Ayyyy, ya sabemos de Nick, ojala ya lo encuentren. No olviden seguir comentando, reseñando y dando like para yo seguir escribiendo jiji.
Apenas amaneció, Thiago fue a ducharse y a cambiarse por algo más apropiado. Después regresó al hospital para despedirse de su hermana, pues no se verían hasta que la oscuridad y el peligro de la noche impidieran que siguiera la búsqueda. Al entrar a la habitación, chocó contra algo, más bien, contra alguien. Era Alexia. La tomó firme de los brazos para que se cayera y la atravesó con la mirada, apretando los dientes. «¿Por qué tenía que cruzarse en su camino?» Pensó con fastidio. Ella parpadeó, roja hasta los poros. — Lo siento — musitó, percibiendo como el calor del contacto de ese hombre se hacía paso hasta el último rincón de su piel, arrancándole un débil estremecimiento. «Estaba recién bañado» dedujo con timidez, absorta en sus ojos. Olía a loción. De pronto se sintió demasiado incómodo y se removió. Thiago pasó un trago, soltándola, extrañado. — Fíjate la próxima vez — habló con temple y se hizo a un lado para ver a su hermana, que ya sonreía. Alexia salió con las mejilla
Thiago Da Silva se hizo su propio camino entre los rescatistas y los trabajadores que fueron de importante apoyo en aquella búsqueda. Su corazón latía a toda máquina y su respiración estaba demasiado agitada. — A un lado, háganse a un lado — ordenó, nervioso, empujando cuerpos, pisando fuerte con aquellas botas de campo. Se detuvo a los pies de una choza. Varios rostros observándolo. El principal, a cargo de guiar a los rescatistas, lo recibió. — Siga, es por aquí — le indicó, haciéndose a un lado. En cuanto entró a aquel lugar, todo su cuerpo se estremeció. — Nick… — logró decir, asombrado. Su amigo estaba sentado a la orilla de una cama, desnudo del torso, con un vendaje artesanal que atravesaba su pecho y espalda y uno igual en su cabeza, además de varios hematomas que parecían ya bastante desinflamados. Nicholas Dos Santos había despertado hace horas, desconcertado, sin saber dónde se encontraba, pero muy consciente del lugar a donde quería regresar: a casa. Intentó incorpo
— ¿Nick? — jadeó Alexia, entornado los ojos, entonces gritó —: ¡Nick! Cuando escuchó el rumor, no había podido creerlo, pero era verdad. Su hermano estaba allí. Dios, su hermano había vuelto a casa, con su familia… con ella. Bajó las escaleras y corrió con todas sus fuerzas. Nick alzó la vista por encima del hombro de su mujer. Llevaban abrazados durante un largo rato y no parecía ser suficiente. — ¿Alexia? — musitó, asombrado. Calioppe se hizo a un lado para darles ese merecido momento, y vio cómo su cuñada se arrodillaba para ponerse a la altura de su hermano y estrecharlo entre sus brazos como a un niño pequeño, y es que aunque ella era menor que él por casi cinco años, en ese momento su corazón solo quería protegerlo. El gesto fue desesperado, casi tosco, pero no le importó a ninguno de los dos, no tanto como el hecho de reencontrarse después de tanto tiempo. — Dios, estás aquí, estás aquí — sollozó la muchacha, rebosada de gratitud y felicidad. Nick se alejó un par de cen
Mientras Calioppe permanecía preocupada por Nick, un médico llegó. Thiago se había encargado de su traslado con una llamada en cuestión de minutos. Lo examinaron en seguida. Una de sus heridas se había abierto; provocando que perdiera sangre, y así mismo, el conocimiento. El brasileño despertó a la hora, cuando el hombre sugería trasladarlo a un hospital para ser atendido como debía, pero, de inmediato y con esfuerzo, se opuso. De allí nadie lo movería, pues no quería saber de hospitales ni nada de que tuviese que ver con estar lejos de su mujer y su hijo. Ellos eran su única medicina, así lo había decidido, así que Thiago tuvo que ponerse de acuerdo con el doctor para que enviaran todo lo necesario y lo atendieran allí hasta su recuperación. Esa noche, la pasó medianamente bien, bajo el cuidado de la mujer que amaba, no necesitaba más. Calioppe se mantuvo a su lado, velando por su recuperación. La enfermera le llevó un par de veces al pequeño Rodri para que le diese de lactar y des
