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El sol ya había empezado a salir, el ambiente constaba de una luz naranja que hacía que todo el vecindario se viese monocromático, los pajaritos despertaban brindándonos sus tan hermosos cantares.

Yo me encontraba en el porche de mi casa, despidiéndome de mamá y Beta mientras que Brayden esperaba pacientemente en su auto plateado, limpio y con olor a comida frita.

Todo muy bonito ¿no?

Déjeme decir que, primero: pase toda la noche con pesadillas y cuando logre cerrar los ojos los malditos pájaros me despertaron mucho antes que mi alarma sonará.

Segundo: antes de esta escena de película hubo un vergonzoso momento que fue cuando Brayden llegó a las 5:30 a.m. con su música a todo volumen, algunos vecin

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