Después de pasarse toda la mañana en el juzgado con el abogado, y luego de muchos trámites. Logran terminar de inscribir a los niños a nombre de Christian, que no se tranquilizó hasta que logró hacerle todos los papeles, y cambiarlos en el sistema nacional a sus apellidos. Y no bastándole eso, fue con el abogado y frente a un notario, los hizo sus herederos universales. Isabella protestaba diciendo que no tenían necesidad de hacer todo en un día, pero él no quería dejar de pasar la oportunidad. Le hizo prometer a su esposa que esperarían que los niños fueran adultos para decirles que no era su verdadero padre biológico.—¡Al fin Bella, no lo puedo creer, que mis hijos son realmente ahora míos! ¡Gracias Bella, muchas gracias! Decía Christian con las identidades de sus hijos y demás papeles en sus manos y no se cansaba de llamar a todos los lugares que, según él, debían de conocer que tenía dos hijos. Isabella lo había dejado por imposible, y ahora, al ver la honesta y sincera alegrí
—¿Estás seguro Chris? ¿Qué era yo esa chica? —pregunta entusiasmada Isabella, ya su suegro lo había dicho, aunque honestamente no lo creyó. Pero que lo recuerde, Christian es otra cosa. —¿No te engañas amor? ¿De veras recuerdas?—¡Sí, Bella, soñaba contigo! ¡Con verte cada domingo, en tu casa del árbol! ¡Lo recuerdo Bella muy claro! ¡Siempre, con aquellos vestidos llenos de vuelos y tu pelo con el lazo rosa en el lado derecho que yo te lo cambiaba para el izquierdo! ¿Lo recuerdas lo furiosa que te ponías por ello?—¡Es verdad Chris, te acuerdas de mí! —Es ahora Isabella quien grita entusiasmada, al recordar ella también ese hecho que él describe. —¡Siempre traía ese lazo, me encantaba! ¡Oh, Dios Chris, te acuerdas de mí de verdad, ya no es una mentira, realmente me recuerdas! ¡Felicidades, amor! ¿Te acuerdas de algo más? Y le salta arriba sin importar que están en medio del parqueo, rodeados de guardias, y personas que los observan curiosos, llenándolo de besos. Por su parte, Christi
Cuando tenía dieciocho años, sus padres cayeron en la bancarrota. No eran millonarios, pero tenían una buena vida. Ella tenía todo lo que quería, y no era fea, pero tampoco era la más bella de la escuela, ese puesto lo ocupaba un encantadora chica que trataba a todos por igual y creía que todos a su alrededor eran buenas personas y la trataban con honestidad por ser quien era, no por su dinero ni por su belleza. Su hermosura era tal que tenía a todos los chicos de la escuela detrás de ella, pero en su vida solo existía amor para el chico más guapo y malo de la institución, Santiago Sardino, y para rematar, era el que tenía más dinero y lo botaba a manos llenas. Nadie comprendía cómo era que ella, la reina de la belleza en todos los fines de año, la chica más educada y fina. Era la novia del chico malo, que no la pensaba dos veces para enredarse a golpes con quien fuera, que tenía fama de estar enredado con la mafia, y que para sorpresa de todos, le era fiel. Susan Rivera, desde que
Su amiga, tenía terror a sus padres, pero confiaba en Santiago locamente. Y lo había citado para pedirle que adelantaran la boda antes de que sus padres se enteraran de lo que había hecho. Eva sacó dos pasajes y le dijo que se iría al extranjero con su madre. Le pidió que la acompañara al aeropuerto, y con ayuda de un amigo planeaban que se la llevarían drogada.Pero la noche antes de marcharse, en la que debía su amiga encontrarse con su novio, ella le mandó un mensaje a Santiago rompiendo con él, este se emborrachó, en la misma barra donde la esperaba. Llamaba constantemente a Susan, que dormía por un somnífero, que le había echado en el té. Ella tomó la llamada, y fue a su encuentro en el bar que se encontraba en un hotel. Subió con él a una habitación. Se acostó desnuda a su lado, después de desnudarlo. Al otro día, montó todo un drama llorando, diciendo que había abusado de ella y que había perdido la virginidad con él, cosa que la mancha de sangre, que ella había sacado de u
