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Antes de partir

Ella se alza ligeramente y me ve desde arriba, acaricia mi barba, desliza su mano sobre mi cuello y lo baja directamente a mi abdomen, comienza a recorrer las líneas de este, baja su rostro siento sus labios besándolo.

― Candela ― le murmuro y ella alza la mirada para verme directamente a lo ojos ― No quiero volver con Bea aún.

― No lo hagas ― me dice de inmediato ― Experimenta, vive, prueba, después tendrá tiempo para comprometerte y ser la persona que todos quieren que seas, ese es mi consejo―.

Vuelve a mi abdomen y comienza a sentarme con sus labios rozando mi abdomen, y sus manos acariciándome.

― Quiero verte todos los días ― digo excitado mientras siento sus labios bajar lentamente hasta mi ingle.

― Llámame o tómame una foto ― y puedo ver su sonrisa coqueta entre mis piernas.

― ¿Qué haces? ― digo excitado mientras siento sus labios besar la orilla de mis muslos―.

― Te daré tu recompensa por ser tan buen estudiante ― y así siento sus labios provocando mi hombría que en estos momentos está empezando a endurecerse.

― Siempre he sido muy aplicado― comento―.

―Shhh ― dice ella poniendo uno de sus dedos sobre mis labios ― Tengo poco tiempo así que más vale que no me interrumpas porque sino te tendré que castigar.

Candela toma mi erección entre sus manos y comienza a jugar con ella de una manera tan suave y sutil que con sólo sentirlo me lleva al cielo ― ¡Joder! ― murmuro excitado he inmediatamente me aferro a las sábanas. Ella me ve con esa mirada intensa, sus manos siguen moviéndose de arriba para abajo provocándome.

― La pregunta aquí es ¿Hago lo que yo quiero? o ¿Hago lo que Javier quiere? ― y luego deja de mover sus manos esperando por mi respuesta.

―Hazme lo que quieras ― digo excitado ― Conmigo quiero que hagas lo que desees, soy completamente tuyo, pero no pares.

Ella sonríe y sube de nuevo hacia mí poniendo sus caderas sobre las mías. Candela toma mi erección con la mano y después la comida de una manera entre sus piernas y empieza a moverse, puedo sentir su humedad y me encanta que, al no llevar preservativo, la puedo sentir verdaderamente a ella. Acomoda sus manos sobre mi pecho y yo llevo mis manos a sus caderas, sus movimientos son sutiles y lentos y yo sólo ardo de deseo por entrar en ella y sentirla de nuevo.

― Sube tus manos hacia mis pechos ― me pide.

Éstas se deslizan con facilidad hacia ellos y los toco primero con mesura y después apretándolos un poco ― Me encanta ― murmura ― Amo tus manos grandes acariciándolos.

― A mis manos le encantan tocarte ― y ella lleva su cuerpo hacia adelante y los pone cerca de mi boca.

― Bésalos y muérdelos ― me pide ― y yo como estudiante aplicado lo hago ― Quiero que los disfrutes tanto como yo lo hago.―

Sus caderas se siguen moviendo mientras yo me hundo en sus pechos, cuando ya están lo suficientemente erectos ella se vuelve a erguir dejándome con las ganas ― No te vayas ― le digo deseoso ― Quédate conmigo―.

Ella sonríe y después vuelve a bajar a mi erección y sin decir nada la toma entre sus manos y lo introduce a su boca para empezar a jugar con él de una manera magistral. Puedo sentir su aliento y su lengua en mí como de vez en cuando sus labios la aprietan excitándome más. Candela no para y yo no quiero que de detenga, empiezo a entrar en un tipo de éxtasis que no quiero que acabe y ella lo único que desea es hacerme acabar.

― Candela, me vengo, no puedo más ― le murmuro y ella para de inmediato ― No, espera ― digo excitado ― no pares.

Candela se recuesta a mi lado y sé inmediatamente lo que tengo que hacer. Así que antes de que la sensación pase me pongo encima de ella para después desbordarme sobre su pecho. El gemido que doy es increíble y resuena en todo mi cuarto. Bajo la mirada mientras siento en mi cuerpo esa ola de placer recorriéndolo por completo y la veo sonreír. Ella, Candela, mi complice en la intimidad, la que me hace ser otra persona diferente, la que poco a poco va guardando mis secretos más profundos y hace realidad mis fantasías mejor guardadas sin juzgarme.

Me inclino hacia ella y la beso tratando de pasarle todas las sensaciones que en este momento recorren mi cuerpo, quiero comerme sus labios por última vez, y ella me responde ― Tú tiempo se terminó guapo ― me murmura en el oído y yo me dejo caer al lado de ella liberándola. Ella se pone de pie y camina desnuda hacía el baño, yo observo el vaivén de su cadera moviéndose sensual. Se queda unos minutos ahí y después sale para caminar hacia la sala, veo de lejos como saca de su bolsa una braga limpia y se la pone, para después volverse a poner el entubado vestido cubriendo de nuevo su cuerpo. Toma sus tacones y regresa al cuarto con ellos, jugándolo con los dedos, para sentarse, enseguida, a la orilla de la cama.

Mientras ella se acomoda los zapatos yo aprovecho para besar sus brazos y jugar con su cabello ― Te prometo que nos veremos pronto ― le susurro y ella sonríe.

―Ya sabes dónde encontrarme, sólo debes hacer la llamada―.

Candela se voltea un poco y toma mi rostro con una de sus manos para enseguida besarme, ese beso me sabe a despedida, pero no me dice adiós, si no un hasta luego. Nos separamos, ella se pone de pie y camina hacia la puerta ― La pasé genial guapo, gracias por la noche, el vino, la plática y sobre todo el placer que provocaste en mí― y me cierra un ojo. Ella camina hacia la sala, toma su bolsa y sin mirar atrás sale de mi piso dejándome completamente solo recostado sobre la cama que huele a sexo y a su rico perfume.

Fijo mi mirada en el techo mientras vuelvo en mí, las sensaciones que Candela me ha dejado son demasiado intensas que me está costando trabajo respirar, pero las amo, así que las abrazo y las vivo con la misma intensidad. Lo que me dijo ronda mi cabeza y ya no tengo duda, no regresaré con Bea, seguiré descubriendo más de mi mismo y de lo que me gusta hacer, Candela será mi boleto para entrar a ese lugar donde puedo descubrir y ser descubierto por ella.

―¿Qué es lo que quieres de mí Candela? ― digo en voz alta ― ¿Cómo puedo ser yo lo que necesitas? ¿Cómo puedo ser yo tu garantía de que todo lo que pase al siguiente día será mejor?―. Abrazo la almohada que tengo al lado y su perfume vuelve a invadir mis sentidos.

"El que se enamora pierde" recuerdo las palabras de Manuel antes de quedarme dormido, pero yo no estoy enamorado de Candela, sólo no quiero compartirla con nadie más, quiero que ella sea mía, aunque es evidente que ella no es de nadie. Mis ojos comienzan a pesarme y mi cuerpo, relajado, comienza a dar de sí después de estar despierto toda la noche besándola y haciéndole el amor repetidas veces. Sé que más tarde puedo volver a llamarla, sé que mañana ella puede amanecer recostada en esta cama, sé que estoy cayendo en este juego y sólo por puro placer, no voy a parar porque no quiero parar, jugaré lo mejor que pueda, disfrutaré de mi libertad y después, tal vez dentro de unos meses, regresaré a ser el hombre que todos quieren que sea, tal y como me lo propuso ella.

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