Patricia se levantó a tempranas horas de la mañana. Ayudo a su abuela con el desayuno antes de salir hacia la casa de la familia Rocco. Hoy sería un día muy importante para Anthony las pruebas serían tomadas hoy. Aunque la familia Rocco no era una familia ejemplar y un modelo perfecto de armonía deseaba que el niño fuese hijo de su jefe al menos tendría un techo donde dormir y a ella para cuidarlo.
—¿Llevas prisa? —Micaela preguntó al verla tan apurada
—Un poco abuela ¿puedo ayudarte en algo?
—No cariño, solo preguntaba —Micaela estaba insegura con respecto al trabajo, temía que pasara lo inevitable y era el motivo por el cual preguntaba sin llegar a ser tan obvia.
—Desayuna abuela, volveré por la noche —besó la frente de Micaela antes de salir con prisas.
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—¿Es necesario todo esto? —Patricia llevaba al niño de la mano. Apenas habían bajado del auto para ingresar a la clínica dónde se llevaría a cabo las pruebas para saber si Anthony era hijo de Antonio o no.
—Quiero estar seguro Patricia, no quiero que el día de mañana alguien aparezca reclamando derechos sobre él y lo aparte de mí —Patricia entendía su punto pero…
—¿Qué sucederá si el niño no es suyo? —el niño no tenía a nadie más en la vida su madre se había desentendido totalmente de él y se había marchado si ver atrás.
—No estoy listo para ser padre Patricia, pero cualquiera que sea el resultado me haré cargo de él, necesitare de toda su ayuda. La casa de mis padres no es el mejor lugar para criar a un niño —los recuerdos de su niñez llegaron sin querer. Su madre castigando a su hermano por culpas que no era suyas y de nada servía que intercediera por él porque el castigo era mucho mayor.
—¿Por su madre? —Patricia sabía que era arriesgado tratar de averiguar todo pero necesitaba saber dónde pisar por su bien y el de Anthony
—Es mi madre, pero eso no la convierte en una buena mujer —dijo serio separándose de ellos para solicitar información
—¿Dolerá? —preguntó el niño con voz llorosa
—No cariño me asegurare de eso —prometió habían muchos métodos para llevar a cabo la prueba que necesitaba Antonio. El niño asintió menos temeroso.
Una hora después estaban en el auto, los resultados demorarían en llegar al menos tres semanas.
—Quiero comer helado —el niño sonrió. Patricia espero a que su jefe aceptara o se negará
—¿Vainilla? —preguntó era su favorito
—¡Chocolate! —grito emocionado
—Vamos por esos helados —sonrió y Patricia se fijó por primera vez que su sonrisa era verdadera.
—¡Sí! ¡Sí!
—Calma cariño —Patricia tranquilizo al niño
—Por cierto nadie me dio un regalo de cumpleaños —se quejó para tener seis años era un niño peligroso pensó Patricia.
—Vamos por ese regalo entonces —Antonio condujo hasta el centro comercial. Iba a disfrutar del día que tenía por delante. Después de la discusión con su madre había reflexionado su conducta con respecto al niño. El que no estuviera listo o preparado para ser padre no le eximía de la responsabilidad que tenía con él. Era posible que en su vida hubiera buscado la manera de liberarse de su madre haciendo exactamente todo lo contrario a sus deseos, Anthony no estaba planificado pero existía y tenía la sospecha que los exámenes era mero trámite porque el niño tenía la sonrisa de Danilo.
Una sonrisa que no permitiría que nadie le robara como había hecho su madre con su hermano.
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—Dafne podría por favor —se recostó sobre su silla, giró para ver por el ventanal. Había sido un estúpido por aceptar a una mujer como Lucrecia en su vida. La tipa estaba completamente loca. Lo retaba abiertamente lo que quería decir que no había creído una sola palabra sobre su supuesta relación con Dafne. Lanzó la invitación al desfile del próximo fin de semana
—Señor —estaba distraído tanto que no se había dado cuenta en el momento que su secretaría había entrado.
