Herseis caminaba de regreso a su apartamento, sus pasos resonaban en la acera mojada por una ligera llovizna que caía esa tarde. Su día había sido como cualquier otro: trabajo monótono, una pequeña charla con un cliente habitual, y la habitual sensación de cansancio que la acompañaba desde hacía ya varios años. Mientras caminaba, sus pensamientos iban y venían, revoloteando entre la rutina diaria y las preocupaciones sobre su futuro con Edán. La relación se había vuelto tan insípida como la cena que solía preparar cada noche. Sin embargo, algo llamó su atención y la sacó de sus cavilaciones.Allí, en una de las vitrinas de un edificio imponente, vio una nueva publicidad que no había notado antes. El letrero del Banco Leona, recién instalado, capturó su mirada. El eslogan debajo del nombre, "El Reino Mujer", brillaba con un resplandor que contrastaba con el gris de la ciudad. La publicidad tenía algo magnético, algo que resonó profundamente en su interior. Se quedó parada frente a la v
Al llegar a las puertas de cristal, se detuvo un instante, sintiendo la mezcla de nerviosismo y esperanza que la había acompañado durante toda la semana. El aire a su alrededor parecía cargado de posibilidades. Se enderezó, ajustó ligeramente su bolso en el hombro, y con una última respiración profunda, se dispuso a entrar al banco. Su destino, pensó, estaba a punto de cambiar, y todo dependía de lo que sucediera a partir de ese momento.El Banco Leona se alzaba majestuoso en la esquina de una concurrida avenida, su fachada completamente nueva y reluciente destacaba entre los demás edificios. Era una estructura imponente de vidrio y acero que reflejaba la luz del sol con un brillo que cegaba a los transeúntes. El logo del banco, una leona estilizada, coronaba la entrada principal, con letras doradas que brillaban bajo la luz natural, dando una sensación de lujo y poder. Herseis no pudo evitar detenerse por un momento para admirar la estructura. Había algo en ese edificio que la atraía
Sentada en esa silla, frente a la mesa, Herseis se sintió vulnerable, expuesta, como si cada uno de los miembros del panel pudiera ver directamente en su interior. Y, sin embargo, en medio de todo ese nerviosismo, había una chispa de determinación que se negaba a apagarse. Sabía que este era su momento, y aunque sentía que el peso del mundo descansaba sobre sus hombros, estaba dispuesta a enfrentarlo.En la mesa había un parlante en la ubicación de Evans Blake.—Buen día, señora Hedley —dijo Evans Blake, el representante del dueño del Banco Leona que se mantenía de forma anónima.—Buen día, señor, señora… A todos —respondió ella, mirando a cada uno de ellos.—Herseis —comentó Evelyn Carter, la gerente del banco—. Es un nombre bastante peculiar.—Gracias, señora.—¿Sabe que esta entrevista está siendo grabada en audio y que lo ha aceptado de manera voluntaria en los términos y condiciones? —preguntó Evans.—Sí, señor. Lo sé —respondió ella de manera pasiva. Tal vez era para analizar su
Pero mientras hablaba, se dio cuenta de que esas palabras, aunque ciertas, no capturaban toda su esencia. Sabía que la respuesta que había dado era segura, casi superficial. Su corazón latía más rápido, empujándola a ser más honesta, a profundizar más.—Pero también soy alguien que ha enfrentado desafíos, que ha tenido que lidiar con la incertidumbre y la duda —continuó, su voz ganando en fuerza a medida que hablaba—. He tenido momentos en los que me he sentido perdida, en los que no sabía si estaba en el camino correcto. He tenido sueños que han cambiado, expectativas que no se han cumplido. Pero en medio de todo eso, siempre he mantenido una cosa constante: mi deseo de superarme y de encontrar un propósito.Herseis se sorprendió al escuchar la intensidad de sus propias palabras. Sentía que había abierto una parte de sí misma que normalmente mantenía oculta. Los ejecutivos frente a ella seguían mirándola fijamente, pero ahora podía ver algo más en sus ojos. Quizás era curiosidad, o q
