Desde la vez que fue a parar al hospital sin comprender cómo lo había hecho. A Susan le entró un terror horrible a salir de la casa. Se la pasaba todo el tiempo bordando o tocando el piano, y solo en ocasiones le daba por ir al puerto y sentarse a mirar aquel hombre, que tanto le llamaba la atención y la hacía sentir feliz sin comprender por qué. Y lo hacía acompañada siempre de la señora que la cuidaba, que le decía.—¿Por qué no va a hablar con él? De seguro te llevarás una sorpresa.—No, va a pensar que soy una loca, lo acaricié y besé en el hospital sin saber por qué. Se me quedó mirando muy extraño.—De seguro te conoce.—No lo creo. Y aunque la señora se moría de las ganas de decirle de quién se trataba, el psicólogo había prohibido terminantemente traerle memorias que ella no recuperara por su cuenta. Porque creía que ese era el motivo que le había provocado la situación en que se encontraba ahora, que la habían forzado a comportarse normalmente y ella no estaba prepara
—¡No puede ser, no puede ser! ¡¿Cómo y cuándo pasó eso, que no nos enteramos de nada?! ¡¿Santiago,no me digas que fuiste tú el que encerraste a mi hija, tantos años, después de quitarle la hija, no me lo digas porque soy capaz de matarte aquí mismo?!—No señor, no fui yo, se lo juro. Todos estos años de mi vida, no he dejado de buscar a mi Susan, hasta saber que usted la había encontrado y rescatado.—Santiago asegura, que tuvieron relaciones varias veces, y que él le pidió que se casaran —sigue explicando el señor Sardino a Samuel que no puede quitar sus ojos de la foto de Isabela. —Pero de pronto, ella le mandó un mensaje rompiendo con él. Se emborrachó, y Eva se le metió en la cama. Le hizo creer al año cuando regresó, que había tenido a Bela. Le hicimos la prueba, y sí, era de Santiago. ¡Pero jamás nos imaginamos, que se la había robado a Susan! ¡Esa es la pura verdad mi amigo, te lo juro!—¡No lo puedo creer! ¡Tengo una nieta! ¡Yo creí, que me iba a quedar sin descendientes! —ex
Susan observa a todos sin dejar de mirar la foto que tiene en la mano, sin comprender quién puede ser esa chica que es como verse ella misma a esa edad. hasta que se detiene en Santiago que le dice.—¡No quiero, que te vayas a enfermar Susan! Pero, esa que estás mirando ahí, ¡es Isabella, nuestra hija! —explica Santiago todavía de rodillas ante ella.—¡¿Qué?! ¡No puede ser, no puede ser, no puede ser! —repite una y otra vez sin poder apartar los ojos de la foto de Isabella. — ¿Qué locuras estás hablando? ¡Mi hija nació muerta! ¿Me escuchas Santiago? ¡Nuestra hija, porque era tuya también, nació muerta! ¡Muerta!—No, no nació muerta, es esa que ves ahí. —¿Cómo va a ser esta? ¡Me dijeron que murió al nacer! ¿Cómo es que tú la tienes? ¡Era por eso que te estaba pidiendo perdón antes, por ocultarte que estaba embarazada, irme y dejar que se muriera nuestra hija! ¿Cómo me vas a decir que las has tenido todo este tiempo. ¿Creía que me amabas Santiago? ¿Cómo pudiste hacerme una cosa como e
Santiago al escucharla en un impulso la abraza. Y hasta el señor Sardino viene y se estrecha a ellos.—¡Gracias Susan, muchas gracias! —Le dice emocionado —Vamos ahora, no podemos perder más tiempo.—¡¿Hija, estás segura?! —pregunta la madre asustada.—¡Sí mamá! ¡Perdí a mi hija al nacer, Dios me la devolvió ahora que regresé, no voy a permitir que muera!—Está bien hija, ve con ellos. Nosotros iremos detrás. —Dice el padre, dándole un abrazo y un beso en la frente. —También nos haremos esa prueba, yo tengo ese grupo sanguíneo. Salen para el hospital, la llevan a ver a Bella, que permanece toda entubada. No puede creer que sea su pequeña hija. Sus padres lloran de la emoción al verla. La miran y la vuelven a mirar, aún sin poder creerlo.—¿Dónde tenemos que ir a hacer esa prueba? Nosotros también nos la haremos por si acaso—. Dicen los dos—Somos sus abuelos maternos, quién sabe si somos compatibles. ¡Cielos, tenemos una hermosa nieta! Susan no se cansa de mirar a Bella. Le han per
