CAPÍTULO III

♤♤ Linda ♤♤

Me preparo para ir a la cafetería, miro a mi pequeña que duerme plácidamente, respiro profundo, la tomo en brazos y salgo del apartamento que rento junto a Rafael mi pareja, esa palabra me sabe agria. Sin pensar que hace años atrás pensaba que era el hombre ideal que toda mujer desea, él era tan romántico, detallista, estaba pendiente de mí, pero luego de unos meses se volvió alguien irreconocible, ya no era el mismo, los besos y caricias se volvieron golpes, las lindas palabras se volvieron palabras toscas e hirientes.

He escapado de él incontables veces, pero siempre termina encontrándome, la última vez que lo hice mi pequeña tenía solo tres días de nacida, pero él me encontró, ¿cómo? no lo sé, solo sé que estaba en la puerta de la casa donde me encontraba asilada, tal vez esa bestia que él tiene lo ayuda, desde que lo vi transformarse no he vuelto a escapar, tengo miedo por mi hija, ese día conocí lo que era tenerle terror a algo y eso es lo que me da Rafael y ese monstruo en lo que él se convierte, nadie me ayudara tal vez algún día terminé muerta a causa suya. Mi vida con él no es fácil, además de soportar sus malos tratos, amenazas debo soportar sus andanzas y sus vicios.

Fui una tonta al creer en él, me dejé llevar por sus lindas palabras y sus promesas, aun sus palabras están grabadas en mi mente.

 —Quiero que vivas conmigo mi amor, formemos un verdadero hogar —yo como tonta y carente de amor le creí todas sus mentiras, ya no espero que cambie, si no lo hizo cuando su hija llegó a este mundo menos lo hará ahora.

A veces quiero escapar por mi hija, no quiero darle esta vida, pero como lo hago si a donde vaya el terminara encontrándome, ni debajo de las piedras podre esconderme.

Suelto otro suspiro al llegar a la puerta del apartamento de la niñera, miro mi reloj aún estoy a tiempo, vuelvo a tocar, pero nadie contesta. Espero impaciente por la niñera, veinte minutos después llega casi con la lengua afuera, ya que nuestro edificio sufre de muchas carencias.

—Lo siento mucho Linda, me demoré un poco en el mercado.

—Descuida —espero que abra la puerta —te amo mi pequeña estrella —digo acariciando su rostro. —te portas bien —le doy suaves besos para no despertarla. —te la encargo —salgo del apartamento y corro escaleras abajo, al bajar el último escalón me encuentro con Rafael. —esta noche llegare más tarde, debo cerrar con Chantal —le anunció.

—Y qué quieres que haga —me grita como siempre.

—Hasta luego —paso a su lado con la cabeza inclinada, apresuró el paso para llegar a la cafetería.

Al llegar a la cafetería estaba repleta, me adentre hasta llegar a las cajas. Donde Chantal me recibió con un «al fin te dignas aparecer, estamos saturados» mi mirada se posó en él hombre que estaba frente a la caja y me miraba de una forma que me hacía estremecer, sus ojos miel me miraban con curiosidad tal vez, me miraba fijamente, me hacía sentir rara y a la vez nerviosa.

Después de cruzar algunas palabras con él fui a dejar mis cosas para ponerme a trabajar, al llevarle su pedido estaba nuevamente esa cosa rara, era como un sentimiento extraño lo que sentía. Mi corazón se aceleraba, de solo mirarlo, era algo extraño lo que sentía.

Fui a otras mesas, cuando volteé a ver dónde estaba él ya se había ido, sentí una tristeza profunda, sacudí mi cabeza, se supone que tengo pareja.

La tarde estuvo ocupada al igual que la noche, después de despedirme de Chantal caminé las cuadras que me hacían falta, al llegar donde estaba Rafael junto a esos hombres que, aunque no me guste no puedo decir nada. Solo ver la mirada de Rafael sabía que estaba disgustado.

Lo primero que hizo al verme fue reprocharme la hora de llegada, si no le contestaba se enojaba y si lo hacía igual se enojaba.

Subí sin decir nada ante su reproche, a veces solo quería ignorarlo, de que me valía responder, cerré mis ojos antes de tocar la puerta.

Al ver a mi pequeña sonreí, la tomé en brazos y fui a mi apartamento. Después de cambiarnos me acosté en la cama, estaba segura de que Rafael no vendría seguramente iban hacer algo.

Los días siguientes Rafael se había ido a sus andanzas, la verdad no sé qué es lo que hacen, además de eso no volví a ver aquel misterioso hombre.

Hoy me había quedado sin niñera, así que debí llevar a mi estrellita al trabajo, sabía que iba tener problemas con él gerente, pero era faltar y recibir un regaño o correr el riesgo de que me despidieran. Cuando se trata de mi hija no cuento con Rafael, en primera a él no le gusta estar con ella, segunda no confío en él para el cuidado de mi pequeña y tercero tengo miedo de que pierda el control y le haga daño.

Volteo a mirar donde la deje, ella está muy entretenida con su muñeca. Llevo pedidos a diferentes mesas, así aprovecho para acercarme a mi hija. Y de pronto solo escucho la voz de mi jefe, sabía que esto podría ocurrir, mi instinto fue proteger a mi pequeña, suficiente tiene con aguantar los gritos de su padre, lo que no imagine fue que ese hombre me defendiera, abrace con fuerza a mi pequeña al sentir su cuerpo temblar, me da coraje porque siento que no la puedo proteger de nada ni de nadie.

Mi cabeza quedó hecha un lío cuando escuche que estaba despedida, quede en un trance sentía que me hundía y que mi único salvavidas era esa parte de mí que sostenía en brazos…

—Linda, Linda —alguien me llama, pero no sabía dónde estaba. —Linda —sentí un leve toque en mi hombro y en seguida una corriente me trajo de vuelta.

Miro el lugar, no reconozco nada, solo ese rostro que me mira angustiado y curioso.

—¿Estás bien? —su voz me hizo vibrar en lo más profundo de mi ser.

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