—¡No, hijo, no pienses así! ¡Cálmate, si te ve así, se va a poner muy mal! Mi abuelo me mira suplicante. Entiendo lo que quiere. Me acerco, lo abrazo y lo beso. Él, me devuelve el abrazo y me susurra—¡Perdón Bella, perdón por todo!—¡Te quiero papá! ¡Te quiero mucho! —Lo abrazo fuertemente Por fin se calma. Nos sentamos uno al lado del otro. Mi padre no me suelta la mano y a cada rato la besa. Lo dejo hacer, porque sé que es lo que necesita ahora para que se tranquilice. Al fin, mi abuela sale sonriente, mi padre es el primero que la abraza y la besa, sale con ella así. Nos dirigimos a la casa. Al llegar, todos nos estaban esperando. Se ponen felices de saber que está mejor. Pero, la alegría se nos opaca, cuando escuchamos a la madre de Christian.—Hijo, hemos decidido quedarnos aquí en tú casa, para pasar más tiempo con ustedes. Vemos el estado de salud de la abuela y creo que estar con toda la familia, le haría bien. Todos nos miramos, Christian sonríe y me mira suplicante. No
Me quedo pensativa, aunque mi familia ha hablado de la novia de papá, no recuerdo que hayan mencionado su nombre, por eso respondo sinceramente.—No lo sé, es la primera vez que la escucho mencionar. Al parecer fue alguien muy importante en la vida de papá, quizás su primera novia.—Y mi padre se la quería quitar si no lo hizo y la tiene escondida por algún lugar.—¿Crees a tu padre capaz de hacer eso?—Sí, y de cosas peores también.—Estoy asustada, Chris. ¿Qué va a pasar con nosotros? ¿Qué va a pasar con mis hijos?—Nuestros Bella, y no va a pasar nada. Son míos, los inscribiré.—¡No! Por ahora no, asegurémonos primero que esto entre nosotros va a funcionar y luego hablaremos de eso. ¿De acuerdo?—Pero Bella…—No insistas Chris, son mis hijos, debo tomar toda la precaución posible para protegerlos. Lo siento mucho, pero en eso no voy a ceder.—Te entiendo. Un silencio incómodo se adueña de los dos, nos quedamos así por largo rato abrazados sin saber qué hacer o qué decir. Las luce
—Sí, sigue, sigue amor, no pares, por favor, no pares…Y su miembro se acomoda en mi entrada, me tenso asustada. Pero me besa mi boca apasionadamente, mientras sus manos recorren mi cuerpo. Poco a poco, se va introduciendo en mi apretada cavidad. Siento un ardor, mezclado con dolor. ¡Como mi primera vez! Un grito ahogado se escapa de mi garganta. Se detiene, y me mira asombrado.—¿Te duele, amor? ¿Quieres que pare? ¿Seguro estás bien? Podemos hacerlo cuando estés lista.—¡Estoy lista, estoy lista! No te detengas, solo recuerda que esta es mi segunda vez. Casi, mi primera vez, parece que se cerró de nuevo. ¡Pero, no quiero que pares! Respondo y lo beso con ansias, mordiéndole el labio ante el dolor que me provoca su entrada. Me besa mis ojos, enjugando mis lágrimas, que escapan sin yo poder hacer nada. Termina de un golpe de introducirse. Suelto un grito.—¡Perdón, amor, perdón, ya va a pasar, te amo Bela, te amo! Relájate cariño, por eso creo que te duele más. Vamos, tienes que logra
Ya ha pasado una semana, desde que mis suegros llegaron. Hasta ahora, debido a que Christian y yo, realmente estamos en una relación, les ha sido muy difícil encontrar una prueba, que demuestre lo contrario de lo que le hemos contado. Nosotros somos extremadamente felices, nos abrazamos y besamos sin pena en cualquier lugar. Mima y abuelo también están felices de que todo se haya vuelto realidad, y ni hablar de mis hijos. ¡Adoran a Christian y él a ellos! Adele no ha vuelto a meterse con nosotros, se la pasa hablando por teléfono, creo que se resignó a que lo perdió. Aunque Christie dice que no, que debe estar planeando alguna fechoría. Nos reímos mucho con ella, está alborotada porque la viene a ver un doctor francés que conoció en su último viaje. Dice que solo viene a traerle unas cosas , pero su mirada le brilla cuando habla de él. Chris cree que está ilusionada con él. Según él, a ella le causa mucho trabajo confiar en las personas y el novio que tuvo la defraudó mucho porque n
