04

—Es una broma ¿verdad? —me mira asqueada con su típico tic en la nariz.

—No. Lo encontré. Es pequeño, tierno y quiero conservarlo.

—Con ese razonamiento por qué no también tienes un hijo.

Ruedo los ojos soltando un bufido, mamá sube las escaleras para alejarse de mí y de... ya veré como le pondré.

— ¿Te tomates las pastillas?

—Si mamá—pongo los ojos en blanco cuando me da la espalda.

— ¿Te ha causado alergia?

—No. Espera... —me pegue el conejo a la nariz, espere cinco segundos y—: No, estoy bien.

Me mira minusiosamente y al final accede.

—Tú limpiaras lo que haga—advierte, para luego perderse en su cuarto.

Subo a mi habitación, aviento el bolso a la cama y coloco al conejo en mi escritorio. Me mira por unos segundos y luego intenta saltar, pero no lo logra.

Abro la gaveta para buscar unas pinzas y sacarle las espinas. Lo sujeto lo más delicadamente que puedo y cuando iba a sacar la primera espina, me acobarde.

— ¡Imposible! No paras de chillar—le reclamo, echando mi cabeza para atrás.

Me paro de la silla buscando mi teléfono.

—Quill.

— ¿Qué pasa? —responde desde la otra línea.

—Necesito que vengas.

Yo esperando ayuda y comprensión y lo que obtuve cuando llegó fue:

—Es una broma ¿verdad? —pregunta con el mismo tono sarcástico que el de mamá y con la mano en su mentón sin despegar la vista del conejo.

—No. Y ahora tú me ayudaras—le lanzo las pinzas que a duras penas lo atrapar.

—La gente normal tiene gatos, perros, incluso aves o tortugas ¿Por qué no te conseguiste una tortuga?

—Porque en el mágico arbusto no había tortugas.

Me mira con ternura y se dirige a mí con una sonrisa. Sostengo al conejo mientras él se encarga de sacarle las espinas.

Mis labios, manos e incluso el cuerpo entero me temblaban más que el pobre conejo. Con mucho esfuerzo logra sacarle varias espinas, pero aún faltaban, el conejo no para de moverse y se me hacía aún más difícil sostener.

¡Está comprobado! No sirvo como veterinaria.

—Falta una, resiste.

— ¿Ya oíste? Resiste un poco más—le hablo al conejo.

—Te lo decía a ti—me mira divertido y deja las pinzas en la mesa.

Por fin acabó.

Pongo al conejo en mi hombro y me encierro con él o ella en el baño. Sé que debo de tener algo mal en la cabeza pues en vez de estar concentrada solo pienso en que me tendré que calar a Brayden en las tardes. Bailar no me molesta tanto como tener que oírlo hablar, o verlo sonreír.

Me alegra haberle pateado las pelotas cuando me abrazó.

Luego de limpiar al conejo me asomo por la puerta viendo a Quill acostado en mi cama, revisando su teléfono. Salgo del baño con el conejo en brazos envuelto en una toalla.

—Ya me tengo que ir—siento su mano pasar por mi cabeza antes de depositar un beso en mi mejilla.

Las miradas lo dicen todo y le doy a entender lo que opino con una. Sale de mi habitación sin decir nada. Espero hasta escuchar la puerta de abajo cerrar y automáticamente me giro a la ventana.

Veo que jamás se rendirá.

Echo un vistazo al conejo, enciendo la secadora y se acuesta disfrutando del aire caliente. Le saco una foto y se la envío a Luke.

Cuento hasta tres para prepararme al derrame cerebral.

Su respuesta fue la misma que he recibido de mamá y Quill.

«Es unA vroma ¿verda? » ¿Por qué me pregunta eso? Es normal que las personas tengan conejos ¿no?

«No. Más bien, lo encontré herido y Quill me ayudo a curarlo.»

« ¿QUILL? ¿El mizmo Quill que tatuó su tortuga? El mizmo que kiso ber si los gatos cahían de pie des de el pisos 9 curó a un conejo?» recordé todos esos momentos.

La tortuga murió de tanto estar de cabeza, el gato salió con una pata rota, y ahora que lo recuerdo jamás vi que alimentara a ese pez...

