El inicio del nuevo año trajo consigo un cambio significativo en la vida de los mellizos Helios y Hera. Con su quinto cumpleaños, a la vuelta de la esquina, estaban listos para comenzar su vida académica. Para Hariella y Hermes, ver a sus hijos dar este paso tan importante era una mezcla de emociones. Hariella, a pesar de estar en las últimas etapas de su embarazo, no escatimó esfuerzos para asegurarse de que todo estuviera listo para su primer día de colegio en la escuela de elite, destinada a los más ricos y poderosos del país o extranjeros. Eran los hijos de los magnates o adinerados los que podían costear el pago en ese establecimiento.El sol apenas comenzaba a asomarse cuando Helios despertó en su amplia habitación. Las cortinas de terciopelo azul, que su madre había elegido, aún bloqueaban la luz de la mañana, pero él sabía que el día había llegado. Era su primer día de escuela, un momento que Hera había anticipado con entusiasmo durante semanas, pero que él observaba con una m
Al entrar al aula, Hera inmediatamente comenzó a hablar con otros niños. Dado su naturaleza extrovertida brillaba sin esfuerzo.Helios, en cambio, se quedó cerca de la puerta, observando desde la distancia. Aunque no se sentía completamente cómodo, había una parte de él que estaba intrigada por todo lo que veía. Los colores brillantes de las paredes, los juguetes esparcidos y los otros niños corriendo por la sala.Cuando la maestra los saludó, Hera respondió con una sonrisa y un saludo enérgico. Helios, sin embargo, solo asintió, manteniendo su distancia. Se sentó en una silla junto a la ventana, donde podía ver el patio de juegos. Desde ahí, observó a su hermana interactuar con los demás, mientras él se tomaba su tiempo para adaptarse.A medida que avanzaba la mañana, Helios comenzó a sentirse un poco más relajado. La maestra les leyó un cuento, y aunque él no participó activamente, escuchó con atención, dejando que las palabras formaran imágenes en su mente. Sabía que la escuela ser
El médico cuando salió de la sala de partos, llamó a su padre y él se levantó de inmediato, dejando a Helios y Hera con sus abuelos y los demás. Helios observó cómo su padre caminaba hacia otra habitación para colocarse ropa quirúrgica.Hera comenzó a hablar de nuevo, especulando sobre cómo sería Hebe, si tendría los mismos rizos dorados que ellos, o si sería diferente. En cuanto al color de cabello. El tono dominante era el de su madre, que era de hebras doradas.Helios, sin embargo, no respondió. Mientras esperaba, su mente comenzó a vagar hacia lo desconocido. Se preguntaba cómo sería tener una hermana menor, alguien más joven que él, alguien a quien tal vez tendría que proteger o cuidar algún día. Era una idea extraña, pero no desagradable. Había algo en la idea de ser el hermano mayor que lo hacía sentir una responsabilidad silenciosa, una carga que aceptaba sin cuestionar.Después de lo que pareció una eternidad, la puerta se abrió de nuevo. Esta vez, fue su padre quien regresó,
De regreso a casa, Helios se mantenía de forma reservada. No era que no le importaran las personas a quienes visitaban, pero no encontraba en esas experiencias algo que realmente lo moviera. Las interacciones sociales se archivaban como simples eventos, sin la carga emocional que parecían tener para los demás.Helios se afianzaba más en su naturaleza introspectiva. No necesitaba expresar de forma abierta sus sentimientos o participar en las efusivas celebraciones que rodeaban los nacimientos. Prefería su propio mundo, uno donde los libros, los pensamientos y las observaciones le brindaban una sensación de control y comprensión que las interacciones sociales no podían ofrecerle.En otra oportunidad, cuando Helios vio por primera vez un anuncio del juego de Monopoly en la televisión, algo dentro de él se encendió. A diferencia de otros juegos que se centraban en la diversión rápida y los colores llamativos, Monopoly tenía un aire de seriedad que capturó su atención de inmediato. Las pal
