Zia estaba contenta, ahora su boda otra vez podía decirse que estaba en curso, a Francesco solo le faltaba un empujoncito para que se decidiera al fin a ponerle fecha a su gran día.De buen humor Zia se subió a uno de los coches de la familia Rucci y le indicó al chófer que la llevara al mejor centro comercial de la ciudad, haría lo que más le encantaba: gastar el dinero de su padre. Después de pasar varias horas en la tienda más exclusiva y costosa de toda la ciudad, escogiendo una pila de ropas, que obviamente no necesitaba y la cual muy probablemente no llegaría a usar, Zia fue a pagar.Ante tal cliente, la encargada del lugar destapó una botella de su mejor champagne, una atención preferencial para una cliente especial.—Señorita, disculpe, su tarjeta ha salido rechazada.— le dijo la trabajadora de la tienda a Zia que servía otra copa de champagne.—¿Qué dices? Vuelve a pasarla, con esa tarjeta puedo comprar toda esta tienda.— respondió Zia, arrogante como siempre, faceta
Zia encendía su cuarto cigarrillo en menos de una hora, desde que estaba con Francesco había dejado de fumar, este hábito era de los más odiados por su prometido, pero ante tanto estrés, ella no veía otra salida que la nicotina. Ahora sí, estaba en serios problemas, dado que su padre solo tenía una sola cosa en mente: vengarse de los Rucci.Ahora lamentaba el haberse acercado a su ahora prometido, en aquella cafetería en Sicilia, Italia. Zia llegaba como de costumbre por su desayuno favorito y esa mañana se encontró con aquel apuesto caballero que atrapó su corazón, que lamentable pensaba ahora.Bastaron unos cuantos minutos de conversación para que Zía supiera de quién se trataba, un hombre apuesto, caballeroso y adinerado, el combo perfecto para una ambiciosa joven como ella. —Marlene, ya he convencido a Francesco de ir a la montaña este fin de semana.— dijo Zia al entrar en la oficina de su suegra, ahora no tenía nada más que hacer, sin dinero su vida no tenía ningún sentido
Tanta falta le hacía a Francesco un amor verdadero, que había quedado encantado con la velada de anoche con su prometida. Fue una noche realmente hermosa, hablaron, rieron y se sintieron fascinados el uno con el otro como hacía tanto. Así que Francesco solo pensaba en volver a repetirlo, volver a sentirse tranquilo y en paz, al lado de la mujer con la cual muy seguramente pasaría el resto de su vida. —Amor, ya casi salgo de la oficina, ¿Te paso buscando por la casa de tus padres y repetimos lo de anoche?— escribió Francesco a Zia, su prometida, la cual aún estaba en el auto motel de las afueras de la ciudad, revolcándose con el jefe de seguridad de la familia Rucci. —Hola cariño, me parece fantástico, solo dame una hora para arreglarme y pasas por mí, así no me esperas con las extensas y aburridas historias de mi padre.— respondió Zia, astutamente, con lo cual sacó una sonrisa de su prometido al leer el mensaje.— apresúrate, ¡debemos irnos ya!— le dijo Zia, exaltada a su cómpl
La pesadilla para Alice no solo no acababa, todo lo contrario, se extendía, ahora estaba frente a la actual novia del padre de su hija y su gran amor, todavía era su gran amor, ¿Hasta cuándo?Alice temblaba disimuladamente, buscando una respuesta ante las palabras de Zia, si ella sabía quién era ella exactamente debía ser gracias a Marlene, quien seguramente le había contado sobre una sanguijuela que estuvo detrás de su futuro esposo en el pasado. ¡Cuídate de ella! Le habría dicho Marlene a su nueva nuera, advirtiéndole sobre una posible competencia.—Sí, soy Alice Smith, ¿Cómo sabes mi nombre completo?— habló Alice después de un par de segundos, tratando de esquivar la mirada acusadora de Zia. —El cómo lo sé no viene al caso, ¿Qué coincidencia que de tantos restaurantes en esta ciudad, estemos todos aquí, verdad?— volvió a preguntar Zia, está vez mostrando su malvada risa ante Alice, ya no necesitaba actuar, su prometido no estaba cerca de ella. —Una muy mala coincidencia