«Aunque no lo creas cuido bien de Beta.» antes de enviarlo me quedo pensando en el nombre. Beta. Es corto y fácil de recordar, me gusta.

Oprimo enviar.

«¿Beta?»

«Sí.»

«Y cuamdo lo biste erido ¿No lo pudite yevar a un veterinario?»

«No se me ocurrió.» un pequeño bufido frustrado sale de mis labios «Mañana iré.»

«Espwro que despuertes» dejo mi teléfono en la mesa y me froto los ojos.

¿Cómo es que de sacar dieces en castellano pasa a escribir como retrasado por mensaje?

A veces pienso que me lo hace a propósito.

Al día siguiente desperté sin ser el foco de los rumores, es sorprendentemente extraño puesto que si algo que le pasa a una mosca en Belmont, inmediatamente es mi culpa según todo el mundo.

— ¿Hiciste la tarea de química? —susurra Luke en mi oído.

— ¿La misma que no te voy a pasar? —lo escucho maldecirme entre dientes.

«Profesor Víctor, por favor dirigirse a la oficina del director» desde los altavoces se oyó la irritable voz de la secretaria.

—Qué raro—una sonrisa pícara surge de sus labios—. Ya es la segunda vez que el director llama a nuestro ukeable profe.

—Cada quien hace de su culo un florero —me encojo de hombros.

Jess es de esas frikis pervertidas que no paran de imaginarse cosas raras con los hombres. No soy homofóbica, ni nada, solo que shippear a todo lo que camine me parece algo enfermo. Aunque, para ser un llamado por parte del director, el profesor Víctor esta un tanto... feliz.

Como que al profesor Víctor sí se le moja la canoa.

— ¿Cómo esta Beta? —Quill se une a nosotras.

— ¿Beta? —pregunta Jess, volteando a verme con un brillo en los ojos.

—Es mi conejo—respondo en voz baja, tratando de no llamar la atención de nadie.

Pero en un parpadeo, como si el chisme de miel se tratara, estaba casi rodeada de feas abejas. Cierro los ojos con fuerza, tratando de encontrar un poco de paciencia; las preguntas y los supuestos "halagos" no se hacen esperar.

Me pongo los audífonos y escojo la primera canción de la lista.

Con todo y que me veían ignorándolos, no se iban los desgraciados, y lo más triste de todo es que la música no ayudaba a cesar el ruido. Pedí ayuda con la mirada a Jess, de inmediato capta mi mensaje y se levanta de su puesto.

Coloco los auriculares alrededor de mi cuello, para prestar atención a lo que dirá.

— ¿Quién ira a la fiesta de Diana McCarthy? —mejor que la miel, fue la flor que atrajo a las abejas.

Vuelvo a ponerme los audífonos y recostarme en la mesa, pero la paz no me dura mucho cuanto siento la mano de alguien en mi hombro.

La gente si jode.

— ¿¡Qué?!

Es Quill, da unos pasos hacia atrás por mi reacción.

—Ya... ya sonó el timbre—responde entrecortado.

Miro a mi alrededor y muchos ya se estaban preparando para salir. Tomo mi bolso y a Quill de la mano para salir de ese sofocante lugar.

Aún tenía mi música al máximo, lo que me facilitaba el no escuchar a los demás; más, sin embargo, sentía que mi mano caliente y temblorosa, algo sudorosa.

No es la mía.

Echo un vistazo a Quill que miraba al frente con los cachetes encendidos. Aprieto su mano para que salga del embobamiento pero su rostro se tiñe incluso más rojo que el cabello de Jess.

Intento no búrlame tapando mi risa con mi mano.

— ¡Ey! —me empuja suave, haciéndome estallar de risa.

—No pienso discúlpame.

Entramos a la cafetería y fue inevitable no ver la incandescente cabeza de Jess sentada con Luke.

—Yo buscare la comida, tú ve.

—Tráeme algo dulce —le pido.

—Un pudin de vainilla.

Asiente y nuestros caminos se separan.