Christie y David acompañaban al señor Thompson a la recepción, que se marchaba para estar con su esposa luego de haber escuchado el veredicto de los doctores, que les decían que los niños iban a salir bien, que no era nada serio lo que tenía.—Yo estaré pendiente de ellos, no se preocupe mi suegro— decía David que llevaba a su esposa abrazada feliz de que todo estuviera bien.—Papá, cuida mucho a mamá que no se mortifique y dile que ya mi hermano ve a la perfección y verás que eso la va a poner muy feliz.—Lo haré hija no tengas miedo, cuidaré de que se mantenga tranquila y que no vaya a provocarle ningún otro malestar las diferentes cosas que han estado sucediendo. Y continuaron caminando hasta desembocar en información, donde vieron a una mujer que no se cansaba de preguntar y casi gritaba histérica hablando con las enfermeras que estaban allí.—¿Cómo va a decir que mi hija desapareció? ¡La estaban operando es imposible que haya desaparecido! Christie al verla, se adelantó a s
Y mientras Santiago no deja de mirar embelesado a Susan que dormía plácidamente en la cama, feliz de que hubiese podido donarle su hígado para su hija que tanto había llorado. Santiago la dejó por un momento al ver que entraba un hombre en su habitación junto al ayudante amigo Adrián.—¿Cómo que desapareció? ¿Quién puedo pagar esa enorme fianza?— No lo vas a creer Santiago, fue el tal Néstor, hijo del sultán que compró a Adele y quería a Christie la hermana de Christian Thompson.—¿Qué quiere ese con Eva?—No sabemos, pero se apareció en la policía con una orden del juez para liberarla con una fianza junto a Oswaldo, y pagaron la millonaria cantidad que solicitaron por ella y desaparecieron no hemos podido encontrar para dónde se fueron, es como si se lo hubiese tragado la tierra. Por eso es que traje a Gerardo, para que cuide muy bien de todos. Sé que me habías dicho que no lo sacara a la claridad, porque querías que se mantuviera dirigiendo a tu gente del bajo mundo, pero e
Caminaba de un lugar a otro desesperada en la celda que la había llevado la policía, sin comprender cómo la habían encontrado tan rápido. ¡Alguien tuvo que delatarla! De seguro eran los últimos mafiosos que habían llegado cuando los había llamado el jefe. ¿A quién podría llamar ahora para que la ayudara? Conocía los secretos de muchos hombres influyentes, pero estaba segura que no irían detrás de los Sardinos y mucho menos de los Thompson.—Tiene visita.Le avisó un guardia dejando pasar a un hombre desconocido para ella, y detrás se asombró al ver que le seguía Oswaldo. ¿Qué hacía allí? ¿Es que acaso no sabía que le había asesinado a su hijo, nieto y nuera? ¿Habrían ido a vengarse? Decidió ver de qué se trataba, pues sabía que de esta nadie la podría salvar.—Hola Eva —la saludó como siempre Oswaldo—, este el señor Néstor, hijo de un sultán en Malasia, que está muy interesado en conocer el secreto que les guardas a los Thompson, a cambio de sacarte de aquí.—¿El secreto de los Thom
Salen en silencio para dirigirse de nuevo a dónde están los niños, y para su alegría al llegar, Lucas ha despertado ya ha pedido que lo acuesten con su hermana a la cual abraza fuertemente.—Papá — lo llama al verlo entrar por la puerta y le tira los brazos echándose a llorar desconsoladamente— no pude cuidar a Lucy, papá.—No llores cariño, si la cuidaste, si la cuidaste. Mira, ella solo se dio un golpe en la cabeza mientras tú te partiste un brazo aguantándola, no lo quitaste para que ella no se golpeara más, aún cuando se te partió.—¿En serio?—Sí, y se va a poner bien, tú salvaste a tu hermana.—¿Lo hice?—Sí.—¿Y mamá, dónde está mamá?—Mamá se golpeó mucho junto con la tía Marta y están curándose en otra habitación, cuando den permiso para visitas iremos, ¿de acuerdo? Ahora acuéstate, que tienes que ponerte bien. ¿Te duele algo?—Sí, mi brazo me duele mucho.—Llamaré para que vengan a darte algo para el dolor. Te amo hijo, gracias por cuidar de tu hermana y tu mamá por mí.—Pa