—¿Todavía le dices mamá? ¡Esa mujer no es tu mamá Bella, sabrá dios de quien te robó! —Mira Marta, aunque papá me enseñó aquella prueba, no lo creo, ¿y sabes por qué?—¿Por qué?—Porque si Eva no es mi mamá, ¿quién es? ¿Cómo papá no va a saber quien es mi mamá? Por eso sospecho, que lo que quiere es que esté a su favor en contra de mamá con el lío del divorcio. Por eso quiere que piense que no soy hija de ella, para que no me oponga a que la deje sin nada.—¡Bella! ¿Cómo puedes creer esa cosa tan macabra de papá? ¡Fíjate, y esto te lo digo por el bien de Lucas y Lucy! ¡Despierta, porque esa mujer es mala y es capaz de hacerle cualquier cosa a tus hijos y a nosotras! Papá no es capaz de engañarte así, con solo mirar la forma en que te mira y te ama, no haría una cosa como esa. —Puede ser, pero yo sospecho que me quiere hacer creer eso por otra cosa, ya te dije, sé que ella no me quiere. Pero de ahí a que me haya robado, y se haya hecho pasar por mi madre tantos años engañando a papá
Es sábado, se encuentra sentado en unión de toda su familia en el salón de la casa, haciendo las historias felices de los niños, cuando vienen a quedarse con ellos ahí. Christian ya ve un poco mejor toda la claridad y algunas sombras borrosas.—Oye Chris — lo llama su hermana—, ¿por qué no le pedimos a Bella, que deje quedar a Lucas y Lucy hoy y que los recoja mañana? Es muy tarde ya, dijo que los iba a traer cuando salieran del supermercado y no han llegado. Ya es de noche, a lo mejor se arrepintió de traerlos.—No, Marta me advirtió que podían demorarse, pero que los iban a traer aunque fuera una hora. Los niños dicen que me tienen una sorpresa. Es buena idea, se lo diré a Lucas que es el negociador. No sé a quién salió tan inteligente.—Ja, ja, ja…, —ríe el señor Thompson. —Oye querida, lo que dijo tu hijo, ¿qué no sabe a quién salió Lucas? ¿Nuestros nietos no te recuerdan a ellos dos cuando eran niños?—Así mismo es querido. Chris cuando tú eras pequeño, vivías defendiendo a t
—No escatime —interviene el señor Thompson, abrazando a Christian. —Le daré toda mi fortuna si es necesario, pero que nos los regresen vivos, ¿entiende? ¡Lo único que me interesa es salvar a mis nietos!—Por desgracia —dice el abuelo Sardino. —Todavía no recibimos noticias de los secuestradores. Hemos puesto en alerta, a todos los conocidos y agencias policiales. Sin embargo, nadie sabe nada, nadie vio nada. Fue en un lugar muy estratégico cerca de la casa, donde no hay cámaras de tráfico. Fue una suerte que Bella lograra llamar antes de desmayarse.—Papá, parece que van a salir los doctores, vamos —dice Santiago caminando al encuentro del doctor, que sale del salón de operaciones. —¿Y bien doctor, cómo están mis hijas?—Todo salió bien en la operación —comenzó a explicar el doctor. — Marta, tenía unas fracturas muy grandes en sus piernas, pero logramos reconstruirla. Por suerte, el golpe en la cervical, no ocasionó fractura. Llevará tiempo, pero se va a recuperar.—¡Gracias al cielo,
Están dos carros apostados escondidos frente a la mansión de los Sardinos. En otro más allá, Eva disfrazada supervisa la operación. Habían pensado ir directamente para casa de Christian, pero después que le dijeran que Isabella llevaba los niños y los dejaba todos los días, se puso a seguirla y se dio cuenta de que era verdad, por lo que decidieron asaltarla a ella en el camino y raptarlos a los tres.—¿Oye Ruan, no te parece que conocemos esta casa de la televisión? —pregunta uno de ellos que no había venido nunca al lugar.—¿De la televisión? ¿ Qué quieres decir con eso?— Me parece que esta casa salió en la televisión y es de los Sardinos.—¿Qué Sardinos? ¿Los millonarios?—Sí, sí esos mismos. ¿Estás seguro que esa mujer no nos está engañando? ¿De quién dijo que eran los chiquillos?—Ahora que lo mencionas, nunca nos ha dicho de quién son los niños que vamos a raptar. Solo vive diciendo que la familia tiene suficiente dinero para pagar por ellos cien millones sin pensarlo. Que
