Gael se quitó el sacó que tenía empapado y lo dejó en el suelo del auto, tenía un fuertísimo dolor de cabeza que punzaba como si alguien le clavara una aguja en los sesos. — ¿Se llevaron a Val, verdad? — preguntó y Toro apretó el volante con fuerza. — Lo hicieron — Gael le dio dos grandes puños al asiento de enfrente y Toro lo miró mal. — Cálmate, así no lograremos saber quién fue para rescatarla — Gael se pasó los dedos por el cabello tratando de menguar la sensación de rabia arrolladora que lo invadió, pero el dolor de la herida lo hizo saltar. — Fue siervo — le dijo — sé que fue él — Toro dio un volantazo hacia la derecha y Gael se aferró al asiento de enfrente. — ¿Estás seguro? — Gael asintió. — Tiene que ser él…— Bien, la encontraremos. — ¿Desde hace cuánto trabajan juntos? — Gael estaba enojado con Val, le había dicho que no tuviera relación con ese hombre, era un asesino. — Unos meses — murmuró. — ¿También trabajas con Itsac? — Toro se tomó un momento para contestar.
Una mujer con acento mexicano, como el de Itsac, agarró una aguja y le cosió la cabeza como si Gael fuese un trapo viejo. Cinco puntadas fueron suficientes. — Mucha sangre porque la cabeza sangra mucho — le dijo después y un hombre llegó con ropa. Gael se bañó en el cuarto que era de Valentina y cuando se secó con la toalla la olió, olía a Valentina, a ella. — Voy a encontrarte — le dijo al aire — te voy a encontrar — ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que se la llevaron? — preguntó cuando llegó a la sala con Itsac, el hombre miró el reloj en su muñeca. — Dos horas y media — dijo — Eva estaba en la esquina más alejada mirando por la ventana y Gael caminó hacia allí. — ¿Dónde ha estado todo este tiempo? — le preguntó y la mujer suspiró. — Traté de alejarme estos meses e iniciar una nueva vida, pero… no pude, el remordimiento no me lo permitió. Cuando vi que Val salió en las noticias supe que Siervo pondría los ojos nuevamente en ella, así que regresé. Lo he estado vigilando, sé donde
Val se removió con tanta fuerza que las cuerdas le cortaron las muñecas, las manos frías del hombre sobre los pechos la asquearon. De verdad tuvo miedo de que al final Siervo sí lograra conseguir lo que quería y que Gabriel lo viera todo. El hombre estaba sentado ahí en frente, con la mirada inexpresiva y los ojos clavados en el suelo. — Quiero que mires — le dijo Siervo — ¡Mírame! — le gritó y Gabriel saltó en la silla y levantó la mirada. Val tenía rabia y miedo — quiero que mires como me voy a coger a la niñita que criaste. ¿Recuerdas cuando era niña e inocente? ¿lo recuerdas, Gabriel? Tú me la vendiste, me vendiste su virginidad, no te hagas el santo ahora. Apretó de nuevo con fuerza los pezones de Val y ella gritó de nuevo, luego la mano del hombre comenzó a deslizarse por el vientre de Val, como una víbora fría y húmeda. Metió la mano por entre los pantalones, y trató de bajar la mano allí, pero ella apretó las piernas con fuerza. — Déjame entrar — le susurró con su asqueros
Gael bajó del auto acompañado de Toro y emprendió la marcha directa hacia donde estaba la bodega, pero el hombre lo agarró con fuerza por el antebrazo. — ¿A dónde crees que vas?— A rescatar a Valentina — le dijo cortante y Toro negó. El equipo que había enviado Keira era un grupo de hombres altos, fuertes, con uniformes oscuros y pasamontañas. Gael solo podía verles los ojos y estaban desembarcando de sus camionetas cuando Toro lo arrastró hasta la parte de enfrente.— Vine contigo precisamente para esto, para evitar que te maten — Gael dejó escapar el aliento con impaciencia. — Cada segundo que perdamos es tiempo en que Siervo puede estar… hiriéndola. — Lo sé, pero esta gente es profesional, sabe lo que hace y es mejor contar con ellos, mira — le señaló a uno de los hombres, en el oído tenía un comunicador — a través de ese aparato, Itsac les está diciendo donde están lo hombres de Siervo, sabes que tiene imagen satelital. — Entonces denme uno de esos — Gael estaba decidido a pa
