Francesco despedía a los últimos invitados de la fiesta, él era de las personas más sobrias que quedaban, el whisky y el champagne sobraban y todas las personas que asistieron no escatimaron a la hora de ingerir todo el licor que podían. Este era el mejor momento de la noche para Francesco, terminar al fin con todo esto que para él parecía ridículo, pero que cumplió sin reprochar prácticamente nada para seguir complaciendo a su madre. —Mi futuro hijo, me despido, todo estuvo exquisito.— se despedía con alguna dificultad al hablar el señor Berlusconi, padre de Zia.— cuánto lamento todo lo que ocurrió en el pasado, me habré perdido muy buenas fiestas. —Basta cariño, vámonos ya.— intervino la madre de Zia, sosteniendo a su marido de un brazo para que este no cayera al suelo.—Gracias a ustedes por venir.— se despidió Francesco muy formalmente, pero el señor Berlusconi se lazo hacía él para darle un abrazo muy pegajoso.—Buena elección hiciste con mi hija.— susurró al oído de
Marlene despertaba a Francesco, quien con dificultad abría los ojos. Después de varios meses, anoche había experimentado dolor de cabeza otra vez, todo gracias a esa otra mujer, Alice.Ahora con resaca debía afrontar otra reunión entre dos familias que se odiaban en secreto, pero que en unas semanas se unirían para siempre.—Buenos días.— dijo Francesco al llegar al jardín, los padres de Zia aún no llegaban, solo estaban Luke y su novia en la mesa, acompañando a la futura señora Rucci.—Buenos días.— dijeron al unísono Luke y su novia, pero Zia no lo hizo.Este era el colmo de los descaros, para Francesco no era suficiente la humillación de anoche, al confesarle a su hermano Mike que solo bastó ver a los ojos a aquella mujer para sentirse mil veces más atraído que por su prometida.Así que Zia se levantó de su asiento y se sentó en las piernas de Francesco, estampando un beso con frenesí en los labios de este. Cualquiera afuera de esta relación pensaría que era un beso de dos
Zia aún sentía su mejilla caliente por la bofetada que le había propinado su padre hace unos minutos, la sangre le hervía, pero había bastado esa pequeña disculpa para que ella se calmara también.Su infancia había sido bueno, muy poco recuerda ella el momento en que perdieron todo su dinero, por eso ella no siente que sufriera en aquellos tiempos. Nunca les faltó comida o un techo, para la joven Zia lo más importante era el afecto y la familia.Todo eso cambió cuando los Berlusconi volvieron a ser poderosos y adinerados en su pueblo natal en Italia, Zia encontró un refugio en la ropa de diseñador muy costosa, las botellas de champagne extravagantes y una vida llena de locura y excesos todos los fines de semana. Su familia se concentró tanto es superar a los Rucci, que olvidaron algo esencial: el amor.—¿A qué te refieres con que Francesco puede estar arrepintiéndose de su compromiso?— preguntó Vito consternado, él estaba consiente de que su hija era la más cotizada de su ciudad
Entre Alice y Aron no había una relación en si, pero está conversación era el inicio de algo nuevo entre ellos, algo que Aron había estado buscando desde hacía dos años y que Alice trató siempre de evitarlo.Este avance era un premio para el apuesto doctor, que esperó pacientemente por su enamorada. Desde el día en que Alice lo atropelló, Aron quedó flechado por esos ojos que solo con verlos pareciera que te prendiera hasta el interior.Esto mismo debía generar Zia en su prometido, ella tenía varias herramientas para usar con él, pero sabía que Francesco no era un hombre ingenuo. Él es un hombre que no se deja convencer fácilmente, bueno, en realidad esto por los demás, dado que por Marlene hacía casi cualquier cosa.El chantaje emocional que utilizaba la señora Rucci para con su hijo mayor era algo desesperante a la vista, pero para ella eficaz en la práctica. Desde el día en que Francesco despertó, Marlene supo que era su oportunidad, su hijo favorito se parecería mucho a lo qu
