CAPITULO 5

—¿Eres la niñera? —Héctor observo fascinado a Patricia. Ella parecía poco interesada su mirada estaba más allá. Justo donde Antonio y Anthony.

—Sí —no se giró para verlo.

—Eres una mujer muy hermosa —Patricia giró su rostro lentamente

—¿Te parece? —sonrió habían pocos hombres verdaderamente interesados en una mujer como ella. Muchos otros estaban únicamente interesados en llevársela a la cama.

—Sí, lo eres ¿Patricia cierto? —asintió al ver en los ojos de Héctor únicamente interés genuino.

—¿El niño? —Patricia no sabía si estaba al corriente o no de la situación del niño así que omitió el detalle de que eran padre e hijo.

—Es su cumpleaños —dijo volviendo la mirada al escuchar el grito del niño. Eran gritos de felicidad y ella se sintió complacida por el pequeño.

—¡Genial! —Héctor sonrió al ver la sonrisa blanca y perfecta de Patricia era un trozo de chocolate y se atrevía a pensar que era la mejor calidad que podía existir.

—Sí, una pena que no tenga una fiesta de cumple —dijo sin pensar

—No puede ser posible —Patricia se encogió de hombros ¿Qué podía hacer ella? Tuvo buenas intenciones pero sin los familiares del niño interesados poco podía lograr.

—Déjame organizar algo rápido —Patricia se sorprendió

—¿Qué harás? —preguntó intrigada

—Espera y verás —buscó la salido del Autódromo con el móvil pegado a su oído. Ella sólo podía esperar y nada más.

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Dafne llamó a la puerta de su jefe. La bandeja con el almuerzo se balanceaba peligrosamente entre sus manos ¿Por qué tenía que ser tan torpe? Se preguntó esperando desesperada porque abriera la puerta rápido.

—Pasa Dafne —la voz fuerte de Danilo se hizo escuchar. Pero ella no podía abrir la puerta sin dejar caer el almuerzo

—No puedo abrir la puerta lo siento —Dafne cerró los ojos esperando a  que él le gritara por su poca eficiencia. En su lugar la puerta se abrió dejando ver el rostro de Danilo, parecía estresado, el saco estaba fuera de su cuerpo, su camisa estaba remangada hasta los codos. No era el hombre regio al que estaba acostumbrado. Pero de esta manera se veía tan tentador y sexy

—¡Dafne! ¡Dafne! —Danilo tenía la bandeja en las manos. Su día había iniciado mal con la visita de Lucrecia y la involuntaria erección que había sufrido por causa de esta distraída mujer frente a él.

—Lo siento señor yo —se puso roja como un tomate al darse cuenta que se había quedado perdida en sus pensamientos.

—No te preocupes. Puedes salir a comer ahora —asintió y cerró la puerta detrás de sí. Se dio suaves golpes sobre su mejilla para borrar los pensamientos pecaminosos que de repente se le habían cruzado por la cabeza. Ella era… bueno no era bonita, sus lentes de pata gruesa y su cabello maltratado le hacían ver más corriente de lo que cualquier otra mujer podía ser. Sin mencionar su vestuario. Tomó su bolso  y salió no quería pensar en nada más y su estómago rugía de hambre.

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—¡Gracias Patricia! —Anthony gritó, mientras se llevaba la hamburguesa a su boca y mordía sin ningún cuidado.

—Gracias Héctor —dijo bajito. El entrenador de Antonio había logrado que el personal del Restaurante le cantara las mañanitas al niño y el dieran un obsequió un pequeño pastel de chocolate para que pidiera su deseo.

—De nada, ha sido un placer —sonrió.

Todo esto sucedía justo frente a Antonio quien no dejaba de observar la interacción entre su entrenador y su niñera. Debía admitir que lo estaba disfrutando. Era la primera vez que llevaba a alguien a dar una vuelta en la parte de atrás de su moto.

—¿Tienes un regalo para mi papá? —Héctor dejo de comer al escuchar las palabras del niño

—¿Papá?

—Una larga historia —el entrenador enarco una ceja. Esperaba que esto no fuera de dominio público o la carrera de Antonio se viera afectada por el escándalo.

—¿Su madre? —preguntó en tono bajo. Antonio no era hombre de una sola mujer

—Se fue —Anthony respondió, mientras le daba otra mordida, la salsa kétchup macho sus labios. Patricia se apresuró a limpiarlo.

—Creo que es hora de volver —Patricia no quería que los hombres tuviesen esa charla frente al niño.

—No Pastelito, aun no —se quejo

—Anthony —el niño hizo un puchero

—Te veré luego —Antonio se despidió de su entrenado

—Tenemos que hablar —Héctor estaba serio

—Lo sé hombre no te preocupes —Antonio le tendió la mano para despedirse

—Muchas gracias por esto Héctor —Patricia le sonrió simplemente

—Ha sido un placer Patricia, cuida del próximo campeón —el niño se sonrojo

—Gracias

—Espero verte pronto

—Adiós —Patricia prefería no comprometerse con algo que difícilmente podría cumplir, sus horarios de trabajo eran de siete de la mañana a siete de la noche, no tendría tiempo ni para ella misma.