Así mismo, en esos tres años, llegó el día de la graduación de Herseis. Fue uno de esos momentos que sabía recordar con cariño el resto de su vida. Desde que despertó esa mañana, una mezcla de emociones revoloteaba en su pecho. Aunque sus carreras eran diferentes, siempre se habían apoyado, después de conocerse.El auditorio estaba lleno de estudiantes, profesores y familias emocionadas. Las paredes adornadas con banderines y globos daban un aire festivo al lugar, mientras una suave melodía clásica se reproducía en el fondo, elevando la solemnidad del evento. Herseis, vestida con la toga y el birrete, se encontraba rodeada de sus compañeros de contaduría. Todos estaban ansiosos, intercambiando sonrisas y palabras de ánimo mientras esperaban que la ceremonia comenzara.Al llegar el momento, y los nombres empezaron a ser llamados, Herseis sintió que su corazón latía con más fuerza. La voz del rector resonaba en el auditorio, mientras los estudiantes subían al escenario para recibir sus
Entonces, después de la ceremonia, mientras los invitados celebraban y se tomaban fotos, Herseis se encontró sonriendo automáticamente, diciendo las cosas correctas, cumpliendo con las expectativas. Pero en su interior, se sentía vacía. El matrimonio, que debería haber sido uno de los días más felices de su vida, no era más que una serie de momentos desconectados, una sucesión de eventos que no lograban tocarla emocionalmente por el hecho de ser inhibida por todos.Luego de la recepción, cuando todo el bullicio y las felicitaciones finalmente se desvanecieron, Herseis se sintió agotada y ansiosa. La emoción del día se había desinflado y ahora estaba a solas con Edán en la habitación del hotel. Sabía lo que venía a continuación, y aunque había imaginado este momento durante mucho tiempo, ahora que estaba aquí, no sentía el entusiasmo que había esperado. En su lugar, una mezcla de nerviosismo y resignación la invadió.Edán parecía cómodo y tranquilo, como si todo transcurriera de acuerd
A medida que Helios crecía, su mente continuaba desarrollándose de manera excepcional. A los ocho años, había logrado alcanzar un nivel de conocimiento y disciplina que superaba con creces al de la mayoría de los niños de su edad. Sin embargo, comprendió que, para seguir avanzando, necesitaba más que su autodidactismo. Fue entonces cuando decidió pedir a sus padres algo que consideraba esencial: tutores privados. No solo quería un tutor en finanzas; también pidió profesores de idiomas, arte y entrenadores deportivos. Comprendía que el conocimiento era vasto y multifacético, y que, para ser verdaderamente competente, necesitaba dominar diversas áreas.Hariella, quien siempre había reconocido el potencial excepcional de sus hijos, aceptó su propuesta sin dudarlo. Además, decidieron que Hera, también recibiría la misma educación privilegiada, aunque sus intereses y talentos eran diferentes a los de Helios.Durante los siguientes dos años, la vida de Helios se transformó en una sinfonía d
En los dos años que siguieron a su matrimonio, la vida de Herseis y Edán se transformó en una rutina desgastante. Ambos trabajaban arduamente para cubrir las necesidades básicas, pero siempre parecía que el dinero nunca era suficiente. Ella se levantaba temprano cada mañana, se vestía con su uniforme de la tienda de ropa, y salía a trabajar sin demasiado entusiasmo. El brillo y la ilusión que una vez había sentido al casarse con Edán se habían desvanecido lentamente, reemplazados por una sensación de agotamiento y desencanto.El trabajo en la tienda no era algo que la apasionara, pero al menos le proporcionaba un ingreso estable. Sin embargo, cada día era una batalla. Los clientes podían ser exigentes y groseros, y la monotonía de doblar ropa y atender a personas que apenas la miraban a los ojos la dejaba sintiéndose vacía. Cuando llegaba a casa, con los pies doloridos y la mente cansada, apenas tenía energía para hacer algo más que preparar una cena simple y esperar a que Edán llegar