—Siéntese por favor —estaba loco ¿pero qué opción tenía? Sin contar que estar cerca de Dafne lo ponía nervioso, había llegado a creer incluso que la torpeza de su secretaria era contagiosa porque él actuaba de manera torpe cuando estaba cerca.
Dafne espero a que su jefe se decidiera hablar. Acomodo los lentes sobre el puente de su nariz con un dedo, tobo bajo la atenta mirada de Danilo.
¿Qué tenía ella que lo ponía tonto? ¿Por qué su corazón parecía palpitar con prisa cada que ella se acercaba? Negó eran preguntas a las que no quería respuesta por ahora.
—¿Tiene algo que hacer el sábado por la noche? —preguntó directo.
Dafne pestaño sin comprender ¿Por qué lo preguntaba? ¿Qué haría el sábado? A parte de alimentar a su gato y leer novelas románticas hasta el amanecer no tenía nada en su agenda.
—Nada señor —respondió después de un largo silencio
—¿Podría acompañarme?
—¿Acompañarlo? —preguntó sorprendida
Danilo respiró profundo. Dafne era torpe no idiota y si no le decía las cosas claras no iba a conseguir su ayuda.
—Dafne yo necesito que me haga un favor y de verdad yo le viviré agradecido toda mi vida —pestaño de nuevo antes de preguntar
—¿Qué necesita?
—Que se haga pasar por mi novia —Dafne abrió los ojos asustada. Sus labios se abrieron y cerraron sin poder emitir palabra alguna ¿había escuchado bien?
—¿Qué?
—Lo siento Dafne yo… le he dicho a Lucrecia que estamos en una relación —si no estuviera sentada estaba segura que se habría desmayado
—¿Por qué haría tal cosa? —pregunto removiéndose incomoda en su lugar. La idea de Danilo siendo su novio le recordaba a la última novela que había leído, pero esto no era una novela era su vida y era real.
—No voy a volver con ella y sé que estoy siendo egoísta porque la he involucrado sin siquiera preguntarle primero pero yo realmente no sé qué hacer…
Dafne no puedo evitar que su imaginación volara fuera de la realidad. Ella siendo la novia de Danilo Rocco, tener un romance con su jefe. Suspiró
—Dafne —Danilo había esperado por una negativa en su lugar su secretaria parecía perdida en sus pensamientos
—¡Dafne! — llamó de nuevo para traerla de regreso
—Lo siento señor yo… yo no tengo nada que ponerme
—No hay problema por eso —sonrió
Dafne fue consiente que había aceptado acompañarlo sin decirle sí…
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Anthony disfruto de un delicioso helado y de pizza cortesía de su padre…
—¿Puedo ir a los juegos? —preguntó mientras señalaba los juegos infantiles dentro del centro comercial.
Patricia y Antonio se miraran entre si antes de dejarlo marchar con la vista puesta todo el tiempo sobre él.
—Gracia Patricia, lleva apenas unos días con el niño y la confianza que existe entre ustedes es muy importante —Patricia no se esperaba esto.
—Desde luego podría decir que es parte de mi trabajo, pero le estaría mintiendo Anthony es un niño muy receptivo tengo la impresión que estuvo sólo la mayor parte del tiempo o en casa de su vecina donde al parecer su madre solía dejarlo
—Lo veo y no puedo creerlo tiene seis años y somos dos desconocidos —Antonio observo al niño. Algo dentro de su pecho dolió.
—Es algo que tiene solución señor Rocco ¿Correrá el fin de semana? —Antonio no comprendió el cambio repentino del tema
—Si
—Anthony disfrutaría verlo correr —Antonio aparto la vista del niño para verla, su sonrisa de repente le hizo sentir un hueco en el estómago. Sus manos estaban cerca sobre el barandal, tuvo el impulso de acariciar esa mano color del chocolate. Negó algo no iba bien en todo esto. Se apartó disimuladamente.
—Me parece una buena idea Patricia —no la miró se sintió de repente incomodo
—Otra cosa más, ¿el niño no tiene más ropa de la que llevaba consigo cuando llego?
