De una forma inexplicable, Madie siente que Matt es el hombre que tanto esperaba, podía no solo sentirse protegida, sino amada en cuerpo y alma. —¿Salimos a almorzar? —pregunta ella coqueteando. —Estoy hambriento, pensé que nunca lo propondrías. —Se levanta rápidamente, toma su ropa y comienza a vestirse. Madie también se alista para salir. Él la toma de la mano van hasta una de las posadas, almuerzan y después caminan hasta una de las tiendas donde se presenta una banda musical en vivo. Toman algunas cervezas artesanales, se divierten y ríen. Aquel es uno de los momentos más felices que Madie pudo haber vivido en mucho tiempo. Era feliz, estaba realmente feliz y enamorada. El tiempo vuela, como vuela cuando se está cerca de la persona que amas, indetenible y veloz. —Creo que es hora de regresar a la cabaña, está poniéndose un tiempo de lluvia, mejor será que salgamos de aquí antes de que llueva. —¿Volver? —pregunta haciendo pucheros. —Que más desearía yo, que quedarme contigo a
La felicidad de Madie es inmensa, finalmente era feliz junto al hombre que ama. ¿Pero hasta cuando le duraría esa felicidad? —¿Dónde está mi hija, Teresa? ¿No la he visto en todo el día? —Señor, ella me avisó que se quedaría en casa de su amiga Clea. —Ves, como tu hija no tiene límites John. Nos has sabido ponerle límites y hace lo que se le antoja. —repuso Janet. —No puedo creer que tengas el cinismo de exigirme que le ponga un preparo a Madie cuando tú eres su madre. —Sí viviera conmigo, te aseguro que no andaría de libertina por la calle. —Disculpe señora, con todo el respeto que merece, mi niña Madie no es una libertina, siempre ha sido una buena chica. Diría más de lo que debe, considerando que su madre nunca ha estado a su lado. —¡Insolente! Ves que ni la criada respeta en esta casa. Por suerte mañana me regreso a Europa. —¿Piensas irte tan pronto? —le recrimina John. —Pretendes que me quede el resto de mi vida al lado de un hombre con el que apenas me une un papel. —se
John le pidió a Anette, que se comunicara con Matt, necesitaba hablar con él y dejar en claro que no permitiría ningún tipo de situación que pudiese afectar a su hija. Matt llegó minutos después a la oficina de su jefe. Lily, lo hizo pasar luego de anunciarlo. El guardaespaldas entró a la oficina de John. —Buenas tardes señor. ¿Me mandó a llamar? —Sí, Matt. —Dígame qué se le ofrece. —¿Dónde estuviste ayer? Matt no sabe que hacer, decirle la verdad implicaría tener que enfrentar lo que siente por Madie; no hacerlo resultaría cobardía de su parte. Respira profundamente y responde a riesgo de perder todo: —Estuve con su hija, en Catskill Mountain. —¿Qué carajos te has creido? —se levanta iracundo y golpea el escritorio.— Estás despedido. —Déjeme explicarle por favor. —¿Qué me vas a explicar? Que te metiste con lo único más sagrado que tengo en la vida. —Señor, amo a su hija. —¿Qué estupideces, dices? Te vas a alejar de mi hija o te voy a destruir Cavalini. —Si tengo que enfre
—Regresemos a la mesa, estoy exhausta —Madie, trata de alejarse corporalmente de Robert. A pesar de que él era un hombre apuesto, inteligente y con dinero, Madie no sentía nada por él. A veces piensa en sus padres, estaban juntos desde hace mucho tiempo aunque no se amaban; ante la sociedad eran el matrimonio perfecto. Matt baja hasta la primera planta del local, debe revisar que todo esté bien en la entrada del bar, el lugar estaba abarrotado de personas y eso generalmente provocaba algunos empujones y altercados. —Ya regreso princesa, voy a pedir una botella. —se levanta y va hasta la barra. Ella mira su reloj, está un poco aturdida por la bebida. Robert regresa con la botella de wiskhy, sirve los dos tragos. Intenta besarla, aunque al principio opone resistencia, se deja llevar, necesita olvidarse de Matt, sacarlo de su piel y su corazón. El hombre comienza a excederse con las caricias, Madie se incomoda, se separa de él con la excusa de ir al tocador. —Voy al tocador, ya vuelv