Val se aferró a la perilla de la puerta con tanta fuerza que imaginó que le quedaría la marca de por vida en la palma. Siervo se volvió hacia Gael que sostuvo el bat en alto y luego se rio de lado. — ¿Y tú quién diablos eres? — preguntó el mafioso, pero Gael no le dio tiempo de decir nada más, avanzó hacia él con el bat y trató de golpearlo en la cabeza, pero Siervo fue más rápido y lo esquivó y le lanzó un tajo con el cuchillo y logró hacerle una profunda cortada en el brazo. — ¡No! — gritó Val, la sangre goteó por el brazo de Gael mientras él trataba de golpear al mafioso con el bate, pero no lo conseguía, parecía que Siervo tenía entrenamiento y a pesar de que Gael era más alto y fuerte no lograba atinar una. Val parpadeó, si no hacía nada mataría a Gael, así que corrió hacia el arma que el mafioso había dejado en el suelo y la tomó, pero estaba vacía. Toro le había enseñado un par de cosas, solo necesitaba encontrar una bala. Corrió hacia los cajones que habían más allá, donde
Val se aferró al brazo de Gael mientras la avalancha de gritos los atropelló. Doña Lucía desplegaba contra ellos un arsenal de regaños. — Qué irresponsables han sido — les decía mientras avanzaba de un lado para el otro. Harry estaba en el mueble con los pies sobre la mesita de centró — me mintieron, se casaron por contrato de una forma sucia y poco ética, cuando Val salió en las noticias por que su padre intentó matarla Harry me convenció de no decirles nada, pero ahora, regresaste a esa empresa por una estúpida venganza y hoy casi los matan a ambos. ¡¿En qué diablos estaban pensando?! — les gritó — ¡Están locos o qué! — luego miró a Gael y sus ojos se pusieron brillosos — me mentiste todos estos años, dijiste que trabajaban en otra cosa y ahora resulta que eres el CEO de la compañía que ahora es de un hombre que mató a tu padre para robársela. — Por eso lo estoy haciendo, voy a recuperar lo que nos pertenece…— ¿Y a qué costo? — le interrumpió su madre — ¿qué ganarás al recuperar
Las manos de Caleb sudaban con intensidad, así que se limpió las palmas en el pantalón mientras esperaba en la incómoda silla del doctor. Harry estaba de pie en la ventana, le estaba dando su espacio, pero estaba lo suficientemente cerca como para que Caleb se sintiera acompañado. — ¿Y si sale negativa? — dijo y el pelinegro se acercó a él y se sentó a su lado, luego lo rodeó con el largo brazo y lo apretó contra su cálido cuerpo. — Sea lo que sea, yo estoy contigo — Caleb sintió que se le calentó la cara. — No me malinterpretes — le dijo el menor — me alegra que estés aquí, pero, ¿por qué estás aquí? — Este es un día muy tenso e importante para ti, y no tienes muchas personas que te apoyen en algo tan decisivo, quiero acompañarte — Caleb le dio un beso casto en el pómulo. — Gracias — Harry le sonrió y se estaban mirando a los ojos cuando la puerta se abrió y doña Keira entró acompañada del doctor. La mujer fingió no ver la cercanía de los dos hombres y Caleb lo agradeció, era a
Cuando doña Keira le dio la noticia, Caleb se quedó paralizado por un momento mirando por la ventana. Las palabras resonaron en su mente por un largo minuto, apretó el celular con tanta fuerza que la pantalla se puso de colores. — ¿Caleb? — preguntó la mujer — Lo siento, trata de calmarte, llamaré a Harry para que vaya para allá. — No — murmuró despacio, la voz le salió airosa, no quería llorar — envíame los resultados — y luego cortó la llamada. Esperó ahí de pie frente a la ventana, inmóvil, hasta que llegó el correo con los resultados de la prueba de ADN y pasó un largo rato leyéndolos. No había dudas, ya no. Tomó un abrigo y salió a la calle, la lluvia se había convertido en un aguacero incesante que provocó arroyos por las calles. Caleb buscó caminar por las aceras para no mojarse con la lluvia, no quería conducir y a donde iría estaba relativamente cerca, pero el aguacero le empapó los pantalones y el frío se le coló en los huesos. El mar, a los lejos, sonaba furioso y revo