Capítulo 15.

-Si esa loba fuera mi pareja, si esa loba fuera mi mujer, le compraría un vestido de seda y a su mamá también...

Yo sonreí al escuchar el canto de los tripulantes. Habíamos establecido una rutina en el tercer día en donde Cole y yo salíamos a desayunar juntos y luego entrenábamos un poco en la cubierta. Después él se iba a donde fuera que se iba de día y yo me quedaba en la cubierta ayudando con las velas, el timón o la pesca.

La canción había comenzado hace unos días cuando Mateo por fin cedió a mis súplicas de entrenar conmigo y le pateé el trasero en tres movimientos.

Tenía la impresión de que más de la mitad de los lobos estaban enamorados de mí pero eso quizá solo era mi ego imaginando cosas.

Hoy mamá estaba de muy buen humor y me ayudaba a crear nuevos bolsos para el negocio con alguna ropa que empaqué del castillo. Quizá había robado alguna camisa horrible de Cole, pero de alguna manera tenía que pagar su pasaje en mi ilustre medio de transporte.

-Eso es genial mamá, ahora solo
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