Un mes más tarde… Calioppe abrió los ojos después de haber dormido plácidamente durante toda la noche, y es que desde que su hombre se había recuperado en su totalidad, se hacía cargo del pequeño Rodri para que ella pudiera descansar. Lo merecía después de haber sido ella quien cuidara de los dos el último mes. Se desperezó de a poco, sonriente, y suspiró al saber lo feliz que era. Varios rumores, desde el exterior, llamaron su atención al sacar los pies fuera de la cama. Se asomó con ojos todavía adormilados por la ventana. «¿Qué estaba sucediendo allí fuera?» Se preguntó al ver a todo el mundo caminar de un lado a otro, a las prisas. En eso, llamaron a la puerta. — Pase. — ¡Buenos días, seño! Qué bueno que está despierta, es un poco tarde — saludó Kika con una enorme sonrisa al asomar la cabeza, asegurándose de que estuviese vestida. Calioppe frunció el ceño. — ¿Tarde para qué? — ¡Para su boda! — exclamó la muchacha, feliz, abriendo la puerta para que dos mujeres jóvenes e
Luego de que Thiago Da Silva se desmoronara por culpa de la mujer que creyó lo amaba; provocando esta la muerte de sus padres y maltratando durante años a su hermana, el CEO no quiere saber absolutamente nada de compromisos. Solo tiene uno y es con su hijo de meses. Su única razón de ser.Para él, después de enviar a la cárcel a esa m*****a actriz, no existe vida a la que pueda aferrarse, y aunque va por allí sin la mínima intención de volver a enamorarse, la fortaleza que ha construido alrededor de él y su hijo amenaza con tambalearse tras el reencuentro con una mujer que estaba igual, o más rota que él.Alexia Dos Santos no conoce nada del mundo, y cuando decide aventurarse a él, lleva consigo una determinación a la que pretende fielmente apegarse tras largos meses de ayuda profesional, pero necesita un trabajo, y su cuñada tiene toda la intención de conseguirle uno… con su hermano, el mismo que cuando la atraviesa con la mirada, la hace pequeñita.Dos corazones malheridos qué, para
Thiago Da Silva volvió a Brasil luego de enterarse de que su sobrino estaba ingresado en el hospital de Río. No había vuelto a ver a su hermana desde la celebración de su boda, y eso ya había pasado hace seis meses. No supo cómo se las ingenió para contactarlo en el apartamento que había comprado en Italia, pero lo hizo, y de alguna forma, le alegró escuchar su voz y que era muy feliz en su matrimonio con Nicholas, a diferencia de él, que se había refugiado en el alcohol y las mujeres durante la noche y el arduo trabajo en el día, olvidándose de dormir o de pensar en su oscuro y tormentoso pasado. — ¿Un trago, señor? — preguntó la azafata de ojos rasgados y pechos exuberantes, sacándolo de sus cavilaciones. Alzó la vista. Ella sonreía. — No por ahora, gracias — espetó, gélido, pero la mujer no se movió. — ¿Quizás algo más? — propuso, coqueta. Había leído sobre el CEO Da Silva durante los últimos meses y no podía desaprovechar la oportunidad de cazarlo. Thiago entornó los ojos. Ya
Thiago nunca fue un hombre tosco ni malhumorado, pero desde lo ocurrido con su exmujer, no era capaz de compartir el espacio consigo mismo, se detestaba y su amargura no tardaba en salir pronto a flote. Condujo por las antiguas calles de la ciudad hasta llegar al nuevo pent-house que había adquirido para su llegada. — Señor, buenas tardes, bienvenido — saludó el ama de llaves del lugar. No la conocía, así como tampoco al resto de sus nuevos empleados, pero se había asegurado personalmente de que una agencia de investigación y su escolta privado se encargaran de que sus vidas estuviesen limpias antes de dejarles entrar a la suya. Ya no confiaba en absolutamente nadie, y toda aquella gente que había trabajado para él, descubrió de a poco; luego del juicio, que eran cómplices de Tiara, así que no dudó en echarlos a la calle. Los empleados de la empresa que ingresaron los últimos años, también fueron investigados bajo lupa, y gracias a eso, descubrió que un par de ellos había estado t