Tal como lo imaginó, luego de dejar a Patty en su casa, Robert conduce a la mansión Carter. —Ese bronceado se te espectacular, me gusta imaginar como te verías desnuda. —Pues será lo único que tengas, imaginación. No me verás desnuda, querido Bob. —¿Estás jugando conmigo Madie? Durante todo el dia estuviste coqueteándome y ahora te la das de digna conmigo. —No te estaba coqueteando, estás enfermo. —No quieras verme la cara de tonto. Cuando me pediste que te colocara el bronceador, vi como te erizabas y luego en la piscina qué, también vas a decir que lo Imaginé. —Bob tú me gustas, pero no estoy enamorada de ti. —Yo tampoco estoy enamorado de ti. Solo tenemos que coger como un par de amigos con derecho y ya. —¿Qué? Estás mal. Yo no soy de ese tipo de chicas. —¿Me vas a salir con que eres virgen? —Sí, Bob. Soy virgen, ¿Cuál es el problema? —¡Jajajaja! De verdad no te creo. —ríe a carcajadas. Madie lo mira con repulsión. —¿Por qué te ríes de mí? No veo lo gracioso de esto. —N
Madie entra a la piscina, sigue caminando hasta la parte más honda, el agua llega hasta sus labios, sobrepasa su nariz, sus ojos, ella continúa adentrándose sin pensar, sin dudar, dispuesta a dejar la ansiedad y la tristeza atrás. Cuando Matt sale al jardín, ya no la ve cerca de la piscina, corre apresuradamente hasta alla, se lanza al agua, ella está dentro del agua, flotando, la toma entre sus brazos, sale de la piscina, la acuesta en el césped y comienza a darle respiración cardio pulmonar RCP. Le inclina la cabeza y le levanta el mentón coloca sus labios en los de ella para abrir las vías respiratorias, le apreta la nariz para darle respiración boca a boca, cubriendo la boca de la ella con la suya, haciendo un sello. Observa su pecho a ver si se eleva, realiza una segunda respiración al notar que no reacciona, luego presiona su pecho con treinta compresiones y vuelve a darle respiración boca a boca. Finalmente Madie reacciona, es poca el agua que ha tratado, tose un par de veces,
Dicen que si hay algo contra lo que es imposible luchar, es contra nuestros sentimientos y aunque Matt intenta contener lo que siente por Madie, una fuerza superior e irracional lo vence y se deja vencer. Sus manos exploran la suavidad de su piel, ella se estremece con cada roce de sus dedos, sus labios ávidos de aquellos besos se entregan por completo al placer de su humedad y sabor. Madie acaricia la espalda musculosa de su guardaespaldas, nunca había estado así con un hombre, a merced de sus deseos, ansiosa por ser suya. Matt la besa con ternura mientras sus manos van y vienen por curvas, siente la curva baja de su espalda, ella enarca su espalda para sentir sus manos descender hasta sus glúteos. Matt se sube sobre ella, besa sus labios, su cuello, desciende sutilmente por su pecho, se detiene para saborear los capullos que adornan sus delicados senos, con sus labios y lengua los envuelven, sus pezones se tornan duros y firmes. Madie gime al sentí sus labios, se contonea bajo el pe
Aquel encuentro maravilloso con Matt, es para Madie lo más maravilloso que ha vivido. Para Matt, resulta exactamente igual, no se trataba del hecho de haberle hecho el amor a una chica virgen, no. Aquello tenía más que ver con las emociones que ella provocaba en él: ternura, deseo, amor, pasión y sobre todo una necesidad de protegerla y amarla. Matt fue hasta la cocina, Teresa le sirvió el café, no podía mostrar su enojo ante el guardaespaldas. —¿Qué ocurrió anoche Matt? —él la miró sorprendido. —La señorita Madie, después del altercado que tuvo con su madre, tomó algunas pastillas —carraspea la garganta— intentó meterse a la piscina para —hace una pausa— quitarse la vida. Vi cuando rondaba por la piscina y salí a buscarla, se había lanzado, tuve que rescatarla, la traje a mi habitación y luego se quedó dormida. —No puedo creer que Madie haya hecho eso —se cubre la boca con ambas manos.— ¿Por qué no me avisaste muchacho? —Ella me pidió que no se lo dijera a nadie. Realmente estaba
