Edán dormía profundamente a su lado, ajeno a la tormenta que se desataba en su interior. Herseis lo observaba por un momento, su respiración tranquila y constante, y sintió una punzada de envidia por su paz. ¿Cómo era posible que él pudiera dormir tan fácilmente mientras ella estaba atrapada en esta espiral de incertidumbre? El insomnio se volvía cada vez más insoportable. El callado murmullo de la noche, que normalmente encontraba reconfortante, se había convertido en un enemigo que amplificaba sus miedos y dudas.Incapaz de soportarlo más, se levantó de la cama con cuidado de no despertar a Edán. Sus pies descalzos tocaron el suelo gélido, y sintió un escalofrío que recorrió su cuerpo. Se dirigió a la cocina en la oscuridad, el pasillo apenas iluminado por la tenue luz de la luna que se colaba por las ventanas. Cada paso parecía resonar en el silencio, amplificando la sensación de soledad que la envolvía. Sin embargo, esa era la realidad. No todo sucedía como en los libros y películ
Al llegar a su apartamento, la rutina la envolvía como una manta, cálida pero sofocante. Preparaba la cena con movimientos automáticos, su mente vagando en pensamientos que no podía controlar. Sabía que Edán llegaría tarde, como siempre lo hacía últimamente, y que se encontrarían solo en la cama, ambos exhaustos y distantes. El vínculo entre ellos, alguna vez fuerte, parecía haberse debilitado bajo el peso de la rutina y las responsabilidades.Después de dejar la cena servida, se sentaba sola a la mesa, comiendo en silencio. Las noches eran solitarias, llenas de un vacío que no podía llenar con la lectura o las películas. Intentaba distraerse, pero la sensación de haber perdido algo vital, algo que podría haber sido, pero no fue, persistía. Leía páginas y páginas de un libro sin realmente absorber las palabras, o veía escenas de una película sin seguir realmente la trama. Eran distracciones que no lograban acallar el eco de su engaño.Más tarde, se dirigió a su cuarto, donde el insomn
Helios recibió en su despacho en la mansión los audios de las entrevistas a los candidatos a trabajar en el Banco Leona.—Aquí tiene las grabaciones, mi joven señor —dijo Evans Blake, su representante legal ante todos.—Entiendo. Ahora, junto con la gerente Evelyn Carter, hagan lista de los escogidos —dijo Helios de manera concisa—. Yo haré una y luego la compararemos.—Como ordene, joven señor —dijo Evans Blake—. Me retiro, para que pueda estar más cómodo.Helios, rodeado por el esplendor de la mansión, un espacio que emanaba poder y control. La luz tenue se filtraba a través de las pesadas cortinas de terciopelo. Las paredes estaban revestidas con estanterías llenas de libros, todos cuidadosamente alineados, y el escritorio de madera oscura estaba despejado, excepto por la pila de documentos y el reproductor de audios que acababa de colocar en el centro. A pesar de su juventud, el ambiente en la habitación era serio, casi solemne, como si reflejara la madurez y la responsabilidad qu
Helios detuvo la grabación, pero las palabras de Herseis seguían resonando en su mente. Se preguntaba cómo habría sido su vida, si no hubiera nacido en el seno de una familia poderosa, si hubiera tenido que luchar desde abajo, como Herseis parecía haber hecho. Era un pensamiento incómodo, pero a la vez fascinante. Tal vez, en algún nivel, él también deseaba ser alguien que tuviera que ganarse todo desde cero, que tuviera que enfrentar la adversidad y salir fortalecido.Al final, sabía que la elección de los empleados era crucial para el éxito del banco, pero también sabía que, a veces, las decisiones más importantes no se basaban en fríos análisis financieros, sino en la intuición, en esa voz interna que le decía que, había algo especial en una persona. Herseis Hedley había despertado esa voz en él, y sabía que no podía ignorarla.Helios apagó el reproductor de audios y se recostó en su silla, mirando por la ventana de su despacho. Desde allí, podía ver los jardines bien cuidados de l