La gente me abre paso cuando camino. Ninguno me ve, habla o respira cerca de mí, un miedo absurdo que surge del nuevo rumor que me relaciona con la Mafia Negra. Una pandilla sanguinaria que ha esparcido temor.

Las personas se ponen creativas cada día, y tontas también al creerse los rumores.

Me siento al lado de Jess, intentando ignorar la masa de hamburguesa y refresco salir de la boca de Luke. Parecía cerdo listo para el matadero.

Me da nausea.

—Brayden te está viendo mucho —Luke baja la mirada para seguir comiendo.

Giro a ver sobre mi hombro y efectivamente, me estaba viendo, acosando. Tiene los brazos y la espalda apoyados en la mesa, sentado en medio de Debrah, Rafa y el equipo de futbol, viendo directamente en mi dirección; mostrando el poco interés que tiene de disimular cuando me guiña un ojo.

—Él no me está viendo a mí.

Jess volteo la cabeza.

—Yo creo que sí.

—Disimula un poco —me aprieto el puente de la nariz.

—Aunque nunca está demás asegurarse.

Ruego porque no haga ninguna estupidez o llame la atención.

Boba de mí pensando que Jess es normal. Saca el teléfono y vira para tomarle una foto con todo y flash.

¡Anormal!

—Mira—puso el teléfono en medio de la mesa y Luke inclina la cabeza a verla.

— ¿Le gustaran las que parecen estar en su lecho de muerte? —Lo fulmino con la mirada—. Pareces la calaca

—Ya párale con eso —lo regaña Jess—. Él te está viendo.

— ¿Y por qué no también le sacas foto a los otros cien que se la pasan viéndome como pollo frito?

—Porque ninguno esta tan rico como él.

Reviso a ver cuánto le faltaba a Quill para venir, aún tiene a dos personas por delante. Giro mi cabeza de vuelta a Luke, pero me llevo la sorpresa de ver a Isaac Moore a su lado teniendo un enfrentamiento de mirada con Jess.

—Ey.

—Hola, nieves —me impacta que siga diciéndome así. Calienta mi pecho.

Fuimos amigos, era mi cómplice desde niños por así decirlo. Poseía un talento innato para la programación, lo cual me benefició mucho para conseguir "información"; también era un buen confidente, lo que lo hacía el más sano del grupo.

Pero estoy segura de que nuestra antigua amistad no es suficiente razón para que estuviera aquí, posiblemente sea Jess, pero aun así no es suficiente. Entonces, lo capto todo cuando recuerdo a la garrapata con la que se la pasa últimamente.

Si él está aquí, significa que...

—Hola, compañera.

Suelto un largo «Mierda».

Volteo la cabeza rápido con la intención de que mi cabello golpee su rostro, lo que ocasiona que cierre los ojos. Al instante se me borra la satisfacción cuando lo veo sonreír ampliamente.

Aparece un tic en mi ojo izquierdo.

—Y Dios dijo: hágase lo más feo y ¡Puff! Naciste tú—de pronto escuche la pelea de Isaac y Jess.

—Luego dijo: hágase lo más pequeño y ¡Zas! Apareció tú pene.

¿Cómo llegaron a eso?

Los que nos lograron escuchar exclamaron un gran «¡OOOH!» que luego todas las demás ovejas imitaron, incluso Brayden vociferó al pie de mi oído.

Momento ideal para que Quill se dignara a venir. Se sienta al lado de Luke sin despegar la mirada de Brayden a mi lado. McCarthy se percata y lo mira esperando alguna explicación por su ceño fruncido.

—Solo para aclarar—comienza a decir con una expresión recelosa—, no soy gay y si lo fuera no serias mi tipo; así que deja de mirarme de esa forma.

Abrí los ojos, sorprendida y un tanto divertida de haberlo escuchado. Quill dobló el cubierto de plástico por el comentario de Brayden.

Mi mirada pasa rápidamente a Luke que también estaba igual de entretenido. La expresión de Quill es demencial, de estar sorprendido pasó a tener una vena palpitando en su frente.

Sutilmente agarro mi pudín, antes de que Quill se le ocurra tirárselo en la cara a Brayden. Intento no interponerme en su enfrentamiento de miradas de Jess contra Isaac y Quill contra Brayden.

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