Ariana tomó asiento en la silla del comedor para cenar junto a su padre, hermano y Madison, quien había sido invitada por ella, la compañía de la mujer la hacía sentirse de maravilla y le gustaba la idea de tener a alguien con quien conversar, y como ya tenía días que no sabía de Hazel, había buscado refugio en ella. Zarek no tenía ningún problema en que ella compartiera con sus hijos, al contrario, la idea le resultaba espléndida, si ellos se sentían cómodos con Madison, él no iba a ser quien lo arruinara, después de todo, su amiga era una buena persona para sus hijos.
—Oye, papá, Calix y yo estuvimos pensando que este fin de semana podemos irnos a un viaje en la playa, por supuesto que Madison está incluida en los planes — Zarek limpió sus labios con la servilleta.
—No tengo problema, hija, saben que la casa de la play
—Hazel, despierta, mira lo que llegó al apartamento — ella abrió y cerró sus ojos un par de veces tratando de despertar de su amado sueño, Lizet continuó con la insistencia hasta que Hazel se levantó por completo de la cama, sus hombros se mantenían caídos, sus ojos entre abiertos, y sus ánimos de estar despierta eran caóticos, daba pasos forzosos para poder llegar a la sala, no dejaba de estrujar sus ojos intentando así despertar del todo, cuando llegó a la sala y miró el enorme ramo de flores y ese enorme peluche más alto que ella el sueño desapareció y alegría y energías se apoderaron de su cuerpo. —¡Ay por dios! — cubrió su rostro feliz — Es hermoso, Lizet, muy hermoso — buscó la nota — Muy buenos días para la mocosa más hermosa del universo, espero haberte hecho feliz en esta maravillosa mañana, le deseo un buen provecho en el desayuno y que llegue pronto al trabajo, mi bella Hazel, un beso, Galani ¡Ah! — gritó emocionada, daba brincos por todo el apartamento feliz.
Hazel miró en su celular las llamadas que tenía perdidas de su padre, nerviosa las regresó, pero no obtenía respuesta, su corazón estaba acelerado y al punto máximo de salir de su pecho por el miedo de que le den la peor noticia de su vida y a la cual tanto temía, su cabeza no dejaba de dar vueltas y sus pensamientos eran ciegos y negativos.Ella tomó su bolso en manos y salió rumbo a la oficina de su jefe para explicar que debía irse con urgencia, debido a que su padre no respondía las llamadas y estaba preocupada por su madre, Thomas no se negó a su petición e hizo una llamada para que le solicitaran un taxi que la llevaría a la dirección donde sus padres suelen vivir, él se encargaría de los gastos, y se ofreció a ayudarla con lo que su madre necesitara sin ningún tipo de problema.Hazel subió al taxi una vez que salió de
Zarek y el padre de Hazel se encontraban alejado de ella conversando a solas, la idea del señor James, era que su hija no escuchara la conversación ni tampoco interviniera, él necesitaba tener la seguridad y la palabra de Galani de que jamás lastimaría a su hija, necesitaba saber incluso, si lo que tenía planeado con ella era un simple juego. —¿Qué edad tiene, señor Galani? — preguntó sin dejar de mirarlo. —49 años, señor — respondió algo apenado de tener que revelar su edad al hombre que era su suegro. —¿Sabe qué edad tiene mi hija? —23 años — odiaba sentirse nervioso ante el padre de ella. —Exacto, es joven, muy joven y eso lo sabes al igual que yo ¿Por qué ella? ¿Por qué… fijarse en mi hija? No quiero ofenderlo, pero… ¿Le gustan las de esa edad? — le incomodó la pregunta del padre de Hazel. —Quiero dejarle claro algo, no soy un pervertido, lo que surgió entre Hazel y yo podría decir que es gracias al destino, la vi, me fascinó desde el primer día, me reprochaba saber que una
El verano había llegado a su fin y las clases estaban de vueltas, Hazel se encontraba en la universidad junto con Lizet Madeleine emocionadas por el regreso. Habían pasado tres semanas desde que su madre fue ingresada al hospital tras un paro respiratorio, por fortuna ya está mejor y su semblante ha mejorado bastante, eso mantiene a Hazel tranquila y contenta, incluyendo al padre de ella.—Ya pronto será tu cumpleaños, deberías ir pensando que haremos para festejarlo — Lizet comentó emocionada con la idea.—No lo sé, no tengo muchos ánimos, más bien quería ir a donde mis padres y pasarla con ellos.—No dejaremos de celebrarlo, entendemos que no estés de ánimos, pero no caería nada mal, si nos vamos el jueves por unos tragos, serán un par de copas y listo, volvemos a casa y terminamos de festejar allá — insistió Lizet.—Podemos pedir pizza, helados, vino y por supuesto la torta que no puede faltar, no podemos dejar de celebrarlo, Hazel, es tu cumple — Hazel negó resignada, sabía que no
Hazel subió al auto de Zarek, y lo primero que su cuerpo le gritó al verlo fue besarlo con pasión y no dejarlo respirar, lo había extraño como a nadie en su vida, y saber que se quedarían esta noche juntos la mantuvo todo el día impaciente y anheloso de que llegara la hora de tenerlo a su lado. —Yo también te extrañé — declaró en un susurro una vez que Hazel se distanció. —Se me hizo eterno el día. —Te puedo comprender mejor que a nadie, ya comenzaba a salirme canas — fue sarcástico. —Tonto. —Mira, te compré un obsequio — le entregó una caja. —Estás malacostumbrándome, Zarek — abrió y miró el contenido — ¡Es hermoso! — eran unos aretes de oro con algunos diamantes. —Hay muchas cosas qué deseo obsequiarte, espera a tu cumpleaños, te vas a sorprender con tu regalo. —¿Me das un adelanto? —No, es una sorpresa, Hazel. —Vamos, ¿Dejarás que sufra estos días con la intriga? —Sí, eso haré — ella reposó su cabeza sobre el hombro de Zarek mientras él conducía por las calles de Boston.