De una forma inexplicable, Madie siente que Matt es el hombre que tanto esperaba, podía no solo sentirse protegida, sino amada en cuerpo y alma. —¿Salimos a almorzar? —pregunta ella coqueteando. —Estoy hambriento, pensé que nunca lo propondrías. —Se levanta rápidamente, toma su ropa y comienza a vestirse. Madie también se alista para salir. Él la toma de la mano van hasta una de las posadas, almuerzan y después caminan hasta una de las tiendas donde se presenta una banda musical en vivo. Toman algunas cervezas artesanales, se divierten y ríen. Aquel es uno de los momentos más felices que Madie pudo haber vivido en mucho tiempo. Era feliz, estaba realmente feliz y enamorada. El tiempo vuela, como vuela cuando se está cerca de la persona que amas, indetenible y veloz. —Creo que es hora de regresar a la cabaña, está poniéndose un tiempo de lluvia, mejor será que salgamos de aquí antes de que llueva. —¿Volver? —pregunta haciendo pucheros. —Que más desearía yo, que quedarme contigo a
La felicidad de Madie es inmensa, finalmente era feliz junto al hombre que ama. ¿Pero hasta cuando le duraría esa felicidad? —¿Dónde está mi hija, Teresa? ¿No la he visto en todo el día? —Señor, ella me avisó que se quedaría en casa de su amiga Clea. —Ves, como tu hija no tiene límites John. Nos has sabido ponerle límites y hace lo que se le antoja. —repuso Janet. —No puedo creer que tengas el cinismo de exigirme que le ponga un preparo a Madie cuando tú eres su madre. —Sí viviera conmigo, te aseguro que no andaría de libertina por la calle. —Disculpe señora, con todo el respeto que merece, mi niña Madie no es una libertina, siempre ha sido una buena chica. Diría más de lo que debe, considerando que su madre nunca ha estado a su lado. —¡Insolente! Ves que ni la criada respeta en esta casa. Por suerte mañana me regreso a Europa. —¿Piensas irte tan pronto? —le recrimina John. —Pretendes que me quede el resto de mi vida al lado de un hombre con el que apenas me une un papel. —se
John le pidió a Anette, que se comunicara con Matt, necesitaba hablar con él y dejar en claro que no permitiría ningún tipo de situación que pudiese afectar a su hija. Matt llegó minutos después a la oficina de su jefe. Lily, lo hizo pasar luego de anunciarlo. El guardaespaldas entró a la oficina de John. —Buenas tardes señor. ¿Me mandó a llamar? —Sí, Matt. —Dígame qué se le ofrece. —¿Dónde estuviste ayer? Matt no sabe que hacer, decirle la verdad implicaría tener que enfrentar lo que siente por Madie; no hacerlo resultaría cobardía de su parte. Respira profundamente y responde a riesgo de perder todo: —Estuve con su hija, en Catskill Mountain. —¿Qué carajos te has creido? —se levanta iracundo y golpea el escritorio.— Estás despedido. —Déjeme explicarle por favor. —¿Qué me vas a explicar? Que te metiste con lo único más sagrado que tengo en la vida. —Señor, amo a su hija. —¿Qué estupideces, dices? Te vas a alejar de mi hija o te voy a destruir Cavalini. —Si tengo que enfre
—Regresemos a la mesa, estoy exhausta —Madie, trata de alejarse corporalmente de Robert. A pesar de que él era un hombre apuesto, inteligente y con dinero, Madie no sentía nada por él. A veces piensa en sus padres, estaban juntos desde hace mucho tiempo aunque no se amaban; ante la sociedad eran el matrimonio perfecto. Matt baja hasta la primera planta del local, debe revisar que todo esté bien en la entrada del bar, el lugar estaba abarrotado de personas y eso generalmente provocaba algunos empujones y altercados. —Ya regreso princesa, voy a pedir una botella. —se levanta y va hasta la barra. Ella mira su reloj, está un poco aturdida por la bebida. Robert regresa con la botella de wiskhy, sirve los dos tragos. Intenta besarla, aunque al principio opone resistencia, se deja llevar, necesita olvidarse de Matt, sacarlo de su piel y su corazón. El hombre comienza a excederse con las caricias, Madie se incomoda, se separa de él con la excusa de ir al tocador. —Voy al tocador, ya vuelv