Observo a Bella que me mira asombrada de verme bufando delante de ella al abrir el elevador y preguntarle si Luis se atrevió a hacerle algo.—¿Cómo sabes que estaba en el elevador con Luis? —pregunta a su vez, asombrada. De seguro se pregunta si la estoy vigilando. Pero no la dejo ir por ahí.—¡Eso es lo de menos Bella! —digo furioso, haciendo que gire para mirarme. —¿Dime si se atrevió a ponerte un dedo encima?—¡No! No, amor, te lo aseguro, solo me amenazó, porque está convencido, que mi abuelo arruinó a su familia. Me cuenta y trata de alejarme del elevador, porque me ve con intenciones de ir a poner a Luis en su lugar. No quiere que se haga un escándalo por tan poca cosa. Insiste en hacerme caminar, pero me desprendo de su agarre y giro para preguntarle.—¡¿Qué?! ¡Se atrevió a amenazarte!—Christian, amor ¡cálmate! ¡No pasó nada! ¡Recuerda, que yo me sé defender!Me abraza y la estrecho fuerte contra mi pecho, mi corazón late acelerado. La abrazo pasándole las manos por su espal
Comienzo a caminar rumbo a donde ellas están, pero recuerdo que dejé la computadora en la tienda y giro corriendo. Adele me sigue y se queda afuera. Al salir la veo como observa mi bolsa. No me gusta que se haya enterado de los relojes.—¿Le compraste reloj de localizadores a tus hijos? —pregunta señalando una de las cajas que asoman por la bolsa.—Sí Contesto y le arrebato la bolsa indicando que me molestó que mirara su contenido. Va a seguir hablando, pero mi hermana llega y la mira con odio, por instinto Adele se aleja. —¿Qué hace esa aquí? —pregunta molesta.—Al parecer papá y mamá están aquí. —Le explico a Christie que nuestros padres están arriba en la cafetería.—¿En serio? ¿Y en vez de llamarnos a nosotros, vinieron con esa zorra? Pues no iré a verlos. —Dice molesta.—Vamos a saludarlos Chris, no empeoremos las cosas —le pido en lo que tiro de ella por un brazo. —Ya sabes que viene la fiesta, haz un esfuerzo para que todo salga bien, por mí, ¿sí? Además, recuerda que tenemo
En una clínica privada, en una habitación sentada en una silla de frente a la ventana, una hermosa mujer mira por la ventana sin poder creer que se encuentra allí. Una pareja de ancianos entra en la habitación, ella se gira y corre a su encuentro.—Gracias mamá, gracias papá. Al fin me encontraron.—¡Hija! Los ancianos la abrazan llorando de felicidad, la revisan, la besan, la acarician como si necesitaran asegurarse de que es verdad que es ella.—¿Cómo te sientes hija?—Mejor mamá, ahora que los veo. He estado tan asustada pensando que me habían raptado de nuevo. ¿Cómo lo lograron?—Es una larga historia, ahora vamos.—¿Vamos? ¿A dónde?—¿A dónde va a ser? A nuestra casa, siempre dijimos que vivías en el extranjero. ¿Por qué no nos llamaste antes, hija?—Tenía miedo, papá.—Eso quedó atrás, te pondrás bien, ya verás. Te cuidaremos mucho, hija. No sabes como te hemos extrañado.—Prefiero que nadie sepa que estoy con ustedes, hasta que me ponga bien. —Como tú quieras, vamos. Se col
Después de la desaparición de Susan unos meses después de sus graduación y de enterarse que había roto con Santiago Sardino. Se dieron a la tarea de localizarla, no importa porque se hubiese marchado ni con quien, si era para huir del matrimonio con su prometido lo aprobaban, no les gustaba. Pero para ellos la felicidad de su única hija era lo más importante. Se habían cansado de contratar detectives en todos los posibles países que sospechaban que podía estar, hasta aquella tarde en que Nina tejía como era su costumbre en la sala y su esposo leía el periódico hasta que el teléfono sonó insistentemente.—Dígame —le contestó Nina que era la que lo tenía en una mesita a su lado.—¿Mamá? ¿Mamá eres tú? Soy yo, Susan. Nina se había quedado en un primer momento sin saber que hacer o decir. Su corazón le latía aceleradamente. ¡No podía ser su hija, eso debía ser una burda broma! Por lo que preguntó molesta y dolida de que existieran personas que se burlaran del dolor ajeno.—¡¿Qué broma