Roxana tenía razón, no tenía sentido que Zia le pidiera tal cosa a Alice, pero el amor que esta última sentía aún por Francesco, estaba decidido en que lo mejor era la paz mental del padre de su hija. Paz mental que estaba bien, Francesco solo sintió dolor de cabeza otra vez cuando vio por primera vez a Alice, del resto nunca más volvieron. Él aprendió rápidamente a controlar los negocios familiares, su vida volvía a ser medianamente igual a como lo era antes del accidente, solo por pocos detalles no lo era y el más importante: su madre y las mentiras.Pero Alice había sido engañada fácilmente, el solo hecho de pensar en que ella podía atormentarle la vida a Francesco era suficiente para posponer por tiempo indefinido el presentarle a su hija. —Te he apoyado en muchas cosas amiga y en esto puedo discernir, pero la verdad que sin más información concreta no puedo dar otra opinión.— siguió diciendo Roxana mientras desayunaba antes de irse al trabajo.—¿Por qué razón Zia me me
Zia quedó paralizada por la impresión, venía caminando por el sendero “disfrutando” de la naturaleza y su padre la frenó en seco, encendiendo su pipa, recostado de un árbol algo alejado de la entrada principal de la cabaña. Ella estaba convencida de que nadie la había visto y que nadie la vería volver, pero estaba equivocada, nada más y nada menos que su padre la estaba esperando a que volviera de su “paseo”.—Disfrutando de la naturaleza, es obvio, o, ¿Acaso no puedo salir a dar un paseo?— respondió Zia, haciéndose la desentendida ante la mirada furiosa de su padre. —¿Tú disfrutando de la naturaleza?— volvió a preguntar Vito, separándose del árbol y acercándose a su hija.— hasta aquí me pega tu hedor, hueles a perfume de hombre barato. —No sé, no sé de qué estás hablando, estarás cansando por el viaje, iré por una cerveza.— decía Zia tartamudeando e intentando alejarse de su padre, pero este la sujetó del brazo con fuerza, deteniendo su paso. —Hueles al perfume pobre, de
Todos volvieron a la ciudad, algunos renovados y otros atormentados. Zia en especial estaba necesitada de dinero, hacía más de una semana que no tenía ni un centavo consigo, viviendo solo de apariencias. Pero no podía pedirle dinero a Francesco, ¿Cómo le explicaría a su prometido que necesita dinero si su familia es millonaria?Por esto debía pensar bien como chantajear a su suegra todo debía ser perfecto y sin levantar sospechas, de esto dependía poder tener su dosis de droga que era su amor y devoción al dinero. Lo primero fue quitarle un auto prestado a su padre, nadie podía saber a dónde iba, ni mucho menos qué haría, después, desde una biblioteca pública usar una computadora para enviarle las fotografías a Marlene. “Buenos días señorita Marlene”Empezaba a escribir Zia, desde una nueva cuenta de correo electrónico, prácticamente imposible de descubrir quién la enviara, dado que cientos de personas entran a esta biblioteca al día. “He descubierto su secreto, la pequeña C
Después de la puesta de sol, Marlene le ordenó a su jefe de seguridad y chófer, que la llevara a una dirección, era la casa de Alice, o por lo menos dónde estaba viviendo, tanto misterio no servía de nada, dado que John ya lo sabía todo. Se detuvieron del otro lado de la calle y Marlene no hizo ni dijo nada más, solo se quedó viendo hacía la puerta, igual que Han hace un día. John no entendía nada, él esperaba que su jefa enfrentara a Alice por las fotos, pero no fue así, después de estar ambos en silencio por más de media hora, Marlene le indicó a su chofer que la llevara a su casa.Ahora solo quedaba esperar que se acercara la media noche para ir al las inmediaciones del parque McMillan, dejar los veinte mil dólares en el bote de basura y seguir esperando que su secreto estuviera a salvo. ¿Hasta cuándo podía ser esto así? ¿Cuántas veces tendría que ir a llevar esa cantidad de dinero a ese lugar a la media noche? Mientras no tuviera un plan concreto, Marlene debía cumplir co