Así mismo, en esos tres años, llegó el día de la graduación de Herseis. Fue uno de esos momentos que sabía recordar con cariño el resto de su vida. Desde que despertó esa mañana, una mezcla de emociones revoloteaba en su pecho. Aunque sus carreras eran diferentes, siempre se habían apoyado, después de conocerse.El auditorio estaba lleno de estudiantes, profesores y familias emocionadas. Las paredes adornadas con banderines y globos daban un aire festivo al lugar, mientras una suave melodía clásica se reproducía en el fondo, elevando la solemnidad del evento. Herseis, vestida con la toga y el birrete, se encontraba rodeada de sus compañeros de contaduría. Todos estaban ansiosos, intercambiando sonrisas y palabras de ánimo mientras esperaban que la ceremonia comenzara.Al llegar el momento, y los nombres empezaron a ser llamados, Herseis sintió que su corazón latía con más fuerza. La voz del rector resonaba en el auditorio, mientras los estudiantes subían al escenario para recibir sus
Entonces, después de la ceremonia, mientras los invitados celebraban y se tomaban fotos, Herseis se encontró sonriendo automáticamente, diciendo las cosas correctas, cumpliendo con las expectativas. Pero en su interior, se sentía vacía. El matrimonio, que debería haber sido uno de los días más felices de su vida, no era más que una serie de momentos desconectados, una sucesión de eventos que no lograban tocarla emocionalmente por el hecho de ser inhibida por todos.Luego de la recepción, cuando todo el bullicio y las felicitaciones finalmente se desvanecieron, Herseis se sintió agotada y ansiosa. La emoción del día se había desinflado y ahora estaba a solas con Edán en la habitación del hotel. Sabía lo que venía a continuación, y aunque había imaginado este momento durante mucho tiempo, ahora que estaba aquí, no sentía el entusiasmo que había esperado. En su lugar, una mezcla de nerviosismo y resignación la invadió.Edán parecía cómodo y tranquilo, como si todo transcurriera de acuerd
A medida que Helios crecía, su mente continuaba desarrollándose de manera excepcional. A los ocho años, había logrado alcanzar un nivel de conocimiento y disciplina que superaba con creces al de la mayoría de los niños de su edad. Sin embargo, comprendió que, para seguir avanzando, necesitaba más que su autodidactismo. Fue entonces cuando decidió pedir a sus padres algo que consideraba esencial: tutores privados. No solo quería un tutor en finanzas; también pidió profesores de idiomas, arte y entrenadores deportivos. Comprendía que el conocimiento era vasto y multifacético, y que, para ser verdaderamente competente, necesitaba dominar diversas áreas.Hariella, quien siempre había reconocido el potencial excepcional de sus hijos, aceptó su propuesta sin dudarlo. Además, decidieron que Hera, también recibiría la misma educación privilegiada, aunque sus intereses y talentos eran diferentes a los de Helios.Durante los siguientes dos años, la vida de Helios se transformó en una sinfonía d
En los dos años que siguieron a su matrimonio, la vida de Herseis y Edán se transformó en una rutina desgastante. Ambos trabajaban arduamente para cubrir las necesidades básicas, pero siempre parecía que el dinero nunca era suficiente. Ella se levantaba temprano cada mañana, se vestía con su uniforme de la tienda de ropa, y salía a trabajar sin demasiado entusiasmo. El brillo y la ilusión que una vez había sentido al casarse con Edán se habían desvanecido lentamente, reemplazados por una sensación de agotamiento y desencanto.El trabajo en la tienda no era algo que la apasionara, pero al menos le proporcionaba un ingreso estable. Sin embargo, cada día era una batalla. Los clientes podían ser exigentes y groseros, y la monotonía de doblar ropa y atender a personas que apenas la miraban a los ojos la dejaba sintiéndose vacía. Cuando llegaba a casa, con los pies doloridos y la mente cansada, apenas tenía energía para hacer algo más que preparar una cena simple y esperar a que Edán llegar