—¡Todo ha sido genial! ¡Gracias papá! —Antonio sonrió. No sería fácil acostumbrarse a la idea de que ahora tenía un hijo, pero haría el intento por ser un buen padre.

—De nada campeón —Anthony tomó su mano olvidándose de Patricia.

La sensación de la pequeña mano sobre la suya de alguna manera le hizo sentir que el niño era real muy real y que era parte suya.

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—Estás loca —Santiago no podía creer que Margarita tuviese el corazón tan frío

—Es la mejor solución Santiago —Margarita se cruzó de piernas

—¿Casar a Antonio? Es la idea más absurda que he escuchado decirte en todo este tiempo. Si no has podido lograr que trabaje en la empresa ¿pretendes que se case?

—Es la única solución, la mujer que elija deberá aceptar al niño como suyo, para que no exista rumores por Dios, el nombre de mi familia no estará en boca del mundo —Margarita se puso de pie

—No importa lo que el mundo opine mujer sino lo que tu hijo quiera y por el bien del niño no podemos imponerle a cualquier mujer como su madre no es un bebe al que puedas engañar

—Su madre lo abandono, poco le importo si lo recogíamos o no —Margarita no iba a permitir que el escandalo la salpicara bajo ninguna circunstancia

—Eres una mujer insensible Margarita el niño necesita una familia que lo ame y no que lo ve a como un problema

—Es un problema ¿Por qué no lo ves? No quiero siquiera pensar en el titular que pueda aparecer en los diarios cuando todo se descubra

—Haz lo que quiera Margarita solo no vengas a mi cuando tus planes fallen, porque no voy a apoyarte en esta locura. Antonio es libre de elegir la mujer que quiera como compañera para toda la vida y no vivir arrepentido de ceder a las presiones de terceros

—¿Qué quieres decir?

—Déjalo vivir, Antonio no es un niño —salió de la biblioteca. Sabía lo que era ceder a las presiones de terceras personas. Él lo había hecho cuando había quedado viudo y le recalcaban la necesidad de que Danilo necesitaba una madre. Un error que no deseaba que sus hijos repitieran.

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—Ten una buena noche cariño —Patricia se despidió con un beso del niño. Eran más de las siete de la noche y aún tenía que coger el autobús para ir a casa.

—Me la he pasado genial, gracias Pastelito —Patricia sonrió, lo arropo una vez más antes de apagar las luces de la habitación.

—Hasta mañana mi niño —susurro bajito

—Hasta mañana chocolatina —suspiró Anthony le pondría mil nombres seguramente pero todos eran dulces para ella.

—Hasta mañana mi chocolatito blanco —sonrió. Salió de la habitación directo a las escalaras era tarde y su abuela estaría esperando en la puerta de vencida seguramente.

—Espera —la voz de la señora Rocco le hizo detenerse

—Dígame señora

—¿Dónde estuviste toda el día? —estaba cansada sólo deseaba irse a casa

—Fuimos al Autódromo para ver al señor Rocco entrenar —el rostro de Margarita cambio

—¿Cómo pudiste llevar al niño? ¿Sabes que has arriesgado todos mis planes? ¿Quién más sabe que Antonio tiene un hijo? ¿Quién autorizo a salir en todo caso? —gritó colérica.

—Fui yo, le pedí que llevará a mi hijo al Autódromo para verme correr ¿Tienes algún problema? —Antonio salía de la cocina con un vaso de agua en las manos.

—¿Cómo has podido ser tan estúpido? —gritó ahora con enojo dirigido a su hijo

—Vete Patricia —dijo serio, mirando a su madre. Patricia salió con prisa no quería quedar en el fuego cruzado podría terminar por llevarse la peor parte.

—¿Qué es lo que quiere mamá? —preguntó después de un momento de silencio

—Que te cases Antonio, tienes que sentar cabeza no eres ningún niño y ahora tienes un hijo del cual ni siquiera tenías conocimiento hasta desconoces quien de todas tus aventuras es la madre.

—Estás loca mamá, perdóname pero no tienes derecho a meterte en mi vida. Anthony no repetirá la historia de Danilo, no sufrirá la ira de una madrastra celosa y ambiciosa como tú —Antonio giró el rostro cuando su madre estampo la cachetada en su mejilla

—No te atrevas a hablarme de esa manera Antonio. Todo lo que he hecho ha sido por ti y para ti

—Nunca te lo he pedido mamá. Agradecería en su lugar que dejaras de tratar de convertirme en el enemigo de mi hermano, porque perderás tu tiempo —se olvidó del agua y subió a su habitación enfadado.

 —¿Qué haces ahí? —Danilo sonrió

—Tu juego está llegando a su fin Margarita. No podrás dominarlo por mucho que te esfuerces —paso a su lado sin mirarla. Había sufrido demasiado por culpa de esa mujer: su niñez había sido un infierno día tras día. Afortunadamente Antonio no había heredado su maldad, se amaban como hermanos y estaba seguro que su lazó era irrompible por mucho que a su madrastra eso le molestara.

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