NicolaEl dolor en mi cabeza seguía palpitando, cada golpe que había recibido seguía resonando en mi cráneo como un tambor.Intentaba mantener el equilibrio, pero mis pasos eran torpes, y cada movimiento me dolía, haciéndome recordar la emboscada en la que había caído.Me forcé a dar un paso adelante, pero todo a mi alrededor giraba sin parar. Odiaba verme así y más delante de las chicas.—¿Sabes? —continuó. —Siempre pensé que serías más difícil de doblegar. Pero mírate, apenas puedes mantenerte en pie. —No te preocupes, —siguió hablando mientras se acercaba lentamente a mí. —Tu sufrimiento acaba de comenzar.No tenía tiempo para más juegos.Le lancé un puñetazo, una fuerza me golpeó por detrás. Shadow apareció de la nada, riendo mientras me inmovilizaba de nuevo.—Siempre tan predecible, Moretti. —dijo, su voz teñida de burla. Intenté girar la cabeza para verlo, pero me apretó con su brazo empujándome hacia la pared. —Aunque golpear a una mujer... Eso sí es nuevo.—No podemos permiti
NicolaLa Pantera me observaba en silencio, su máscara cubriendo todo rasgo que pudiera delatar sus pensamientos, pero sentía la intensidad de su mirada.—Shadow —su voz rompió el silencio. —Ven aquí.El hombre apareció de la nada, moviéndose como una sombra, tal como su nombre lo sugería. Había algo en la postura de ese hombre, en la forma en que se movía... Algo familiar, pero no lograba identificar qué era exactamente. Mi cerebro no se encontraba en su mejor estado, y estaba peor con cada segundo más atado y cansado.Shadow se acercó con calma, una mano posándose sobre la cintura de la Pantera como si fuera su derecho.La vista me generó una repulsión instantánea, y algo en mí ardió. Un destello de odio apareció en mis pensamientos.Quería arrancarle esa mano de un golpe, pero la cuerda atada a mis muñecas se clavaba más en mi piel con cada intento de liberarme.—¿Por qué era Renata la sustituta? —le preguntó la Pantera, ignorando mi creciente frustración.Shadow ni siquiera titube
ValentinaCada inhalación, cada exhalación, me recordaba la razón por la que estaba aquí, la razón por la que había sobrevivido todos estos años.Mi vida había sido una serie de eventos desafortunados pero fríamente calculados, y ahora, todo me traía a este preciso momento.La Pantera, implacable, lista para devorar a su presa.Antes de todo esto, antes de las máscaras y las mentiras, yo era una niña normal. Era una niña con una familia, era amada y consentida.Pero un día bastó para cambiarlo todo.El día en que mi infancia terminó.Tenía cinco años. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer.Mi padre, un hombre fuerte, imponente, me había dejado en mí habitación para dormir después de que volviéramos de reconocer el cuerpo de mi madre.En medio de la noche me despertó un sonido muy fuerte. Algo no estaba bien. Aún puedo ver la sombra de preocupación cruzando su rostro cuando entró desesperado a mi habitación.—Mi piccola, tienes que esconderte —me susurró.Entré al armario de mi cuarto,
ValentinaNicola...No solo fue el castigo que recibí por tratar de escaparme. Sí, fue doloroso, fue brutal, pero también fue algo excitante, algo que me mostró quién es Nicola realmente, lo que estaba dispuesto a hacer cuando algo se le metía en la cabeza.Un hombre que se preocupa, incluso cuando no quiere. Un hombre que protege lo que es suyo.Pero fueron los pequeños detalles, las cosas que no debería recordar y que, sin embargo, no puedo olvidar.Como ese día en que llegó a mi apartamento después de la llamada con mi padre, yo estaba llorando a mares... Estaba actuando, pero en algún lugar de mí, las lágrimas no fueron tan falsas.Nicola me vio. No dijo nada, no me juzgó. Simplemente me preparó un té y se quedó a mi lado hasta que me calmé.Eso fue lo que me quebró un poco.No era el Nicola despiadado que todos temían.En esos momentos de intimidad, era alguien más, alguien que se preocupaba por mí de una forma que nadie más lo hacía. Y yo, a pesar de mi entrenamiento, a pesar de