—¿Qué hacemos? Dice que nos dará todo el dinero que queramos. ¿Qué tal si matamos a Eva y los demás, solo salvamos a los niños y así nos hacemos de todo ese dinero?—¿Estás loco? Estoy seguro que nos descubrirán, los guardaespaldas nos vieron cogiendo a los niños y queriendo matar a todos.—Si no me lo dicen ahora mismo dónde están, los perseguiré y haré que paguen como si fueran los secuestradores. ¡Juro que los encontraré aunque se metan debajo de la tierra! Si mis bisnietos se mueren por no decir dónde están, los haré pagar muy duro. ¡Lo juro! ¡¿Dónde tienen a mis bisnietos?! —Grita al ver que no le hablan del otro lado. —¿Te das cuenta cómo está ese viejo? No nos dará nada, nos atrapará y matará, mejor nos largamos de todo esto. Vamos a ver si le podemos sacar algo a Eva.—Lo volveremos a llamar. Cuelgan y miran para todas partes cerciorarse de que nadie los escuchó. Sin embargo el jefe lo llama en este momento, mandándolos a entrar a la casa.—¿Qué hacían tanto allá afuera, co
Néstor Guzmán está furioso, desde que se escapó, no ha podido dar en dónde se ha metido Adele. Primero, porque había dejado de buscarla cuando encontró a Christie Thompson, pensó que era mejor esposa para él y que le sería fácil hacerse de ella como estaba acostumbrado a hacer. Pero debido a lo que hiciera en la empresa de ellos, se vio metido en serios problemas que le provocó el señor Thompson, con el gobierno en que se encontraban. Se dio cuenta que en verdad era muy poderoso, que podía hacerle mucho daño por lo que al enterarse en la televisión que se había casado Christie con su novio, el doctor David, maldijo furioso y volvió a la búsqueda de Adele, para marcharse, porque su padre lo estaba presionando que regresara, por el lío que había provocado con la familia Thompson.—Señor, no sabemos si es verdad —dijo uno de sus hombres entrando en su oficina. —Pero uno de los hombres dice que vio a Adele en compañía de un tal Luis Ibañez, que iban en un auto rumbo a las afueras d
—Muy buena idea. Hazlo, todavía la están operando, puedo decir que no han terminado hasta que ella llegue —dice David.—Iré con ustedes —dice el señor Thompson. —Parece que no le bastó lo que hice cuando intentó casarse con mi hija. Adele ha hecho cosas malas, pero todo es culpa del desalmado de su padre. Vamos, no dejaré que se la lleven.—Papá, no dejen entrar a su padre al hospital, es el único que puede hacer algo para que se la den a ese tipo —sugiere Christian.—Acabo de hablar con la mamá de Adele, viene ya —anuncia Christie. — Dice que no se la dejen llevar a nadie. Mientras en la recepción del hospital, Néstor insiste en que Adele es su prometida y que quiere llevarla a ser tratada en un mejor hospital.—Lo siento señor, pero la están operando en estos momentos, tiene que esperar que terminen o morirá —le responde una vez más la recepcionista.—¿No sabe quién soy? —dice extrayendo su pasaporte diplomático que la enfermera mira y abre los ojos asombrada. —Lléveme inmediatamen
Desde la vez que fue a parar al hospital sin comprender cómo lo había hecho. A Susan le entró un terror horrible a salir de la casa. Se la pasaba todo el tiempo bordando o tocando el piano, y solo en ocasiones le daba por ir al puerto y sentarse a mirar aquel hombre, que tanto le llamaba la atención y la hacía sentir feliz sin comprender por qué. Y lo hacía acompañada siempre de la señora que la cuidaba, que le decía.—¿Por qué no va a hablar con él? De seguro te llevarás una sorpresa.—No, va a pensar que soy una loca, lo acaricié y besé en el hospital sin saber por qué. Se me quedó mirando muy extraño.—De seguro te conoce.—No lo creo. Y aunque la señora se moría de las ganas de decirle de quién se trataba, el psicólogo había prohibido terminantemente traerle memorias que ella no recuperara por su cuenta. Porque creía que ese era el motivo que le había provocado la situación en que se encontraba ahora, que la habían forzado a comportarse normalmente y ella no estaba prepara