Están dos carros apostados escondidos frente a la mansión de los Sardinos. En otro más allá, Eva disfrazada supervisa la operación. Habían pensado ir directamente para casa de Christian, pero después que le dijeran que Isabella llevaba los niños y los dejaba todos los días, se puso a seguirla y se dio cuenta de que era verdad, por lo que decidieron asaltarla a ella en el camino y raptarlos a los tres.—¿Oye Ruan, no te parece que conocemos esta casa de la televisión? —pregunta uno de ellos que no había venido nunca al lugar.—¿De la televisión? ¿ Qué quieres decir con eso?— Me parece que esta casa salió en la televisión y es de los Sardinos.—¿Qué Sardinos? ¿Los millonarios?—Sí, sí esos mismos. ¿Estás seguro que esa mujer no nos está engañando? ¿De quién dijo que eran los chiquillos?—Ahora que lo mencionas, nunca nos ha dicho de quién son los niños que vamos a raptar. Solo vive diciendo que la familia tiene suficiente dinero para pagar por ellos cien millones sin pensarlo. Que
—¿Qué hacemos? Dice que nos dará todo el dinero que queramos. ¿Qué tal si matamos a Eva y los demás, solo salvamos a los niños y así nos hacemos de todo ese dinero?—¿Estás loco? Estoy seguro que nos descubrirán, los guardaespaldas nos vieron cogiendo a los niños y queriendo matar a todos.—Si no me lo dicen ahora mismo dónde están, los perseguiré y haré que paguen como si fueran los secuestradores. ¡Juro que los encontraré aunque se metan debajo de la tierra! Si mis bisnietos se mueren por no decir dónde están, los haré pagar muy duro. ¡Lo juro! ¡¿Dónde tienen a mis bisnietos?! —Grita al ver que no le hablan del otro lado. —¿Te das cuenta cómo está ese viejo? No nos dará nada, nos atrapará y matará, mejor nos largamos de todo esto. Vamos a ver si le podemos sacar algo a Eva.—Lo volveremos a llamar. Cuelgan y miran para todas partes cerciorarse de que nadie los escuchó. Sin embargo el jefe lo llama en este momento, mandándolos a entrar a la casa.—¿Qué hacían tanto allá afuera, co
Néstor Guzmán está furioso, desde que se escapó, no ha podido dar en dónde se ha metido Adele. Primero, porque había dejado de buscarla cuando encontró a Christie Thompson, pensó que era mejor esposa para él y que le sería fácil hacerse de ella como estaba acostumbrado a hacer. Pero debido a lo que hiciera en la empresa de ellos, se vio metido en serios problemas que le provocó el señor Thompson, con el gobierno en que se encontraban. Se dio cuenta que en verdad era muy poderoso, que podía hacerle mucho daño por lo que al enterarse en la televisión que se había casado Christie con su novio, el doctor David, maldijo furioso y volvió a la búsqueda de Adele, para marcharse, porque su padre lo estaba presionando que regresara, por el lío que había provocado con la familia Thompson.—Señor, no sabemos si es verdad —dijo uno de sus hombres entrando en su oficina. —Pero uno de los hombres dice que vio a Adele en compañía de un tal Luis Ibañez, que iban en un auto rumbo a las afueras d
—Muy buena idea. Hazlo, todavía la están operando, puedo decir que no han terminado hasta que ella llegue —dice David.—Iré con ustedes —dice el señor Thompson. —Parece que no le bastó lo que hice cuando intentó casarse con mi hija. Adele ha hecho cosas malas, pero todo es culpa del desalmado de su padre. Vamos, no dejaré que se la lleven.—Papá, no dejen entrar a su padre al hospital, es el único que puede hacer algo para que se la den a ese tipo —sugiere Christian.—Acabo de hablar con la mamá de Adele, viene ya —anuncia Christie. — Dice que no se la dejen llevar a nadie. Mientras en la recepción del hospital, Néstor insiste en que Adele es su prometida y que quiere llevarla a ser tratada en un mejor hospital.—Lo siento señor, pero la están operando en estos momentos, tiene que esperar que terminen o morirá —le responde una vez más la recepcionista.—¿No sabe quién soy? —dice extrayendo su pasaporte diplomático que la enfermera mira y abre los ojos asombrada. —Lléveme inmediatamen