Eva, toma su teléfono y llama a su esposo Santiago, pero este no le coge la llamada. Está preocupada, es la primera vez que le pasa eso. Tendrá que regresar a la casa de nuevo, piensa. Solamente posee, unos cuantos miles, en una cuenta bancaria que tiene a su nombre. No quiere gastar ese dinero. ¡Maldición! Tengo que retrasar todo ahora. Sigue avanzando hacia su habitación cuando recibe una llamada.—Hola.—Hola señora Eva, es Luis.—¿Luis? ¿Qué quieres?—Me pregunto si tiene tiempo para reunirse conmigo y con Adele, se me ocurrió otro plan, que puede que le interese. —Luis, ahora no puedo, tengo otra cosa en mente. Te llamo después, avísame cuando vayas a hacer lo que me dijiste.—No vaya a hacer algo como lo que hizo Adele, tenemos que estar muy bien coordinados. No es cualquier enemigo el que tenemos delante, es muy poderoso.—Está bien, ahora te dejo, tengo que resolver algo. Siguió avanzando hasta encontrarse en la habitación, sin dejar de pensar analizar los posibles pasos a
Cuando consideró que le iba a ser útil para algo, la sacó de la escuela. Pero otra vez, las cosas no habían salido como esperaba. Luis, en su estupidez, lo había echado a perder el trabajo que tanto le había costado realizar. E Isabella, en vez de llamar a su padre, haciendo posible que ella se enterara a tiempo e impedir que escapara. Había pedido ayuda a su abuelo, que anuló su matrimonio, y la desapareció del país, dando al traste con sus planes, de hacerse de la fortuna del viejo. Ni siquiera su esposo había colaborado en su empeño de encontrar a su hija. Más bien le parecía que se alegraba de que ella se hubiera ido con sus padres. Y ahora, que había regresado y ella pensó que podía volver a venderla a un postor mayor. Estaba casada, nada menos, que con el heredero más codiciado de la alta sociedad. Christian Thompson. Y no solo eso, ¡le tuvo dos hijos! ¿Cómo hizo la tonta de Isabella para pescarlo? Eso, de seguro, había sido obra del viejo Sardino. Recordaba que era el mejor
Está sentado en su oficina y contempla sonriendo las fotos de Lucas y Luci, que le acaba de traer Marta en un cuadro que coloca con orgullo en su buró. No puede dejar de sonreír, ellos lo miran felices. Todavía recuerda cuando les tiró esa foto, fue el día del cumpleaños de ellos, que por cierto todavía no sabe nada del resultado de la investigación. Levanta su teléfono y le marca al abuelo Sardino, que enseguida lo toma, y le pide una cita para encontrarse.—¿Puedo ir a su oficina abuelo? No quiero hablarlo en la casa.—Si es sobre lo que pasó en el cumpleaños, déjame eso a mí y a tu suegro. Concéntrate en ponerte bien, a ver si sigues recuperando tu memoria. —Pero abuelo…—Christian, hazme caso hijo. Santiago y yo, lo resolveremos y cuando tengamos los resultados te los dejaremos saber. Tienes que ser muy feliz para que termines de acordarte cuánto amabas a tu esposa. Confío en ti, ¿de acuerdo? No vengas, hablamos en la casa. Ah, el yate está libre si quieres ir con los chicos a
Llevo más de tres horas en el almacén organizando, junto a Marta, los expedientes que vamos a utilizar en los nuevos proyectos y que también queremos entrar toda la información en las computadoras. Cuando recibo una llamada.—¿Sí?—Bella, soy yo, mamá.—¿Mamá? —pregunto sin poderlo creer. —¿Qué quieres?—Nada, ¿no te alegras saber de mí? ¿Ni siquiera te preocupa saber de tu madre?—Mamá, sé que estás muy bien en tu crucero, le pregunto a papá todos los días, así que dime para qué me llamaste, estoy ocupada.—No, solo quería saber como estabas hija, solo eso.—Estoy bien, gracias.—¿Sabes algo de tu padre?Y me doy cuenta de que esa es la verdadera razón por la que me llamó. Quiere saber qué está pasando con papá. Menos mal que él me advirtió de esto. Sé que le cortó todo el dinero de las tarjetas, estoy segura de que me está llamando para saber qué pasa. Papá me dijo que debía decir, eso me concentro para decirle todo lo que planeamos.—Papá se mudó con nosotros porque está en bancarr