En su primer año de secundaria, Helios y Hera avanzaban con la misma facilidad y éxito que los había caracterizado durante toda su educación primaria. Los temas que cubrían en sexto grado, aunque más avanzados, no presentaban grandes desafíos para ellos. Tanto Helios como su melliza se destacaban como los mejores de la clase, superando a sus compañeros con una naturalidad que reflejaba no solo su inteligencia, sino también la disciplina y el esfuerzo que ponían en cada tarea. Sin embargo, a pesar de sus logros académicos, el día a día de Helios no se limitaba solo al estudio.En casa, Helios compartía tiempo con su hermana menor, Hebe, quien a sus tres años se mostraba como un témpano de hielo. No podía evitar sentir una cierta ternura por su hermanita.Después de jugar con Hebe, Helios se reunía con Hera para jugar al Monopoly, un juego que ambos habían dominado, aunque con diferentes enfoques. Él, con su inclinación natural hacia las finanzas y la estrategia, había perfeccionado sus
A medida que se acercaba el final del año, Helios y Hera enfrentaron un desafío académico que habían estado anticipando: un examen que evaluaría sus conocimientos y habilidades en todas las materias. Era una oportunidad para demostrar lo mucho que habían aprendido, y Helios estaba preparado. Estudiaba con la misma meticulosidad con la que manejaba los detalles del banco, dedicando horas a repasar conceptos, resolver problemas y asegurarse de que no quedara ninguna duda sin aclarar. Hera también se preparaba, aunque su enfoque era diferente; ella prefería estudiar en compañía de otros, mientras que Helios siempre lo hacía solo.El día del examen llegó, y Helios abordó cada pregunta con la seguridad de quien ya conoce las respuestas antes de siquiera leerlas. No era arrogancia, sino una confianza en sus habilidades y en el esfuerzo que había puesto. A medida que avanzaba por las secciones del examen, desde matemáticas hasta ciencias, pasando por literatura e historia, sintió que todo lo
Herseis caminaba de regreso a su apartamento, sus pasos resonaban en la acera mojada por una ligera llovizna que caía esa tarde. Su día había sido como cualquier otro: trabajo monótono, una pequeña charla con un cliente habitual, y la habitual sensación de cansancio que la acompañaba desde hacía ya varios años. Mientras caminaba, sus pensamientos iban y venían, revoloteando entre la rutina diaria y las preocupaciones sobre su futuro con Edán. La relación se había vuelto tan insípida como la cena que solía preparar cada noche. Sin embargo, algo llamó su atención y la sacó de sus cavilaciones.Allí, en una de las vitrinas de un edificio imponente, vio una nueva publicidad que no había notado antes. El letrero del Banco Leona, recién instalado, capturó su mirada. El eslogan debajo del nombre, "El Reino Mujer", brillaba con un resplandor que contrastaba con el gris de la ciudad. La publicidad tenía algo magnético, algo que resonó profundamente en su interior. Se quedó parada frente a la v
Al llegar a las puertas de cristal, se detuvo un instante, sintiendo la mezcla de nerviosismo y esperanza que la había acompañado durante toda la semana. El aire a su alrededor parecía cargado de posibilidades. Se enderezó, ajustó ligeramente su bolso en el hombro, y con una última respiración profunda, se dispuso a entrar al banco. Su destino, pensó, estaba a punto de cambiar, y todo dependía de lo que sucediera a partir de ese momento.El Banco Leona se alzaba majestuoso en la esquina de una concurrida avenida, su fachada completamente nueva y reluciente destacaba entre los demás edificios. Era una estructura imponente de vidrio y acero que reflejaba la luz del sol con un brillo que cegaba a los transeúntes. El logo del banco, una leona estilizada, coronaba la entrada principal, con letras doradas que brillaban bajo la luz natural, dando una sensación de lujo y poder. Herseis no pudo evitar detenerse por un momento para admirar la estructura. Había algo en ese edificio que la atraía