—¿Qué?
—Necesita comprarle ropa señor Rocco —Antonio maldijo su descuido.
—Pues vamos a por ello
—¡Anthony! —llamó para ver al pequeño correr en su dirección
—Sí
—Vamos de compras —Antonio no miro a Patricia, trato de ignorarla deliberadamente.
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—Tienes que hacer algo Santiago, estoy cansada de todo lo dejes pasar —Margarita estaba acosando a su marido de nuevo
—Basta Margarita te he soportado todos estos años por el que dirán y por tu maldita amenaza de lastimar a Danilo. Deja a mis hijos en paz o te prometo que nada me impedirá conseguir el divorcio —Santiago se puso de pie
—Estás loco, jamás firmaría el divorcio, jamás serás libre de mí. Nuestras empresas terminarían divididas si llegara a ocurrir, no seré el hazmerreír de nadie por tu culpa —Estaba colérica por la respuesta de su marido
—Deja a mis hijos en paz. Te lo advierto —salió de la biblioteca maldiciendo la hora en que había aceptado casarse con Margarita.
—Señora
—¿Qué es lo que quieres?
—La señorita Mariana llego —la chica del servicio informó con cierto temor
—Hazla pasar —respiró profundo antes de que su visita entrará y la viera perder los estribos, Mariana Reyes era la mujer perfecta para su hijo sobre todo para tapar el desliz de Antonio, el niño bien podría hacerse pasar por hijo de los dos…
—No creo que Antonio aprecie mucho tu interés por casarlo Margarita —Mariana dejó su taza sobre el escritorio con gracia y elegancia. Justo la clase de mujer que Margarita buscaba para su hijo.—Eres hermosa, inteligente—Asquerosamente rica —Mariana termino la frase con una media sonrisa—Querida por favor, el dinero es lo de menos. Mi hijo necesita una mujer que pueda comprenderlo—¿Tolerar también su libertina vida? —Margarita sonrió con nerviosismo. Habría jurado que Mariana tenía un interés sentimental por su hijo ¿se había equivocado?—Querida por favor, me haces quedar mal —bebió un sobro de su té para evitar decir algo que fuera rebatido por la mujer frente a ella.—Perdóname Margarita quizá estoy siendo demasiado directa. Pero nunca he notado interés alguno p
Patricia y Anthony estaban desbordados de felicidad Antonio había hecho una magnifica carrera ese día coronándose en el puesto número uno.—¡Mi papi es el mejor! —gritaba Anthony con la felicidad tatuada en el rostro—Lo es cariño —Patricia sonrió al ver lo feliz que era.—Quiero comprarle algo —el niño dijo serio de repente—¿Eh? —Patricia no comprendía su cambio de humor.—Ha ganado una carrera Chocolatina y nadie más que nosotros ha venido a verlo, no quiero pensar en lo mal que se puede sentir tiene a sus padre, pero ninguno parece interesado en él –Anthony era muy observador pensó Patricia. Ella no había caído en cuenta que de hecho ni siquiera Danilo estaba presente, no conocía muy bien al hermano de Antonio pero parecía amable.—¿Qué quiere
Patricia no podía creer su falta de profesionalismo. En realidad si no podía creerlo se había sentido tan natural y ver la sonrisa de Anthony no tenía precio.—Tengo sueño Chocolatina —bostezó—Vamos a la cama entonces cariño —le había dado un baño y arropado para que pudiera descansar. Eran pasadas las diez de la noche su abuela iba a matarla con seguridad ni siquiera había llamado para avisarle que llegaría tarde olvido ponerle saldo a su móvil.Una vez tuvo la seguridad que Anthony estaba profundamente dormido dejó un beso sobre la frente del niño y salió de la habitación. Había un desastre que limpiar ahí abajo.—¿Qué haces? —pregunto apenas piso la cocina y miro a Antonio—Limpiando ¿te apuntas? —sonrió. Patricia contuvo el aliento ¿Por q
