—¿Y qué es? ¿Por qué no hablas conmigo? ¿Por qué te desapareces y no te veo en todo el día?—Porque estoy tratando de encontrar la forma de liberarnos, a los dos y de paso liberar a todo estos infelices, que no debí nunca unirlos a mi suerte. Es mi culpa que esté sucediendo todo esto, nunca debí envolverme con Don Lorenzo, debí dejarlo que viviera su propia vida.—Ahora que lo sé todo, estoy a tu entera disposición para realizar el trabajo que sea necesario para ayudarte a que los ayudes a descansar por siempre. —Dije realmente convencida de lo que estaba dispuesta a ser por ayudarlo. — Solo tengo una pregunta para ti, ¿desaparecerás de mi vida tú también?Me separó de él y por primera vez en mucho tiempo, le oí suspirar muy hondo. Me atrajo lentamente y me abrazó por un rato, mientras acariciaba mi espalda. En ese mismo momento sentí tanto miedo por perderlo, que en un susurro le pedí.—Nunca me dejes sola Julián, aunque eso implique que deba morir, llévame contigo a donde quiera q
Caminé un poco por la vereda de las palmas reales, dándome gusto ver como sus copas comenzaron a ser iluminadas por el sol que se expandió llevando su calor a todos los rincones de mi vivienda y la hacienda en general. De donde me encontraba, podía divisar a los obreros como distribuían a los animales en los corrales, les relucía la piel de lo gordos que estaban. Por un momento pensé, ¿que pasaría cuando se rompiera la maldición y ellos se vayan? ¿Quién atendería todo aquello, debía ir preparándome para tal caso? Eran algo en lo que no había pensado, todavía no estaba segura de lo que sucedería cuando Julián decidiera hacer cualquiera que fuera el trabajo que realizaría para ver si nos libramos de la maldición. Debía ir preparándome para ese momento, por si desaparecería. Por la tarde, decidimos dar una vuelta por el pueblo. Hice que Julián me acompañara, no hubo manera que lo hiciera como joven y vestido con un traje como le había pedido. Lo hizo de anciano y con su ropa blanca,
—¿Y qué es lo que desea de la señorita del Castillo? —preguntó el abogado.—Me han dicho que su casa es muy grande y posee muchas habitaciones, y que podría albergarnos a nosotros, hasta que el cuartel estuviera listo para ser habitado.—Lo siento mucho, pero no puedo hacer tal cosa — dije rápidamente. Haciendo que todos los habitantes del pueblo me miraran extrañados, por lo que dije enseguida. — Soy una señorita soltera, y no está bien visto que mi casa se llene de hombres desconocidos.—Le aseguro que la respetaremos y la cuidaremos.— Lo siento mucho, pero no puedo aceptar eso, señor abogado, ¿existe otro lugar de mis establecimientos dónde se puedan quedar los hombres del capitán hasta que arreglen su cuartel aquí en el pueblo?—Pudiéramos arreglar algo en alguna de sus tiendas señorita.—Hágalo, tiene mi permiso para acomodarlo todo para que estén cómodos.—Señorita del Castillo — nos interrumpió el capitán al parecer algo molesto. —¿Usted sabe que está obligada a ayudarnos po
Me quedé observando al padre Bartolomé en silencio, para luego asentir, explicándole que lo había conocido hacía un momento.—Debes de tener mucho cuidado con ese capitán Ángel, y sabes a lo que me refiero. Estaba empeñado en que lo llevara a que lo albergaras en tu casa. Le dije que eso no era posible porque tú eres una señorita soltera. Explicó visiblemente preocupado el padre Bartolomé, y ahora comprendía lo que me habías tratado de explicar a Julián en nuestro trayecto. Tenía razón en todo lo que me había dicho, precisamente ahora que yo me había casado con él, le había dado por aparecer a ese capitán, queriendo a toda costa que yo lo albergara en mi casa—Lo acabo de ver en casa del señor abogado y le ofrecí el establecimiento que está detrás de su escuela, que me dijo Julián que don Lorenzo utilizaba para eso —le expliqué.—Ya le había hablado del mismo establecimiento, pero al parecer estaba empeñado en ir a vivir a tu casa. Debes de tener mucho cuidado con ese hombre