—¡Feliz cumpleaños, amiga! — gritó Lizet y Madeleine una vez que entraron en la habitación de Hazel, ya era jueves por la mañana y ella aún continuaba durmiendo, hasta ahora que los gritos de su amiga la habían despertado.—¡Perras, son tan escandalosas! — saltaron en la cama para hacerla levantarse.—¡Vamos, arriba amiga, es tu cumpleaños y hay que festejarlo desde ya! — sin más opciones se sentó en la cama con su cabello alborotado y sus ojos aun casi que cerrados por el sueño que continuaba teniendo.—¿Dónde están mis regalos? — preguntó ya más animada.—¡Aquí está el mío! — Madeleine fue la primera en entregar su obsequio.—Voy por el mío — Lizet salió de la habitación y en ese momento el teléfono de Hazel sonó, ella al saber que se trataba de Zarek lo respondió si siquiera mirar.—¡Hola!—Buenos días, mi hermosa cumpleañera, llamo para decirle que estaré en media hora abajo del edificio esperando por usted, hoy tienes el día libre señorita Sallow, hoy usted pasará su día bajo mi
—¿En serio, Hazel? ¿Te acobardaste? ¡¿El tipo te sorprendió con una confesión de amor y tú solo pediste que trajera de vuelta sin siquiera decirle que sentías lo mismo?! ¡¿Qué coños tienes en la cabeza?!—Lizet — Madeleine le hizo señas con su mirada de que se calmara.—¡Es que no me cabe en la puta cabeza porque mierdas ella hizo eso! ¡Le confesó su amor y Hazel huyó! Me va a dar un maldito infarto, y voy a morir por culpa de ella y sus ataques de pánicos — Lizet se lanzó tendida en la cama a mirar el techo — Pobre Zarek, seguro debe estar creyendo en estos momentos que tú no lo amas y que lo arruinó contigo, y todo porque no le dijiste nada y solo corriste — Hazel no dejaba de llorar en silencio, estaba petrificada.—Hazel ¿Qué pasa? ¿Por qué… tan callada nena? — Madeleine intentaba buscar una explicación lógica a la reacción de su amiga.—Y de paso se quedó muda, genial.—Lizet, basta, mírala, está mal, sabe que no hizo bien y eso la está destrozando por dentro — volvió su vista a
Hazel se removió entre los brazos de Zarek justo en el momento que la alarma sonó, Zarek buscó con su mano aquello que emitía el sonido y en cuanto lo cogió lo lanzó estampándolo contra la pared, ella abrió sus ojos y se sentó en la cama de trancazo mirando al suelo el desastre que había quedado del objeto, luego miró al griego continuar durmiendo como si nada fuese sucedido. —¡Anciano, has tirado mi teléfono! — abrió un ojo y luego movió su mano derecha sin interesarle en lo absoluto. —Ahora te mando uno nuevo, sigamos durmiendo. —Tengo que ir a la universidad y tú a trabajar, mueve tu rico trasero al baño. —No, quedemos hoy juntos. —Vamos, Zarek, no puedo faltar a clases — le quitó la cobija y clavó sus dientes en las pompas del griego. —¡¿Qué carajos… Hazel?! — Se volteó escandalizado — ¡Ay, como arde! —Vamos, hay que ir a trabajar y a estudiar — caminó al baño mientras que él seguía luchando para levantarse, apenas habían dormido solo un par de horas nada más “¿Cómo rayos le