John le pide a Anette que se encargue de los preparativos de la boda. Aunque el prestigioso CEO no se imagina las verdaderas razones de Stephen de querer casar a sus dos hijos, pronto descubrirá la trampa en que cayó aunque ya es un poco tarde. Esa mañana de la boda, Madie se siente más abatida que en días anteriores, la sensibilidad a flor de piel, recordar los momentos de felicidad al lado de Matt, revivir esos instantes llenos de pasión, de alegría la aturden. Mas, las imágenes de su amado besando a la mujer en el bar, son el motivo suficiente para continuar con su decisión. Matt en tanto, se encuentra maniatado sin saber que hacer, la noticia de la boda está en todas las redes, y aunque quisiera ir e impedir aquella boda, no tiene nada que ofrecerle a Madie, nada excepto su amor. John se coloca su mejor traje de marca, esperaba ansioso aquel momento, Anette lo ayuda con el nudo de la corbata. —Te ves muy guapo. —le da un beso escueto en la boca. —Gracias, tú también estás incr
La relación entre Madie y Robert cada vez es más insoportable; él no solo la trata de manera repulsiva y ofendiéndola todas las veces que puede. Esa tarde Clea le confiesa haber visto a Robert acompañado de una mujer muy hermosa en el club, inclusive le cuenta que Patty le aseguró que la noche de su cumpleaños, estuvo divirtiéndote con él. —No te imaginas como lo odio, Clea. No quiero ni siquiera dormir a su lado. Cada vez que recuerdo lo que fue capaz de hacerme me invade la rabia y a la vez la impotencia. ¡Cuanto necesito a Matt! —Vamos Madie, olvida a Matt. Lo de ustedes ya nunca podrá ser. Menos si tú lo viste ya con alguien. —Sí, lo sé. Pero el día de mi boda, estuvo aquí. —¿De verdad vino? —Sí, y aunque Tere dice que solo vino a desearme muchas felicidades, yo no le creo, mi corazón me dice que vino a buscarme. Matt me ama tanto como yo a él. —No quiero que te molestes conmigo pero si Matt te amara tanto, ¿no crees que lucharía por ti? —Quizás, pero tú no lo conoces como
Madie se queda muda, ante la mirada de aspaviento de Clea. —Habla por Dios, dime. ¿Positivo o negativo? —Es Positivo —responde parcamente. —Y los otros dos, revisa por Dios. Madie los toma y se los entrega, efectivamente Madie estaba embarazada. Aquello era algo que no esperaba. —¿Se lo dirás al imbécil de Bob? —No, aún no. No quiero saber de él. No quiero que nada me una a Robert Wayne. —Te entiendo, Madie. Pero no podrás ocultar por mucho tiemño el embarazo. Ahora debes alimentarte bien. —Sí, lo sé. —el desánimo de Madie es notable, Clea trata de entusiasmarla pero nada parece servir de mucho. —Madie, no puedes estar así. ¿Que tal si vamos de compras un rato? —Está bien, por lo menos eso me ayudará a no pensar mucho. Media hora después, entran al centro comercial, Madie observa las vidrieras de la ropa de bebé y uma extraña ternura la invade. —Clea mira que hermoso ese vestido de nena. —Sí, está hermoso. —Y mira aquel cocoliso rosado, es bellísimo. —Creo que será nena.
La quiebra de la empresa es inminente, John debe contarle la verdad a su hija. —Madie, te tengo malas noticias. Tu tarjeta fue bloqueada por los gastos que hiciste el mes pasado. —No hice ningún gasto papá, debió ser Bob, yo estaba tan mal, que no me importó lo que él hacía con mi dinero. —Es un mal nacido. —se pone la mano en la cabeza, no encarnará como confesarle aquello a su hija— Estamos en la quiebra hija. —¿Qué dices papá? Eso no puede ser. —Es la verdad, traté de pagar tu deuda y no tengo dinero en el banco. Me desfalcaron. —Madie se abraza a su padre. —¿Ahora que haremos papá? —No lo sé hija, de verdad no sé qué puedo hacer. —Algo se puede hacer papá. Podemos vender esta casa, es muy grande y costosa y uno de los autos. Yo puedo comenzar a trabajar. La nobleza de su hija, le demuestra a John que no todo está perdido, que valió la pena todo lo que hizo para que ella fuese una buena chica. Ver que Madie hubiese madurado tan pronto, aunque lo enorgullece también le causa