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Capítulo 4: Muerta

Princesa Isabella

Por la mañana Ruth me despertó muy temprano y me trajo un vestido.

-¿Qué significa ésto?, ¡explícame! le exigí.

-Éste es su vestido para la boda. Me respondió con dificultad.-Su padre adelantó la fecha.

-¿De qué estás hablando? ¿Tan pronto? Pregunté asombrada, sé que he vivido por esa ubica razón... pero no me siento preparada y mis miedos volvieron aparecer.

-Su padre se irá antes de lo esperado, debe resolver asuntos importantes dijo.

-Debe ser una broma ... Me dije intentando consolarme pero Ruth no se retracto.

Salí de mí habitación para ir a desayunar, en el camino me cruce con las amante de mi prometido. Lo sé por la forma en la que me miran, he incluso ninguna hizo reverencia. Se que me odian, pero lo siento por ellas, yo gane su premio.

Llegué al comedor, estaba mí padre con el rey Enrique, tenía mucha hambre salude rápidamente y pedí todo lo haya en la cocina. Mí progenitor dirigió su mirada amenazadora para que me comportara, pero lo que él no sabe es que necesito mucha fuerza en caso de ser atacadas por las niñas bonitas del castillo.

Puedo notar la incomodidad de mi padre al tenerme junto a ellos en la mesa, él dice que soy una vergüenza y para ser franca no me interesa su comentario ya no tienen efecto en mí.

Luego escuché una voz que hizo que se me erice la piel, siento mis cachetes calientes, debo estar roja como un tomate y mi cuerpo empezó a temblar... ¡¡¡estúpido cuerpo, es solo el príncipe, para de temblar!!!!

El saludo a todos y se sentó a mí lado, quería continuar con mi desayuno pero su mirada me incomodó.

-Padre, estaba pensando que podríamos aprovechar el tiempo e invitar al rey Robert para ir de caza. ¡Se que le encantar!

-Es una brillante idea, quisiera ver que tan bueno eres con tu puntería. Respondió mi padre.

-¡Bueno, que no se diga más! Dijo el rey Enrique.-Las damas podrán acompañarnos si gustan.

-¡Agradecemos su invitación pero nosotras tenemos mucho que hacer! Escuché una voz detrás mío, era la reina Loren. Yo solo sonreí, se que tienes intenciones de hacer una gran fiesta, honestamente no creo que se célebre..

algo me dice que el príncipe intentará suicidarse antes que eso pase.

-Ruth, ¿qué hacen estás personas en mi habitación?

-Disculpe princesa, la reina Loise las envio para que nos ayude, quiere que uses un vestido especial. Me respondió.

Le pedí que regresarán en un rato.

Me quedé a solas, perdida en mis pensamientos... tratando de asimilar todo lo que estaba sucediendo, luego me quedé completamente dormida.

Escuché a alguien en la puerta, eso hizo que pegue un sobresalto.

-Princesa, soy Ruth, he venido con la modista. Se escuchó en la puerta.

¡uff! no podré librarme tan fácilmente de ellas.

Me tomaron un par de medidas, la mujer me pincho varias veces con esa aguja, me moleste tanto que casi se la devuelvo.

Ruth me ofreció algo para tomar y en ese momento me acordé de la invitación que me había hecho la reina Loren.

-No Ruth, debo irme...

-Pero aún ni hemos terminado princesa.

-Pues... entonces, consigue a otra gorda que tenga más paciencia.

Salí de mi habitación para visitar a mi suegra, esa mujer me cae muy bien. El príncipe es un hombre muy afortunado de tenerla.

Quería llevar algo especial, así que fui hacia la cocina y les pedí que preparar unos panecillos dulces como a mí me gustan, para compartir con la reina.

Me quedé haciendo algo de tiempo mientras me los preparaban en una bandeja.

-Princesa, si me lo permite, yo puedo llevar la bandeja por usted.

-Te agradezco, pero no... Mis brazos son más fuertes que los tuyos.

Tomé la bandeja, y marché junto a mi nueva madre. En el camino me cruce con mi doble, esa mujer si está gordita... ella se detuvo e hizo una reverencia.

- Tranquila, vé... ahora te toca a tí soportar a Ruth y a la modista con su agujas. Le respondí con risa.

-¡Abigail! Te he estado esperando, creí que lo habías olvidado.

-Si, disculpe la demora, sucede que mande a preparar estos ricos panecillos que amo, y me quedé supervisando para que todos salga de maravilla.

-¡Eres maravillosa! Ven, siéntate junto a mí.

-Ella empezó a mostrarme todo lo que estaba organizando para la boda, no quise decir nada, pero pienso que es demasiado.

-No quiero que te sientas triste por la ausencia de tu madre, confía en mí... todo saldrá bien. Me decía, muy motivada.

-Sabía desde un principio que la reina Stephany no vendría. Aprecio todo lo que hace.