Edán dormía profundamente a su lado, ajeno a la tormenta que se desataba en su interior. Herseis lo observaba por un momento, su respiración tranquila y constante, y sintió una punzada de envidia por su paz. ¿Cómo era posible que él pudiera dormir tan fácilmente mientras ella estaba atrapada en esta espiral de incertidumbre? El insomnio se volvía cada vez más insoportable. El callado murmullo de la noche, que normalmente encontraba reconfortante, se había convertido en un enemigo que amplificaba sus miedos y dudas.Incapaz de soportarlo más, se levantó de la cama con cuidado de no despertar a Edán. Sus pies descalzos tocaron el suelo gélido, y sintió un escalofrío que recorrió su cuerpo. Se dirigió a la cocina en la oscuridad, el pasillo apenas iluminado por la tenue luz de la luna que se colaba por las ventanas. Cada paso parecía resonar en el silencio, amplificando la sensación de soledad que la envolvía. Sin embargo, esa era la realidad. No todo sucedía como en los libros y películ
Al llegar a su apartamento, la rutina la envolvía como una manta, cálida pero sofocante. Preparaba la cena con movimientos automáticos, su mente vagando en pensamientos que no podía controlar. Sabía que Edán llegaría tarde, como siempre lo hacía últimamente, y que se encontrarían solo en la cama, ambos exhaustos y distantes. El vínculo entre ellos, alguna vez fuerte, parecía haberse debilitado bajo el peso de la rutina y las responsabilidades.Después de dejar la cena servida, se sentaba sola a la mesa, comiendo en silencio. Las noches eran solitarias, llenas de un vacío que no podía llenar con la lectura o las películas. Intentaba distraerse, pero la sensación de haber perdido algo vital, algo que podría haber sido, pero no fue, persistía. Leía páginas y páginas de un libro sin realmente absorber las palabras, o veía escenas de una película sin seguir realmente la trama. Eran distracciones que no lograban acallar el eco de su engaño.Más tarde, se dirigió a su cuarto, donde el insomn
Helios recibió en su despacho en la mansión los audios de las entrevistas a los candidatos a trabajar en el Banco Leona.—Aquí tiene las grabaciones, mi joven señor —dijo Evans Blake, su representante legal ante todos.—Entiendo. Ahora, junto con la gerente Evelyn Carter, hagan lista de los escogidos —dijo Helios de manera concisa—. Yo haré una y luego la compararemos.—Como ordene, joven señor —dijo Evans Blake—. Me retiro, para que pueda estar más cómodo.Helios, rodeado por el esplendor de la mansión, un espacio que emanaba poder y control. La luz tenue se filtraba a través de las pesadas cortinas de terciopelo. Las paredes estaban revestidas con estanterías llenas de libros, todos cuidadosamente alineados, y el escritorio de madera oscura estaba despejado, excepto por la pila de documentos y el reproductor de audios que acababa de colocar en el centro. A pesar de su juventud, el ambiente en la habitación era serio, casi solemne, como si reflejara la madurez y la responsabilidad qu
Helios detuvo la grabación, pero las palabras de Herseis seguían resonando en su mente. Se preguntaba cómo habría sido su vida, si no hubiera nacido en el seno de una familia poderosa, si hubiera tenido que luchar desde abajo, como Herseis parecía haber hecho. Era un pensamiento incómodo, pero a la vez fascinante. Tal vez, en algún nivel, él también deseaba ser alguien que tuviera que ganarse todo desde cero, que tuviera que enfrentar la adversidad y salir fortalecido.Al final, sabía que la elección de los empleados era crucial para el éxito del banco, pero también sabía que, a veces, las decisiones más importantes no se basaban en fríos análisis financieros, sino en la intuición, en esa voz interna que le decía que, había algo especial en una persona. Herseis Hedley había despertado esa voz en él, y sabía que no podía ignorarla.Helios apagó el reproductor de audios y se recostó en su silla, mirando por la ventana de su despacho. Desde allí, podía ver los jardines bien cuidados de l