Patricia se removió le dolía el cuerpo debido a todo lo que había limpiado casi hasta el amanecer.—¡Buenos días! —sus ojos se abrieron de golpe al escuchar la voz de Antonio.—¿Qué? —de detuvo abruptamente al recordar que había dormido en la habitación de Antonio Rocco.—Lo siento Patricia, no quise asustarte—sonrió el ver como se oscurecían las mejillas de Patricia, subiendo la sabanas hasta casi su mentón.—Bajaré a la cocina para que puedas vestirte —señalo la silla donde su ropa estaba doblada.—Gracias —sonrió con timidez—Espera —Antonio se detuvo con la mano en el pomo de la puerta.—Dime—¿Anthony? —preguntó no sabía ni la hora que era.—Aun dormido, lo de anoche fue especial —sonrió
Dafne había despertado hace una hora. La impresión de encontrar a Danilo aun en su cama le acuso un escalofrío por todo el cuerpo. Habían pasado el fin de semana juntos ¿Ahora que podía esperar? Quizá que le diera las gracias y la despidiera. Sería muy difícil trabajar a su lado e intentar olvidar lo que paso entre ellos. No estaba preparada para marcharse, mucho menos para olvidar.—Buenos días bella —contuvo la respiración cuando los brazos de Danilo se enroscaron en su estrecha cintura.—Señor Rocco —tartamudeo—¿Señor Rocco? —preguntó divertido—Yo… —no sabía cómo enfrentarlo—Deja de buscar una salida Dafne. Aceptaste ser mi novia y no voy a dejar que te eches atrás —Dafne había olvidado ese pequeño detalle ¿había aceptado ser
Era martes y Patricia tenía el día libre. Antonio se lo había dicho antes de marcharse ¿Qué haría? No sabía segura estaba que su abuela la bombardearía con preguntas y aunque no tenía nada que ocultar ¿De verdad no tenía nada que ocultar? Negó con un movimiento de cabeza.—¿Qué sucede? —Micaela la miro con ojos de sospecha.—Nada abuela ¡Estoy cansada! Tan cansada que sólo deseo arrastrarme de nuevo a la cama, baje ¡Quinientas gradas! y ese no es el verdadero problema si no subirlas de regreso.—Eres joven Patricia no puedes hablar en serio —se burló Micaela. Sin poder evitar reírse ante la cara de sufrimiento de su nieta.—Lo sé, pero no estoy acostumbrada —dijo con desgana—Tienes el día libre no te quejes mujer —sonrió llevándose la taz
Patricia permaneció quieta, tanto que parecía una estatua de mármol. ¿Antonio estaba besándola? Se alejó tan pronto como su cerebro pudo procesar la información.—¿Qué haces? —Llevó sus dedos hacia sus labios. Tocando con las yemas sus labios recién besados.—Lo siento yo…—No trates de jugar con migo Antonio, yo no soy el tipo de mujer al que tú estás acostumbrado a tratar, no soy la mujer de tus sueños —quería llorar, porque ese roce había encendido una llama dentro de su corazón, y no estaba bien, no era correcto, era su jefe.—Tienes razón —Antonio se alejó un poco más, todo lo que la pequeña cocina le permitió.—¿Entonces qué es lo pretendes? —le dolía saber que tenía razón, pero era mejor sufrir u
Patricia permaneció de pie frente a la arrogante mujer ¿Debía marcharse? ¿Ayudaría si le explicaba el daño que le haría a Anthony? Sabía perfectamente que no era indispensable para la señora Rocco ¿Y para el niño? Conocía al respuesta, ella tenía dignidad y se habría marchado aceptando un nuevo despido, al final de cuentas no era el primero y segura estaba que no sería el último. Pero esto iba mucho más allá de un simple trabajo. Anthony era mucho más importante que su dignidad, podía sentir la necesidad del niño como suya.—¿Podría pensarlo mejor? —se atrevió a pedir.—¿Se has acostado, con mi hijo? —preguntó con desprecio—No señora, no es lo que usted cree. Si me atrevo a pedirle esto, es por el niño. Anthony necesita atención y e