Se ponen todos rápido de pie, al verla caminando sujeta de Eugenia, y la acomodan rápidamente en un sillón, mientras la observan expectantes. Sobre todo el señor Thompson, que no puede creer lo que acababa de escuchar de los labios de su esposa. Nunca imaginó que ella supiera nada de eso, a pesar que ella sabía que estaba enamorado de Susan, jamás le habló de lo que había hecho en su intento por arrebatársela a Santiago.—¿Qué quieres decir con eso mamá? — le pregunta Christie—Yo escuché todo lo relacionado con ese intento de secuestro, la vez que fui a avisarle a tu padre de que estaba embarazada de ti —le cuenta a Christian que la mira también incrédulamente— estaba enfrascado en discutir con sus guardias de seguridad, y yo desde afuera de la puerta, lo escuché todo. Por eso fue que me marché y no le dije nada sobre mi embarazo.—¿Ese fue el motivo? —pregunta sorprendido el señor Thompson. —¿Por eso nunca me dijiste nada?—No sé si tú lo recuerdas querido, pero en la boda
Al llegar a su habitación, Isabella mira a Christian todavía apenada y avergonzada por lo que hizo, este sin decirle nada, viene y la abraza muy fuerte, escuchando como ella se echa a llorar en su hombro, sin que medien palabras.—Todo va estar bien Bella, te lo prometo, no dejaré que le pase nada a nuestros hijos. Tienes que hacer un esfuerzo en calmarte, todos te amamos y nadie quiere hacerte daño, ni a ti ni a tu madre, y mucho menos a nuestros hijos. Ella no dice nada, sigue abrazada del cuerpo de su esposo que la deja sin apartarla hasta que se decide llevarla hasta la cama y hacer que se acueste mientras despacio la ayuda a cambiar de ropa. Está realmente preocupado del comportamiento que tuvo ella, tampoco usual en su persona. Eso es el primer síntoma, de que ella está llegando a los límites que puede soportar. Deberá cuidar muy bien de su esposa se dice, porque es capaz de cometer una locura y su madre aprovecharse de eso. Aunque está consciente que ella no cree n
Grita Eva aterrada, al ver a los secuaces que ella conoce muy bien, no son los que acostumbra a traer por el día y que todo el mundo conoce. Son aquellos que aparecen nada más cuando él personalmente los llama, y que nadie quiere ver ni encontrarse en sus manos.—Yo había venido hoy a conversar civilizadamente contigo —comienza hablar fríamente—, ¿y que me encuentro? Tú, con tu amante gastando todo el dinero que te dejé para que comieras y pagarás todas las cuentas en un casino—¡No es así Santiago, solo tomé unas copas y me encontré con Oswaldo allí! No pasa nada de lo que insinúas —dijo haciéndose la ofendida.—Eva, que yo dejara pasarlo no me hace un estúpido ni un tonto, sabes muy bien que nunca estuve enamorado de ti. Ahora bien, ustedes dos me han ahorrado un gran trabajo. ¿Quiero que me expliquen, cómo es posible que todas las propiedades de los pequeños mercados, casas que me diera mi papá, que están a nombre de Isabella, mío y algunos hasta en el de mi padre, estén
Adele llevaba muchos días encerrada en su jaula de oro como le había puesto. Néstor entraba y salía de la casa como quería, a cualquier hora de la noche o el día, todo lo contrario a ella que solamente podía salir cuando él la sacaba a pasear. Por lo que le pidió que la llevará a trabajar con él, pensando que así podría estar libre y tener una oportunidad de escapar o al menos avisarle a Luis lo que estaba pasando. Pero su decepción fue muy grande cuando llegó a la empresa y vio que era peor todavía que la casa. Pues al menos en aquella podía pasear por el amplio jardín que tenía aunque fuera muy vigilada por todos los sirvientes y hombres de su dueño. En cambio, en la empresa la habían metido en una gran oficina muy moderna de cristal, dónde era vista desde todos los ángulos que miraran, lo que la hacía sentir vigilada todo el tiempo. Y para colmo, todos los obreros tenían prohibido entrar con teléfonos celulares a la empresa, solamente podían utilizar los que estaban en l
