Zia aún sentía su mejilla caliente por la bofetada que le había propinado su padre hace unos minutos, la sangre le hervía, pero había bastado esa pequeña disculpa para que ella se calmara también.Su infancia había sido bueno, muy poco recuerda ella el momento en que perdieron todo su dinero, por eso ella no siente que sufriera en aquellos tiempos. Nunca les faltó comida o un techo, para la joven Zia lo más importante era el afecto y la familia.Todo eso cambió cuando los Berlusconi volvieron a ser poderosos y adinerados en su pueblo natal en Italia, Zia encontró un refugio en la ropa de diseñador muy costosa, las botellas de champagne extravagantes y una vida llena de locura y excesos todos los fines de semana. Su familia se concentró tanto es superar a los Rucci, que olvidaron algo esencial: el amor.—¿A qué te refieres con que Francesco puede estar arrepintiéndose de su compromiso?— preguntó Vito consternado, él estaba consiente de que su hija era la más cotizada de su ciudad
Entre Alice y Aron no había una relación en si, pero está conversación era el inicio de algo nuevo entre ellos, algo que Aron había estado buscando desde hacía dos años y que Alice trató siempre de evitarlo.Este avance era un premio para el apuesto doctor, que esperó pacientemente por su enamorada. Desde el día en que Alice lo atropelló, Aron quedó flechado por esos ojos que solo con verlos pareciera que te prendiera hasta el interior.Esto mismo debía generar Zia en su prometido, ella tenía varias herramientas para usar con él, pero sabía que Francesco no era un hombre ingenuo. Él es un hombre que no se deja convencer fácilmente, bueno, en realidad esto por los demás, dado que por Marlene hacía casi cualquier cosa.El chantaje emocional que utilizaba la señora Rucci para con su hijo mayor era algo desesperante a la vista, pero para ella eficaz en la práctica. Desde el día en que Francesco despertó, Marlene supo que era su oportunidad, su hijo favorito se parecería mucho a lo qu
A las seis en punto de la tarde Marlene salía de su oficina rumbo a la casa de Roxana, había tenido el tiempo suficiente de preparar un documento donde Alice tendría prohibido acercarse a cualquier Rucci jamás.Esto supondría que así Francesco recuperará la memoria y la buscara, ella no podría estar con él, en cuanto a su hija, Alice tendría a decirle a Francesco que abortó cuando este tuvo el accidente y mentir acerca de la edad de su hija, diciendo que fue engendrada por otro hombre. ¡Una completa locura! Pensó el abogado de los Rucci, pero sin atreverse a decir palabra alguna, a él solo le interesaba seguir cobrando los jugosos cheques que provenían de su jefa. Marlene revisaba su celular en el asiento trasero de su auto, siempre estaba ocupada, pero esto era algo que tenía que hacer de inmediato, sacarse de encima a Alice para siempre o por lo menos el tiempo suficiente para que Francesco no pueda volver a ella. Un cheque con muchos ceros estaba al final de la carpeta don
Alice se detuvo por un momento, observó a su hija dormida a un lado de la cama y fue inevitable no soltar unas cuantas lágrimas. Sentía demasiada impotencia en su interior, ella no había insistido más por Francesco, sin poder estar por lo menos en la puerta de su habitación en el hospital, Alice solo luchaba por sacar adelante su embarazo.Bastó volver a aparecer en esa mansión para que Marlene se volviera completamente loca, ¿Cómo podía amenazarla con joderle la vida a Aron?Alice sentía un gran aprecio por él, no era lo suficiente cómo para sentir amor, pero el solo hecho de pensar en que por su culpa Marlene podría quitarle todo por lo que Aron había trabajado le revolvía el estómago. Quedaba una cosa más, ella podría continuar con su vida normal, incluso podía quedarse al lado de Aron, solo con una condición, jamás mencionarle bajo ningún concepto la existencia de este trato a él o pagaría por todo de igual forma. Al final de todo estaba el cheque, cinco millones de dólares,