Desde la vez que fue a parar al hospital sin comprender cómo lo había hecho. A Susan le entró un terror horrible a salir de la casa. Se la pasaba todo el tiempo bordando o tocando el piano, y solo en ocasiones le daba por ir al puerto y sentarse a mirar aquel hombre, que tanto le llamaba la atención y la hacía sentir feliz sin comprender por qué. Y lo hacía acompañada siempre de la señora que la cuidaba, que le decía.—¿Por qué no va a hablar con él? De seguro te llevarás una sorpresa.—No, va a pensar que soy una loca, lo acaricié y besé en el hospital sin saber por qué. Se me quedó mirando muy extraño.—De seguro te conoce.—No lo creo. Y aunque la señora se moría de las ganas de decirle de quién se trataba, el psicólogo había prohibido terminantemente traerle memorias que ella no recuperara por su cuenta. Porque creía que ese era el motivo que le había provocado la situación en que se encontraba ahora, que la habían forzado a comportarse normalmente y ella no estaba prepara
—¡No puede ser, no puede ser! ¡¿Cómo y cuándo pasó eso, que no nos enteramos de nada?! ¡¿Santiago,no me digas que fuiste tú el que encerraste a mi hija, tantos años, después de quitarle la hija, no me lo digas porque soy capaz de matarte aquí mismo?!—No señor, no fui yo, se lo juro. Todos estos años de mi vida, no he dejado de buscar a mi Susan, hasta saber que usted la había encontrado y rescatado.—Santiago asegura, que tuvieron relaciones varias veces, y que él le pidió que se casaran —sigue explicando el señor Sardino a Samuel que no puede quitar sus ojos de la foto de Isabela. —Pero de pronto, ella le mandó un mensaje rompiendo con él. Se emborrachó, y Eva se le metió en la cama. Le hizo creer al año cuando regresó, que había tenido a Bela. Le hicimos la prueba, y sí, era de Santiago. ¡Pero jamás nos imaginamos, que se la había robado a Susan! ¡Esa es la pura verdad mi amigo, te lo juro!—¡No lo puedo creer! ¡Tengo una nieta! ¡Yo creí, que me iba a quedar sin descendientes! —ex
Susan observa a todos sin dejar de mirar la foto que tiene en la mano, sin comprender quién puede ser esa chica que es como verse ella misma a esa edad. hasta que se detiene en Santiago que le dice.—¡No quiero, que te vayas a enfermar Susan! Pero, esa que estás mirando ahí, ¡es Isabella, nuestra hija! —explica Santiago todavía de rodillas ante ella.—¡¿Qué?! ¡No puede ser, no puede ser, no puede ser! —repite una y otra vez sin poder apartar los ojos de la foto de Isabella. — ¿Qué locuras estás hablando? ¡Mi hija nació muerta! ¿Me escuchas Santiago? ¡Nuestra hija, porque era tuya también, nació muerta! ¡Muerta!—No, no nació muerta, es esa que ves ahí. —¿Cómo va a ser esta? ¡Me dijeron que murió al nacer! ¿Cómo es que tú la tienes? ¡Era por eso que te estaba pidiendo perdón antes, por ocultarte que estaba embarazada, irme y dejar que se muriera nuestra hija! ¿Cómo me vas a decir que las has tenido todo este tiempo. ¿Creía que me amabas Santiago? ¿Cómo pudiste hacerme una cosa como e
Santiago al escucharla en un impulso la abraza. Y hasta el señor Sardino viene y se estrecha a ellos.—¡Gracias Susan, muchas gracias! —Le dice emocionado —Vamos ahora, no podemos perder más tiempo.—¡¿Hija, estás segura?! —pregunta la madre asustada.—¡Sí mamá! ¡Perdí a mi hija al nacer, Dios me la devolvió ahora que regresé, no voy a permitir que muera!—Está bien hija, ve con ellos. Nosotros iremos detrás. —Dice el padre, dándole un abrazo y un beso en la frente. —También nos haremos esa prueba, yo tengo ese grupo sanguíneo. Salen para el hospital, la llevan a ver a Bella, que permanece toda entubada. No puede creer que sea su pequeña hija. Sus padres lloran de la emoción al verla. La miran y la vuelven a mirar, aún sin poder creerlo.—¿Dónde tenemos que ir a hacer esa prueba? Nosotros también nos la haremos por si acaso—. Dicen los dos—Somos sus abuelos maternos, quién sabe si somos compatibles. ¡Cielos, tenemos una hermosa nieta! Susan no se cansa de mirar a Bella. Le han per