A las seis en punto de la tarde Marlene salía de su oficina rumbo a la casa de Roxana, había tenido el tiempo suficiente de preparar un documento donde Alice tendría prohibido acercarse a cualquier Rucci jamás.Esto supondría que así Francesco recuperará la memoria y la buscara, ella no podría estar con él, en cuanto a su hija, Alice tendría a decirle a Francesco que abortó cuando este tuvo el accidente y mentir acerca de la edad de su hija, diciendo que fue engendrada por otro hombre. ¡Una completa locura! Pensó el abogado de los Rucci, pero sin atreverse a decir palabra alguna, a él solo le interesaba seguir cobrando los jugosos cheques que provenían de su jefa. Marlene revisaba su celular en el asiento trasero de su auto, siempre estaba ocupada, pero esto era algo que tenía que hacer de inmediato, sacarse de encima a Alice para siempre o por lo menos el tiempo suficiente para que Francesco no pueda volver a ella. Un cheque con muchos ceros estaba al final de la carpeta don
Alice se detuvo por un momento, observó a su hija dormida a un lado de la cama y fue inevitable no soltar unas cuantas lágrimas. Sentía demasiada impotencia en su interior, ella no había insistido más por Francesco, sin poder estar por lo menos en la puerta de su habitación en el hospital, Alice solo luchaba por sacar adelante su embarazo.Bastó volver a aparecer en esa mansión para que Marlene se volviera completamente loca, ¿Cómo podía amenazarla con joderle la vida a Aron?Alice sentía un gran aprecio por él, no era lo suficiente cómo para sentir amor, pero el solo hecho de pensar en que por su culpa Marlene podría quitarle todo por lo que Aron había trabajado le revolvía el estómago. Quedaba una cosa más, ella podría continuar con su vida normal, incluso podía quedarse al lado de Aron, solo con una condición, jamás mencionarle bajo ningún concepto la existencia de este trato a él o pagaría por todo de igual forma. Al final de todo estaba el cheque, cinco millones de dólares,
Zia estaba contenta, ahora su boda otra vez podía decirse que estaba en curso, a Francesco solo le faltaba un empujoncito para que se decidiera al fin a ponerle fecha a su gran día.De buen humor Zia se subió a uno de los coches de la familia Rucci y le indicó al chófer que la llevara al mejor centro comercial de la ciudad, haría lo que más le encantaba: gastar el dinero de su padre. Después de pasar varias horas en la tienda más exclusiva y costosa de toda la ciudad, escogiendo una pila de ropas, que obviamente no necesitaba y la cual muy probablemente no llegaría a usar, Zia fue a pagar.Ante tal cliente, la encargada del lugar destapó una botella de su mejor champagne, una atención preferencial para una cliente especial.—Señorita, disculpe, su tarjeta ha salido rechazada.— le dijo la trabajadora de la tienda a Zia que servía otra copa de champagne.—¿Qué dices? Vuelve a pasarla, con esa tarjeta puedo comprar toda esta tienda.— respondió Zia, arrogante como siempre, faceta
Zia encendía su cuarto cigarrillo en menos de una hora, desde que estaba con Francesco había dejado de fumar, este hábito era de los más odiados por su prometido, pero ante tanto estrés, ella no veía otra salida que la nicotina. Ahora sí, estaba en serios problemas, dado que su padre solo tenía una sola cosa en mente: vengarse de los Rucci.Ahora lamentaba el haberse acercado a su ahora prometido, en aquella cafetería en Sicilia, Italia. Zia llegaba como de costumbre por su desayuno favorito y esa mañana se encontró con aquel apuesto caballero que atrapó su corazón, que lamentable pensaba ahora.Bastaron unos cuantos minutos de conversación para que Zía supiera de quién se trataba, un hombre apuesto, caballeroso y adinerado, el combo perfecto para una ambiciosa joven como ella. —Marlene, ya he convencido a Francesco de ir a la montaña este fin de semana.— dijo Zia al entrar en la oficina de su suegra, ahora no tenía nada más que hacer, sin dinero su vida no tenía ningún sentido