-Cuentame, ¿Cómo te llevas con tu madre? Me preguntó.

Tenía ganas de decirle que ella no es mi madre, y que yo era producto de la infidelidad y desgracia de mi padre, pero no lo hice.

-A pesar de pensar diferente, la llevamos bastante bien. Aunque, comprendo que sus cambios de humor se debe a su embarazo.

-¡Entiendo! Soy madre, Alexander me suele poner los pelos de puntas, pero no te alarmes, el es un hombre maravilloso, muy amoroso.

Una madre siempre hablara de las mejores cualidades de sus hijos, jamás debemos pedirles que hable de sus hijos... jamás revelarán su lado oscuros.

Yo no quise agregar ningún comentario, sé que no podría acusar a su hijo de un posible intento de asesinato.

Loise es una hermosa mujer, me he divertido mucho a su lado... es la primera vez que alguien me recibe con los brazos abiertos y me escucha con atención. Ruth no cuenta, ella recibe un sueldo por eso.

Se escuchó a alguien en la puerta, era Ruth.

-Disculpe Majestad, no quiero importunar... estaba buscando a la princesa Isabella.

-¡Aquí estoy! ¿qué sucede?, Ven.

-Princesa, un guardia me dijo que usted me estaba buscando. Fui al jardín, creí que se encontraba allí.

La mire extrañada, yo jamás la había mandado a llamar, e incluso intenté escapar de ella y de la modista. Eso llamó mi atención, algo no andaba bien... si yo no le ordené, ¿quién lo hizo?

-¡Oh, si! yo te mandé a llamar.

-Majestad, tengo un lindo detalle para el príncipe... Si me lo permite, me gustaría retirarme.

-¡Oh! Eres muy dulce preciosa, vé a hacer lo que tengas pendiente. Me respondió con entusiasmo.

Salí de los aposentos de la reina...

-¡Cuéntame! ¿quién es el guardia que te dió el mensaje?

-No lo sé princesa... ¿Entonces, usted me mandó a llamar?

-No, querían distraerte... están planeando algo.Dime en dónde estabas...

-Fui a buscar a Fabricio, necesitaba que vaya por las flores y en ese transcurso me cruce con el guardia.

-Bien, ¿había alguien en mi habitación?

-Estaba la modista, junto a Elena, ella es la chica que le tomamos medidas.

-Rápido... ¡ven sígueme, apresúrate!

-¡Oh, por Dios! quién se atrevería a hacerle daño, usted es una niña buena y dulce...

-Fuimos a escondidas hacía mí habitación, vimos a lo lejos que los guardias no estaban en la puerta, eso nos alertó

Dimos la vuelta para poder observar desde una de las ventanas, ojalá me equivoque, pero temo lo peor.

Vimos a unos guardias dando vueltas y nos escondimos, no sabemos quién, pero alguien quiere lastimarme y de seguro anda dando vuelta en algún lado.

Espere un momento a que se alejarse, luego nos dirigimos hacía mi ventana, por desgracia estaban cerradas...no había formas de poder ver, quién estaba dentro.

-Princesa, me susurró Ruth.

Yo me di vuelta, y ella me señaló una de las ventanas entreabierta. Salte de alegría por un momento. Me asegure de que no estuviera nadie observándonos.

Corrí la ventana con mucho cuidado, para no llamar la atención de nadie, mientras le pedí a Ruth que vigilara.

Me asomé a la ventana y en ese momento el miedo me llenó, no podía creer lo que veía...

-¿Qué sucede? Me preguntó Ruth, pero no me atreví a responder por el asombro. Ella se acercó y luego cubrí la boca de Ruth para que no gritara.

Mi corazón empezó a latir con fuerza, sentí mucho miedo, no sabía que decir... esto me había superado, jamás imaginé que alguien fuera capaz de algo tan desalmado. Mi padre era el diablo, pero hoy me doy cuenta de que no es el único.

Las lágrimas borraron mi visión, temblaba de miedo...

La mujer que había ido a tomarse medidas en mi lugar, estaba tirada arriba de un charco de sangre.

La pobre mujer no se merecía eso... Alguien había venido con la intención de acabar con mi vida y aquella mujer tomó mi lugar.

Ruth lloraba desconsoladamente mientras me abrazaba, yo lloré con ella.

-Debemos contarle a la reina Loise. Sugirió Ruth, con terror.

-No, ella jamás creería que su hijo fuese capaz de ordenar un asesinato.

-¿Qué? Eso no es posible, el príncipe Alexander no sería capaz de algo así...

-¡Oh por Dios! Mira su mano... tiene un cuchillo...

-Si, quieren que sea vea como un suicidio. ¡Son unos malditos hijo de perra! respondí con un dolor en mi corazón.

-¿Qué haremos entonces, Princesa? Preguntó Ruth, temblando al igual que yo.

Pensé por un segundo...-Tengo un plan... ¡Sígueme!

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