Capítulo 11.

No creía que se dieran cuenta de mi huida y de la desaparición de su líder hasta una hora o un poco más así que me dediqué a seguir las huellas descuidadas de mis parejas y los otros.

Hacía un buen tiempo para una caminata por el bosque.

Saqué una manzana y la comí tarareando. Si el negocio de las bolsas hechas de ropa fallaba, debería intentar entrar en el emocionante mundo de los espías. Vivir aventuras, derrocar ejércitos rebeldes, salvar princesas de celdas malolientes... si, sonaba divertido. Yo solita acabaría con las guerras en el mundo y cuando reine la paz me retiraré y sembraré flores para vender en la plaza. Porque soy una jodida loba de flores.

Reí divertida del rumbo de mis pensamientos.

Siendo honesta conmigo misma, la oferta del General del Este sonaba muy atractiva. El Sur quedaba descartado por obvias razones; el Norte por aun más obvias razones y en el Oeste no me pararía ni muerta. Se me acababan las opciones y a este paso tendría que ir y buscar el continente perd
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