Me quedé pensativa ante sus palabras, reflexionando sobre lo que había pasado con el capitán y la manera en que me miraba como si yo fuera una presa lista para devorar. Y aunque no tenía ninguna experiencia en luchar con hombres sabía que Julián tenía razón en eso, también el padre Bartolomé me había advertido.—Está bien, haré como dices. Mañana mismo iré a hablar de nuevo con el abogado. Debiste dejar que terminara de pedir a los obreros cuando comencé a hablar, es cierto que no lo había consultado contigo, pero mira ahora los necesitamos — le reproché suavemente.—Debes de acostumbrarte que ya no estás sola, tienes que consultarlo todo conmigo, hiciste unas cuantas preguntas teniéndome a mí, a tu lado, conociendo todo lo que querías saber. Antes de preguntarle a otra persona, tienes que preguntarme a mí, y si yo no sé, que lo dudo mucho, entonces preguntarle a otra persona que sería en este caso el señor abogado o el padre Bartolomé, son los más indicados para explicarte algo que y
Volví a inclinar mi cabeza en modo de saludo de despedida, ante la mirada del capitán que me observaba desde la entrada del salón de blanco, para luego alejarse hacia la puerta acompañado de Dolores. Respiré aliviada cuando al fin sentí que la puerta se cerró detrás de ella, rápidamente entré en el comedor detrás de Julián, que me abrazó muy fuerte.—Corres un enorme peligro mi Ángel, todos corremos mucho peligro. Mandaré ahora mismo un carruaje al colegio a buscar a las hermanas, dile que traigan a los niños también.—Sí, tienes razón, ese capitán no me dejará tranquila. Mandaré por todos, mañana inicia diciembre, les vendrá bien pasarse las vacaciones aquí. Así que manda varios carruajes.—Lo haré ahora mismo.—¿Qué vamos a hacer con la ceremonia que tenemos que hacer de la maldición?—La retrasaremos hasta que todo esté calmado. Aún no sé exactamente lo que debo de hacer, pero estoy seguro de que debemos esperar con ese capitán rondando por aquí, de seguro no le va a gustar para na
Desde una ventana en que me encontraba oculta, lo vi alejarse, rumbo a las caballerizas que estaban herméticamente cerradas, por lo que maldijo y se alejó a todo dar de su caballo. —Estoy empezando a entender por qué no le gusta el capitán, señorita Ángel —me dijo el señor abogado mientras lo observábamos alejarse. —Él no está interesado en usted, sino en lo que tiene.—¡Exacto! Muchas gracias por su ayuda. Mañana deben llegar las hermanas de mi colegio y podrá usted marcharse. La madre Superiora se hará cargo. Me sentí más segura, aunque estaba convencida de que él no se rendiría así de fácil. Ya Julián y el abogado habían contratado a muchos obreros del pueblo. Incluso mandé a arreglar el albergue por si les apetecía quedarse allí. También, había hecho desaparecer a todos mis sirvientes de la casa y contratado, a casi todas las mujeres que nos ayudaron del pueblo que eran blancas.Todos murmuraban entre ellos, lo que estaba sucediendo con el capitán y conmigo. Era muy claro que
Me quedé asombrada ante la idea de la Madre Superiora, de decir que mi casa se había convertido en un colegio. Era algo que tenía en mente, y además había insinuado que yo iba a ser monja. Quitándole toda posibilidad al capitán de seguir cortejándome. El capitán se había quedado por un momento sin saber qué decir o hacer, miraba unas veces a la Madre Superiora que mantenía su sonrisa amplia y otras veces a mí y el sombrero que tenía en mi cabeza, para luego depositar su mirada en Julián que estaba detrás de mí.—¿Escuché bien? ¿Ha dicho usted un colegio? —preguntó incrédulo.—Escuchó usted muy bien, señor capitán, a partir de hoy, esto será un colegio para niños huérfanos y necesitados —contestó la madre Superiora con calma. —La señorita Ángel, mi discípula, aquí presente, ha donado esto a la institución. Y toda su fortuna.—¡¿Qué?! ¡Pero usted no debe hacer eso, señorita Ángel! Con el mayor respeto, opino que es algo que debe usted analizar muy bien. —Dijo visiblemente incómo