Zia estaba contenta, ahora su boda otra vez podía decirse que estaba en curso, a Francesco solo le faltaba un empujoncito para que se decidiera al fin a ponerle fecha a su gran día.De buen humor Zia se subió a uno de los coches de la familia Rucci y le indicó al chófer que la llevara al mejor centro comercial de la ciudad, haría lo que más le encantaba: gastar el dinero de su padre. Después de pasar varias horas en la tienda más exclusiva y costosa de toda la ciudad, escogiendo una pila de ropas, que obviamente no necesitaba y la cual muy probablemente no llegaría a usar, Zia fue a pagar.Ante tal cliente, la encargada del lugar destapó una botella de su mejor champagne, una atención preferencial para una cliente especial.—Señorita, disculpe, su tarjeta ha salido rechazada.— le dijo la trabajadora de la tienda a Zia que servía otra copa de champagne.—¿Qué dices? Vuelve a pasarla, con esa tarjeta puedo comprar toda esta tienda.— respondió Zia, arrogante como siempre, faceta
Zia encendía su cuarto cigarrillo en menos de una hora, desde que estaba con Francesco había dejado de fumar, este hábito era de los más odiados por su prometido, pero ante tanto estrés, ella no veía otra salida que la nicotina. Ahora sí, estaba en serios problemas, dado que su padre solo tenía una sola cosa en mente: vengarse de los Rucci.Ahora lamentaba el haberse acercado a su ahora prometido, en aquella cafetería en Sicilia, Italia. Zia llegaba como de costumbre por su desayuno favorito y esa mañana se encontró con aquel apuesto caballero que atrapó su corazón, que lamentable pensaba ahora.Bastaron unos cuantos minutos de conversación para que Zía supiera de quién se trataba, un hombre apuesto, caballeroso y adinerado, el combo perfecto para una ambiciosa joven como ella. —Marlene, ya he convencido a Francesco de ir a la montaña este fin de semana.— dijo Zia al entrar en la oficina de su suegra, ahora no tenía nada más que hacer, sin dinero su vida no tenía ningún sentido
Tanta falta le hacía a Francesco un amor verdadero, que había quedado encantado con la velada de anoche con su prometida. Fue una noche realmente hermosa, hablaron, rieron y se sintieron fascinados el uno con el otro como hacía tanto. Así que Francesco solo pensaba en volver a repetirlo, volver a sentirse tranquilo y en paz, al lado de la mujer con la cual muy seguramente pasaría el resto de su vida. —Amor, ya casi salgo de la oficina, ¿Te paso buscando por la casa de tus padres y repetimos lo de anoche?— escribió Francesco a Zia, su prometida, la cual aún estaba en el auto motel de las afueras de la ciudad, revolcándose con el jefe de seguridad de la familia Rucci. —Hola cariño, me parece fantástico, solo dame una hora para arreglarme y pasas por mí, así no me esperas con las extensas y aburridas historias de mi padre.— respondió Zia, astutamente, con lo cual sacó una sonrisa de su prometido al leer el mensaje.— apresúrate, ¡debemos irnos ya!— le dijo Zia, exaltada a su cómpl
La pesadilla para Alice no solo no acababa, todo lo contrario, se extendía, ahora estaba frente a la actual novia del padre de su hija y su gran amor, todavía era su gran amor, ¿Hasta cuándo?Alice temblaba disimuladamente, buscando una respuesta ante las palabras de Zia, si ella sabía quién era ella exactamente debía ser gracias a Marlene, quien seguramente le había contado sobre una sanguijuela que estuvo detrás de su futuro esposo en el pasado. ¡Cuídate de ella! Le habría dicho Marlene a su nueva nuera, advirtiéndole sobre una posible competencia.—Sí, soy Alice Smith, ¿Cómo sabes mi nombre completo?— habló Alice después de un par de segundos, tratando de esquivar la mirada acusadora de Zia. —El cómo lo sé no viene al caso, ¿Qué coincidencia que de tantos restaurantes en esta ciudad, estemos todos aquí, verdad?— volvió a preguntar Zia, está vez mostrando su malvada risa ante Alice, ya no necesitaba actuar, su prometido no estaba cerca de ella. —Una muy mala coincidencia