Capítulo XX

—Hija mía, Sarita, ¿qué te ha sucedido? ¿Estás bien, mi amor? —le dice su padre con voz baja, debido a su profunda preocupación.

—No entiendo, papá, lo que sucedió; lo único que recuerdo es que estaba en el bar con Victoria y dos chicos a los que conocimos. —Sus ojos son incomprensivos, planos y vacíos

—Tranquila, mi amor, no te esfuerces, es mejor que descanses y que hablemos con calma cuando estés bien. Le sonríe, le sostiene la mejilla y la acaricia lentamente.

Tras la conversación, Sara se queda dormida. En ese mismo instante, Victoria entra en la sala de emergencias mostrando su fingida preocupación.

—Tío Néstor, ¿cómo está Sara? ¿Está mejor? Estoy preocupada por su estado de salud, está muy demacrada.

—Acaba de dormirse, el doctor me indicó que debe reposar al menos un día hasta que se recupere por completo. —le contesta con la mirada triste y angustiosa.

— ¿El doctor tiene un diagnóstico de lo que le sucedió? —Victoria trata de disimular lo nerviosa que está.

—Aún no ha dicho
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