Capítulo 22

Volvió a masajearse las manos de forma nerviosa, mientras volvía a lanzar una rápida mirada a su entorno. Era un lugar pequeño, pulcro y muy acogedor. Se llevó la mano a la boca y se secó el sudor con la palma. Miró a su derecha, donde se abría un amplio ventanal, y se vio tentado a ponerse de pie y salir al balcón para refrescarse un poco. Hacía un calor del infierno, así que se quitó la chaqueta.

Miró el reloj de pulsera en su muñeca. Habían transcurrido quince minutos desde que se sentó sobre ese mueble a esperar a Diego. No entendía porque tardaba tanto. Tampoco entendía porque la mujer que lo recibió, no se había acercado, ni un segundo, a ofrecerle aunque fuese, un vaso con agua. Es lo mínimo que él haría, por cortesía.

Pero lo cierto era que Claudine estaba muy ocupada, ayudando a Diana a luc

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