Para su alegría, Luis no se demora mucho en encontrarla, se abrazan y se besan felices. Adele se echa a llorar en los brazos de él que le estrecha fuertemente mientras la acaricia con cariño.—¿Dónde estabas Adele? ¿Para dónde te llevó ese tipo? Me he cansado de buscarte por todas partes y no te encontraba. No sabes lo desesperado que estaba todos estos días tratando de encontrarte y al mismo tiempo, escondiéndome de mi padre, que me anda buscando como loco por lo que hicimos.—Me tenía encerrada en una jaula de oro, es decir una casa que me compró en las afueras de la ciudad donde me tenía vigilada con una pila de sirvientes. No sabes lo que tuve que hacer para poder escapar. Tenemos que irnos de aquí Luis porque estoy segura que él me va a encontrar, es muy poderoso tiene mucho dinero por eso compré pintura para cambiar el color de mi cabello, ¿no podemos irnos ahora mismo?—¿Tienes dinero? Yo le di todo lo que conseguí a mamá y a Vivian, para que se fueran para Suiza como h
Christian llevaba días sintiendo un enorme dolor de cabeza y en ocasiones siente que pierde la vista, y hasta ha estado a punto de chocar cuando manejaba del trabajo a la casa. Sin embargo, no le ha dicho nada a nadie. Ahora mismo está empeñado en terminar de acomodar toda la empresa de su familia, que ya se ha mudado para la ciudad donde ellos viven. Su hermana será la que lo dirija, mientras él sigue ocupándose de su empresa, aunque ahora últimamente está empeñado en enseñar a Isabella y Marta, que sean ellas las que tomen las decisiones sobre los nuevos proyectos.—¡No es así Isabella! —Le grita furioso nuevamente, se desespera de ver que ella se le olvidan algunos detalles, que él considera muy importantes. —¿Cuántas veces tengo que enseñarte? ¡No voy a estar siempre a tu lado para que lo hagas!—¿Qué te pasa por qué estás tan malhumorado últimamente que todo te molesta? —pregunta Isabella realmente queriendo saber qué le pasa. —¿Y qué es eso que dijiste que no vas a estar
—¡Estamos aquí, papá estamos aquí! — responden las dos emocionadas y corren a abrazarse de él, que las aprieta fuertemente.—¡Qué bueno que están bien, qué bueno que están bien, no se dejaron engañar! —Repite una y otra vez, mientras la abraza muy fuerte.—Si lo hicimos papá, si no llega a ser por el tío, nos hubiesen atrapado —dice Isabella sin soltarlo.—Gracias hermano, por eso mismo te puse a cuidar de ellas. Sé que en tus manos están muy bien cuidadas. Y ustedes dos, si no es con él, no van a irse con nadie más. ¿De acuerdo? Vamos ahora, no se pueden quedar aquí, ¿dónde está Christian?—Salió creo que a la empresa de su padre para terminar de ayudar a su hermana a resolver todo —contesta Marta recogiendo lo que estaba regado en la mesa que es en lo que ella estaban trabajando— vamos a llevarnos todo para la casa Isabella y lo terminamos allá. Porque mañana no podemos faltar a esa demostración en la conferencia que tenemos.—¿Papá, cómo te enteraste de lo que estaba pasando?
Christie mira a su hermano sin poder creer en lo que le acaba de decir. Lo abraza por un rato. En lo que Christian recuesta su cabeza en su hombro.—Todo va a salir bien mi hermano, tú vas a ver que no va a ser nada de eso de te imaginas. A lo mejor es cansancio por todo lo que hemos estado pasando estos últimos tiempos. Tienes que dejármelo todo a mí y lo haré yo sola, tú descansa en la casa.—No quiero que nadie más se entere mi hermana, es por eso que viene a decírtelo, ahora necesito de tu ayuda.—¡No puedes ocultar una cosa como esa a tu esposa, Chris! ¡Si se entera después la vas a perder si no se lo dices!—Creo que es mejor que eso pase, no quiero que se quede atada a mí, sí por fin me quedo ciego.—¿Qué quieres decir con ciego?—Llevo días que dejo de ver, todo se vuelve negro.—¿Por qué no me lo dijiste antes Cris? ¿Es que acaso ya no confías en mí? ¡Estuviste conduciendo todos estos días, estás loco! —Grita asustada Christie.—Por favor mi hermana, no le digas nada Isabe