Salomé empezó a recuperar la consciencia. Primero se sintió acostada sobre unas sábanas, pero en un piso duro que definitivamente no era el de su habitación. Sintió también algunas vendas en su cuerpo y además, por alguna razón, una presión fría en sus muñecas.
Abrió los ojos y tal como lo esperaba, no estaba en su recamara, pero tampoco en la casa del curandero de la manada. Giró la cabeza a su izquierda y en la única ventana que pudo ver, bastante pequeña esta, vio barrotes.
«¿La prisión de la villa?», pensó Salomé dando al fin con el lugar en el que estaba. La villa de los lobos negros tenía una prisión, construida hacía muchos años, para encerrar ahí a lobos grises o a lobos negros que fueran un peligro para la misma manada, pero hasta donde Salomé sabía, tenía
En la villa de los lobos negros, Barak caminaba por las calles de esta en dirección a la casa de su alfa. Entró sin siquiera anunciarse pues sabía que su único ocupante lo esperaba sólo a él. Se dio un momento para mirar la casa, sin las dos mujeres que la ocupaban junto con el líder de la manada, la verdad es que la casa se sentía fría, vacía… hasta muerta se podría decir.Miró al fondo de la casa y ahí sobre unas pieles encontró a Daniel echado, con un claro desgano en su rostro. Se acercó a él y el alfa al fin se dignó a mirarlo para preguntar:—¿Y bien?Barak se aclaró la garganta y respondió:—Los cazadores que enviamos a buscar a Salomé y Carolos ya regresaron y me entregaron su informe: no encontraron rastro de los chicos.Daniel suspiró, se sentó y mientras se pas
Aunque la situación ya no se veía tan amenazante, pues Carolos sentía que podía con una humana, no se animó a bajar la guardia.—¿Qué haces aquí? —preguntó Carolos todavía apuntando la navaja hacia la chica—. En esta isla sólo hay hombres lobo.—Lo sé, lo sé —dijo la pelirroja con una mano en la nuca—. Como habrás notado, no soy de aquí, sólo estoy de paso.—Estás en territorio de los lobos grises —le advirtió Carolos—. Si te ven por aquí te matarán.Aunque no sabía que tan válida era su amenaza considerando que sus enemigos habían aceptado a Kimaris entre sus filas.—Pero tú tienes pelaje negro, así que supongo que estamos en la misma situación —observó la pelirroja, pero sus palabras sólo
Salomé y Carolos se quedaron de pie mirando a la vampiro hasta que fue obvio que en efecto se había quedado dormida.Sin nada más por hacer, ambos lobos fueron y se sentaron en diversos lugares del campamento, vigilando a su nueva “compañera”, hasta que el cansancio les venció y se quedaron dormidos.Lo que despertó a Salomé más tarde fue un aroma que hizo que el estómago básicamente la golpeara: carne asada con hongos fritos. Abrió los ojos y aunque lo veía con la luz de la mañana, no creyó lo que tenía enfrente: Kaia estaba en la fogata cocinando y se oía que tarareaba una canción.Se giró hacia donde Carolos había ido a dormir la noche anterior y lo vio también despierto y mirando la escena, luego este se giró a ella y pudo ver en sus ojos que le preguntaba: “¿Estás viendo lo mismo q
En su construcción, la villa de los lobos grises no era muy diferente a la villa de los lobos negros, pues ambos poblados tenían sus casas hechas de adobe, reemplazando el verde del bosque por gris, pero sí tenía algunas diferencias clave, como una muralla con una sola entrada que delimitaba el terreno, lo que ayudaba a denotar que era bastante más grande que la de los lobos negros, y además de que hasta el fondo del poblado, a los pies de una montaña de la que manaba un río, se encontraba una enorme construcción que parecía quería ser un palacio.Alguna vez que Daniel regresó de un rito del territorio que se celebró en esa misma villa, Salomé le había escuchado decir a su padrastro que la familia alfa de los lobos grises parecía tener una manía por sentirse de la realeza y ahora que veía ese seudo palacio, comprendía porqué su alfa ten&i
Aunque todavía tenía sus dudas, a Salomé y su grupo no le quedó de otra más que seguir a aquel lobo gris al interior del palacio.Mientras caminaban por los pasillos de este, Salomé se dio el tiempo de ver el interior de la construcción: aunque era claro que eran paredes de adobe, se veía que se esmeraban mucho para lograr darle un aspecto de palacio, pues había grandes columnas, antorchas e incluso estandartes con el escudo de un lobo gris y una media luna dibujados en ellos.A medio camino localizaron a una loba gris, quizás una criada, a la que el lobo que les iba guiando le llamó y le dijo:—Por favor llama a la señora Xenia, dile que es urgente que me vea en el salón principal.—Claro que sí señor —respondió la criada haciendo una reverencia antes de salir corriendo a cumplir la tarea que se le había dado.
—Todo comenzó hace unos meses. Un día que regresó de cazar, Claus llegó con esa demonio a la villa. Nos pareció extraño que justo fuera él quien la trajera sin problemas, pidió una audiencia privada con nuestro alfa y cuando terminó, Tyrone declaró que Kimaris se quedaría con nosotros y le concedió privilegios incluso mayores que los míos como el nuevo beta, alegando que como yo era muy joven todavía, de momento valdría la pena que alguien como Kimaris fungiera como la beta.—Pero eso no fue lo más extraño —continuó Xenia—. A partir de ese día, padre comenzó a actuar raro, como si estuviera adormilado, y poco a poco otros miembros de la manada comenzaron a actuar igual.Salomé levantó las cejas, recordando que en el día anterior al rito del territorio, había notado que Tyron
—No lo sé —fue todo lo que dijo Kaia.La respiración de todos los presentes se cortó de golpe ante esa respuesta tan directa.—No… ¡¿No lo sabes?! —rugió Salomé sin creer lo que escuchaba.—Oye, ¿pero qué no dijiste que eras la líder de los stars keepers esos? —le espetó Carolos—. ¿Cómo que no sabes para qué podría usar a Nicole la loca de Kimaris?La vampiro se encogió de hombros y se limitó a responder:—Por eso les digo que no lo sé. Soy la líder de los stars keepers y por eso mismo sé que el hechizo que se puso para defender el anillo es muy fuerte, ni siquiera el Dubhe podría atravesarlo y eso ya es decir mucho. Realmente no me puedo imaginar cómo podría usar Kimaris a una cachorra para abrir la barrera, lo único que se me oc
El beta de los grises guió a Salomé por los pasillos de la gran casa hasta que se detuvo ante unas enormes puertas, las abrió de par en par y Salomé quedó maravillada por lo que vio.Se encontraban en un mirador, pero estaba bellamente adornado, con un pequeño estanque donde había plantas de flores fluorescentes que con su brillo de color verde azulado bastaban para iluminar el lugar y además, el cielo estaba poblado de estrellas, con la luna tímidamente oculta detrás de una nube.—Wow… —exclamó Salomé embelesada.—Este es el jardín personal de la señorita Xenia —explicó Egan avanzando al lugar junto con Salomé—. No me preguntes por qué quiso ponerlo aquí y no en el patio trasero, como cualquier lobo normal.Salomé no dijo nada, estaba ocupada contemplando las flores. Ni siquiera sab&iacu