NicolaEl eco de la explosión resonaba en mis oídos, pero la única que parecía no inmutarse era ella; la Pantera.Valentina.No podía acostumbrarme a esa dualidad en su comportamiento. Esa mujer que me hizo sentir tanto desde que la conocí, ahora era una traidora... mi enemiga.Mis manos aún estaban atadas, pero mi mente estaba enfocada en otra cosa: escapar y sacar a Bianca.Shadow apareció, arrastrando a mi hermana, con la cabeza cubierta por un saco oscuro. Cada fibra de mi cuerpo se tensó, y el pánico que me recorría me dejó sin aliento. ¿Qué demonios estaban esperando para soltarla?—¿Qué hacemos? —la voz grave de Shadow interrumpió mis pensamientos.Se lo preguntó directamente a Valentina, como si ella fuera la única con autoridad en esa maldita sala.Ella se puso la máscara sin prisa, como si ese simple gesto pudiera definirla.Era la Pantera otra vez.La frialdad en sus movimientos me resultaba tan ajena... tan distante. No podía ser la misma mujer que había sostenido entre mi
NicolaLos disparos, las explosiones no paraban, las malditas balas rebotaban contra los muros como si fueran el eco de mi propia desesperación.Valentina iba a mi lado, letal y precisa, disparando con una frialdad que no podía creer. Con cada enemigo que caía, sentía más admiración por ella... y más odio por su traición.—Maldita sea, —gruñí, disparando a otro hombre de la Camorra que apareció entre los arbustos. —¿No paran de aparecer?Ella no respondió, pero giró su cabeza para mirarme y pude ver en sus ojos que esto no le desagradaba. Sabía que estaba disfrutando. Lo sentía.—Tenemos que entrar, —dijo, su voz apenas audible entre el rugido de los disparos.Corrimos hacia la mansión, y cuando entramos... mi mundo se detuvo.Mi padre estaba en el suelo. Sangrando.Apenas respiraba. Su camisa blanca estaba empapada de sangre, y su rostro, el del hombre más fuerte que jamás conocí, parecía mucho más viejo y ceniciento.El hombre que me había criado, que me enseñó todo sobre el poder y
NicolaFueron solo minutos los que pasaron desde que salimos de la mansión hasta que llegamos a esa pequeña casa en medio de la nada, pero para mí se sintió como si hubieran pasado horas.Cada segundo de esa agonizante espera, escuchando el débil sonido de la respiración de mi padre en el asiento trasero.Valentina iba al volante, su mirada fija en la carretera, mientras yo me debatía entre el odio, la frustración y una creciente confusión.Bianca estaba a salvo, o eso me había dicho, pero mi padre..., el hombre que, a pesar de todo, era mi vida entera, estaba colgando de un hilo en la parte trasera del auto. Cada gemido que salía de su boca inconsciente me desgarraba por dentro, mientras me recordaba que no podía perderlo.El cielo comenzaba a teñirse de un gris mortecino, el amanecer aún estaba lejos, pero la oscuridad ya empezaba a retroceder. El paisaje a nuestro alrededor se desvanecía en sombras, nada más que un desierto interminable, hasta que, una pequeña casa apareció de la n
ValentinaEl vapor salía de la tetera mientras vertía el agua caliente en la taza. El aroma del té de hierbas llenó mis pulmones, pero mis pensamientos estaban a kilómetros de allí.Shadow estaba a mi lado, apoyado contra la pared, sus ojos observándome con esa atención que parecía verme hasta el alma.Siempre estaba ahí, siempre vigilando, siempre dispuesto. Sabía que lo hacía por mí. Desde el principio habíamos sido un equipo, dos piezas del mismo rompecabezas oscuro y retorcido.Tomé la taza en mis manos, sintiendo el calor contra mis palmas mientras los recuerdos me envolvían.Renzo y yo, mucho antes de ser quienes éramos ahora, mucho antes de ser Shadow y la Pantera.Éramos niños.Un par de almas perdidas que, por circunstancias fuera de nuestro control, habíamos sido lanzados a este mundo brutal.Ambos con potencial y una habilidad para aprender lo que otros niños ni siquiera podrían imaginar.Desde el primer momento en que lo vi, supe que había algo en él. Su enfoque, su silenc