Herseis despertó con el sonido de su alarma resonando en la habitación oscura. Era lunes, y aunque la idea de empezar una nueva semana solía llenarla de una sensación de rutina y monotonía, esta vez era diferente. No se trataba de cualquier lunes; era el primer día de su nuevo trabajo en el Banco Leona. Mientras se levantaba de la cama, un torrente de emociones la invadió. Había renunciado a su trabajo en la tienda de ropa, un lugar que había sido su segundo hogar durante tanto tiempo, y ahora se enfrentaba a lo desconocido con una mezcla de nerviosismo y emoción.Se duchó con cuidado, dejando que el agua caliente relajara sus músculos tensos. El vapor llenaba el baño, y mientras se secaba frente al espejo, observó su reflejo con detenimiento. Había una chispa en sus ojos que no había visto en mucho tiempo. Estaba nerviosa, sí, pero también se sentía más viva que nunca. Era como si este nuevo comienzo le hubiera inyectado una energía que había olvidado que tenía. Sabía que no podía fa
Al día siguiente, el sonido del despertador rompió la serenidad de la habitación de Herseis, marcando el comienzo de una nueva jornada. A pesar de la noche anterior y la decepción que aún pesaba en su corazón, se obligó a levantarse. Sabía que tenía que prepararse para su trabajo en el Banco Leona. Este empleo era una oportunidad importante para ella, una nueva etapa en su vida que estaba determinada a aprovechar, a pesar de las desilusiones personales que enfrentaba.Se vistió con su uniforme, alisando las arrugas del elegante atuendo que llevaba el emblema del banco: una leona bordada en hilo dorado. Se recogió el cabello, asegurándose de que cada mechón estuviera en su lugar y se maquilló ligeramente, buscando ocultar los rastros de sus líneas expresivas que llevaban la edad.Al llegar al banco, fue recibida por el bullicio característico de la mañana: empleados apresurándose, personas entrando y saliendo, y el suave murmullo de conversaciones. Se dirigió a su puesto de trabajo, un
Así, Helios terminó la secundaria a los doce años. La ceremonia de graduación de Helios era un evento solemne y lleno de expectativas. Se encontraba entre los graduados más jóvenes, un prodigio que había superado cada desafío académico con una facilidad que asombraba a todos. El auditorio estaba lleno de familias orgullosas y profesores que veían con admiración a sus estudiantes, pero Helios, como siempre, se mantenía reservado, casi impasible, mientras aguardaba su turno para subir al escenario.Al escuchar su nombre, no sintió la agitación nerviosa que otros podían experimentar. Caminó con paso firme y seguro hacia la tarima, sintiendo las miradas de todos sobre él. No era la primera vez que estaba en el centro de atención, y sabía que no sería la última. Mientras avanzaba, su mente no se detenía en el reconocimiento que estaba a punto de recibir, sino en los próximos pasos que debía tomar. Los cimientos de Astral Group estaban establecidos, pero aún había mucho por hacer. Su conglo
Helios no había descuidado el aspecto físico durante estos años. Entrenaba con la misma disciplina que aplicaba a sus estudios y negocios, lo que le había permitido desarrollar una condición física comparable a la de un deportista de élite. Sus sesiones de entrenamiento eran un escape, una forma de liberar la tensión acumulada por su intensa vida académica y profesional. Entrenaba junto a su hermana melliza, Hera, quien compartía su dedicación y disciplina. Sin embargo, incluso en esos momentos de aparente relajación, mantenía una distancia emocional.A medida que se acercaba la hora de la cena de cumpleaños, se dispuso a arreglarse. Su familia estaría allí, celebrando su logro de alcanzar la mayoría de edad y la de su hermana Hera. Su madre, Hariella, con su elegancia y orgullo materno, le daría un discurso lleno de elogios. Su padre, Hermes, lo miraría con esa mezcla de admiración y respeto que siempre le había mostrado. Hera estaría a su lado, como siempre, su única verdadera igual