región entera debía prepararse para condiciones extremas.Winnie apagó el grifo, se secó las manos y escuchó con atención. "Eviten viajar, aseguren sus hogares y permanezcan adentro hasta que las autoridades indiquen lo contrario", decía el tipo del clima.—William tráeme tu ropa sucia la voy a lavar ahora, anunciaron una tormenta.—Si, mami—dijo el niño dejando un rompecabezas de lado.Winnie limpio la casa y lavo la ropa, era domingo y se sentía más relajada.Poco después, su teléfono sonó. Era Benjamín.—Winnie, ¿Que hacen? ¿has oído lo de la tormenta? —pregunta, con un tono preocupado.—Sí, justo ahora lo estaban anunciando. Acabo de lavar y limpiar la casa.—Deberías venir con William a mi casa. Tengo suficiente leña para la chimenea, comida para varios días, y no quiero que
Esa noche, mientras el viento rugía con más fuerza, Winnie estaba en la habitación de su hijo. Algo, o alguien, parecía moverse en la planta baja.Con el corazón acelerado, vuelve a llamar a su hijo pensando que tal vez está en el baño. Fue entonces cuando notó que la luz del pasillo, estaba rota, alguien estaba en la cocina, ella escuchó como rebuscaban en el cajón de la cubertería, donde tiene los cuchillos guardados para no dejarlos al alcance del niño. El mundo de Winnie se detuvo. Su corazón comenzó a latir con fuerza mientras trataba de procesar lo que acababa de escuchar.—¿William? ¿Dónde estás?—preguntó, con la voz apenas un hilo, mientras iba al baño y ver el vacio—¿William? Soy mami—llamó, su voz apenas audible sobre el estruendo del viento.No obtuvo respuesta.Encendió el foco del celular que llevaba en la mano y decidió revisar debajo de su cama y nada. El pánico se apoderó de ella de inmediato.—¡William! —gritó, esta vez con más fuerza.Un leve sollozo la hizo girar ha
El fuerte crujido que resonó en la casa hizo que Winnie mirara hacia el techo con el corazón en la garganta. Benjamín se giró hacia ella, con su rostro serio, y dio un paso hacia el lugar donde la columna central sostenía la sala, vio madera picada por toda lados y una hacha a un lado. La columna la habían destruido desde el cimiente, estaba prácticamente en el aire.—Winnie, esto no es bueno —dijo, con su tono lleno de preocupación—. La columna principal está dañada. Si no se repara pronto, esta casa podría colapsar.Winnie tragó saliva mientras observaba la madera que ahora parecía más un juego. Era la columna que había soportado el peso de generaciones de su familia, y verla en ese estado era como una metáfora de todo lo que había pasado desde la tormenta.—¿Qué tan grave es? —preguntó con un hilo de voz.Benjamín la miró con seriedad.—Muy grave. No pueden estar aquí cuando se repare. Será mucho trabajo. Adelas las ventanas están destrozadas, las tuberías reventaron, y ahora esto.
Era temprano en la mañana, y la casa estaba tranquila. Benjamín se despertó antes de que Winnie o William se levantaran. Decidió darse una ducha rápida para comenzar el día.El agua caliente lo ayudó a despejarse, pero no pudo evitar pensar en todo lo que había sucedido la noche anterior.Benjamín salió del baño envuelto en una toalla alrededor de su cintura. Al abrir la puerta, se encontró con William, de pie en el pasillo. El niño, aún en pijama, lo miraba con curiosidad fijamente.—¿Qué haces despierto tan temprano, campeón? —preguntó Benjamín, sonriendo mientras se frotaba el cabello mojado con otra toalla olvidando por completo su cicatriz.El niño notó la larga cicatriz que atravesaba su pecho, desde el lado izquierdo hasta cerca del abdomen. Su curiosidad fue inmediata.—¿Qué te pasó ahí? —preguntó, señalando la marca con el dedo.Benjamín se detuvo, sorprendido por la pregunta. Se llevó una mano a la cicatriz y dejó escapar un leve suspiro.—Es una vieja herida. No te asustes—
La nieve caía como en esas películas navideñas cursis que tanto me gustan, cubriendo todo con un blanco perfecto. Desde la ventana de la sala, veía a Benjamín y William cargando cajas del desván, luchando con el peso como si estuvieran en una misión épica. Emma de dos meses de nacida, dormía en mis brazos, completamente ajena al caos que sus dos hombres favoritos estaban a punto de causar.—¿Estás seguro que no romperás las luces, William? ¿Y no llorarás cuando termine de decorar? Si no estás seguro podemos dejarlo para otro año—bromeó Benjamín, mirando a mi hijo con esa mezcla de paciencia y diversión que solo él sabe manejar.—¡No...realmente quiero que Emma vea el árbol! —protestó William, poniendo cara de indignado. Aunque, para ser honesta, claro que le costó aceptar el pasado y comenzar de nuevo, mi hijo es realmente adorable.Ben soltó una carcajada mientras William trataba de arrastrar una caja que claramente pesaba más que él. Me costó no reírme también, pero Emma decidió en