-¿Quieres desnudarme?- pregunto la morena y fue suficiente señal para el lobo quien rodeó la cintura de Emma y la levantó para sentarla sobre la barra, ella soltó un jadeo de sorpresa pero mantenía la sonrisa juguetona en los labios.
-Joder … muero por desnudarte..- aclaró el hombre ahora entre las piernas de la menor, su tono era más bajo, más ronco, pero a pesar de la completa desesperación que le consumía por enterrarse entre aquellos muslos perfectos notaba a la menor algo más receptiva, como si uno de los escudos que la protegían de cualquier tipo de intimidad hubiera caído, no estaba seguro… o más bien no tenía la jodida idea de cómo lo había logrado, pero si era un golpe de suerte no lo iba a desaprovechar, dejó ambas manos apoyadas en la barra y no movió un músculo mientras de
La morena despertó antes de abrir sus ojos, se sentía increíblemente cálida y cómoda, bajo su cuerpo la dureza se amoldaba perfectamente a su cuerpo suave y blando, el aroma a bosque y madera era increíble en sus fosas nasales.Solo unos segundos más. Se dijo a sí misma, trato de buscar en su interior algún signo de incomodidad, vergüenza o algo por el estilo, pero no encontró más que plena satisfacción, aún tenía que definir los márgenes de aquello que sea lo que estaba pasando entre ellos, pero por alguna razón no le molestó tenerlo en su cama, más bien era una sensación agradable, como si fuese lo correcto, natural. Abrió los ojos y levantó un poco su rostro para mirar al f
Leonardo se dió una ducha en uno de los cuartos extras del piso, se vistió con tranquilidad y salió hasta la cocina comenzando a preparar el desayuno, un par de huevos, pico algo de fruta y un par de cafés, Emma aprecio en la cocina cuando el hombre limpiaba sus manos con un trapo.-cocinas..- no fue una pregunta, más bien una afirmación de algo que no creía posible, algo escéptica hizo una mueca, Leonardo pasó una mano por su cabello aún húmedo y tomó asiento en uno de los taburetes de la cocina.-Me gusta mi privacidad, así que de vez en cuando me quedo solo y para ello debo cocinar algo para poder sobrevivir.- señala sin darle mucha importancia, la morena algo contrariada se sentó en el taburete al frente del alpha, aquello era demasiado extraño para ella, nunca… jamás… había desayunado o compartido c
En las callejuelas de Florencias, en aquellos barrios dónde pareciera que el glamour Italiano no alcanzó a llegar y la pobreza dicta de toda necesidad, donde la droga y la depravación son la fuente de ingreso general para su gente, ahí, en una habitación alquilada está Sophie, su rostro cubierto por un pasamontañas, llevaba algunos días ya buscando el rastro de Lorenzo sin tener éxito hasta ahora, hace días que no hablaba con Emma y esperaba de todo corazón que no se haya metido en algún lío. Pero ahora lo que le importaba era el sujeto sentado delante de ella, en una silla, amarrado de pies y muñecas, tenía el labio roto y un ojo morado, marca del encuentro con Sophie de hace menos de una hora.-¿Dónde está Lorenzo Amato? - pregunto la castaña con un ital
Al llegar a la entrada de la propiedad de Leonardo la morena no pudo evitar tomarse unos segundos para mirar por el espejo retrovisor la propiedad al otro lado de la calle, un pequeño dolor asomó en su pecho, el alpha lo notó, pero se mantuvo en silencio hasta que ella aceleró y entró el coche, decidió para mí misma no pensar más por aquella tarde, miro al alrededor para notar la gran cantidad de árboles y boscosidad en la propiedad.-¿No son muchos árboles?- preguntó la morena, ciertamente era muy bello pero a su vez sentía que no se aprovechaba bien el espacio del lugar.-Me gusta así, me recuerda a Brigus. -señaló Leonardo mientras estacionaba el vehículo en la entrada de la casa, Emma apagó el motor y avanzó para entrar junto al mayor, le sorprendió lo increíblemente minimalista y
-Apaga el fuego. -ordenó la menor y un ronco gruñido de aceptación salió de la garganta de Leo, ella no entendía por qué aquellos ruidos salvajes la excitaban tanto. y Leonardo se dió cuenta que solo ella tenía el poder de ordenarle y no morir en el intento. Apagó finalmente la estufa y llevó sus manos a la blusa de la menor.-¿Te gusta esta blusa?- preguntó el alpha-tengo tres más. -señaló su Luna, respuesta suficiente para que el lobo la abriera de un jalón, los botones salieron disparados en distintas direcciones, un jadeo salió de los labios de la menor, y obteniendo ya el permiso, tiro del sujetador, de la fina y angosta parte entre sus pechos y la rasgó de igual forma - mierda… - gimi
Posteriormente al intenso momento que habían tenido, Leonardo actuó con astucia y la dejó con cuidado sobre el sofá mientras le preguntaba que le apetecía comer, sabía que actuar de forma frontal para que admitiera que lo que había entre ellos era más que sexo era una estupidez, ya que por alguna razón su Luna estaba reacia a profundizar abiertamente en la relacion.la cena se había estropeado así que optaron por comprar comida China, Emma se había cubierto con una manta que había sobre el sofá y cuando el repartidor llevo a la puerta ella se había escapado para llegar hasta la habitación principal, entro en el extenso armario y busco rápidamente algo de ropa, no se sentía incómoda con su cuerpo pero tampoco se sentía completamente cómoda con la desnudez, al menos no de la forma que Leonardo demostraba
Emma despertó a la mañana siguiente con el aroma del café casi en la nariz, se sentó en la cama sujetando las sábanas de seda negras contra su pecho, pasó una mano por su larga melena negra y vio al mayor al fondo de la habitación, había un par de ventanales que el día anterior no había visto debido a las enormes cortinas, ahora ambas puertas estaban abiertas de par en par y sentado en una silla frente a una pequeña mesa estaba Leonardo con solo un pantalón de chándal y un café en la mano, en la mesa había otra taza humeante, se despegó de las sábanas y se puso la camiseta que le había robado al alpha el día anterior, caminó hasta él y vio mientras llegaba que sobre la mesa no solo estaba una taza de café para ella sino también, un documento"Acuerdo de noviazgo"
Una semana, una maldita semana desde que Leonardo había visto por última vez a su Luna, en este punto ya estaba enfurecido, su lobo se paseaba de un lado a otro arañando las paredes de su jaula mental, estaba más que dispuesto a tomar el control y desgarrar la cantidad de gargantas necesarias para que le devolvieran lo que le pertenecía. Había ido a la oficina de la morena al menos una vez al día y siempre era retirado con suma tranquilidad por aquella maldita castaña que Emma solía apreciar tanto.-No te estoy preguntando, que quiero verla ahora.- exigió Leonardo afuera de las enormes puertas color caoba de la oficina de Emma, entre aquellas puertas y él se interponían dos hombres y la castaña, quien mantenía un temple de acero, no importaba cuánto insistie