Val se aferró a la perilla de la puerta con tanta fuerza que imaginó que le quedaría la marca de por vida en la palma. Siervo se volvió hacia Gael que sostuvo el bat en alto y luego se rio de lado. — ¿Y tú quién diablos eres? — preguntó el mafioso, pero Gael no le dio tiempo de decir nada más, avanzó hacia él con el bat y trató de golpearlo en la cabeza, pero Siervo fue más rápido y lo esquivó y le lanzó un tajo con el cuchillo y logró hacerle una profunda cortada en el brazo. — ¡No! — gritó Val, la sangre goteó por el brazo de Gael mientras él trataba de golpear al mafioso con el bate, pero no lo conseguía, parecía que Siervo tenía entrenamiento y a pesar de que Gael era más alto y fuerte no lograba atinar una. Val parpadeó, si no hacía nada mataría a Gael, así que corrió hacia el arma que el mafioso había dejado en el suelo y la tomó, pero estaba vacía. Toro le había enseñado un par de cosas, solo necesitaba encontrar una bala. Corrió hacia los cajones que habían más allá, donde
Val se aferró al brazo de Gael mientras la avalancha de gritos los atropelló. Doña Lucía desplegaba contra ellos un arsenal de regaños. — Qué irresponsables han sido — les decía mientras avanzaba de un lado para el otro. Harry estaba en el mueble con los pies sobre la mesita de centró — me mintieron, se casaron por contrato de una forma sucia y poco ética, cuando Val salió en las noticias por que su padre intentó matarla Harry me convenció de no decirles nada, pero ahora, regresaste a esa empresa por una estúpida venganza y hoy casi los matan a ambos. ¡¿En qué diablos estaban pensando?! — les gritó — ¡Están locos o qué! — luego miró a Gael y sus ojos se pusieron brillosos — me mentiste todos estos años, dijiste que trabajaban en otra cosa y ahora resulta que eres el CEO de la compañía que ahora es de un hombre que mató a tu padre para robársela. — Por eso lo estoy haciendo, voy a recuperar lo que nos pertenece…— ¿Y a qué costo? — le interrumpió su madre — ¿qué ganarás al recuperar
Las manos de Caleb sudaban con intensidad, así que se limpió las palmas en el pantalón mientras esperaba en la incómoda silla del doctor. Harry estaba de pie en la ventana, le estaba dando su espacio, pero estaba lo suficientemente cerca como para que Caleb se sintiera acompañado. — ¿Y si sale negativa? — dijo y el pelinegro se acercó a él y se sentó a su lado, luego lo rodeó con el largo brazo y lo apretó contra su cálido cuerpo. — Sea lo que sea, yo estoy contigo — Caleb sintió que se le calentó la cara. — No me malinterpretes — le dijo el menor — me alegra que estés aquí, pero, ¿por qué estás aquí? — Este es un día muy tenso e importante para ti, y no tienes muchas personas que te apoyen en algo tan decisivo, quiero acompañarte — Caleb le dio un beso casto en el pómulo. — Gracias — Harry le sonrió y se estaban mirando a los ojos cuando la puerta se abrió y doña Keira entró acompañada del doctor. La mujer fingió no ver la cercanía de los dos hombres y Caleb lo agradeció, era a
Cuando doña Keira le dio la noticia, Caleb se quedó paralizado por un momento mirando por la ventana. Las palabras resonaron en su mente por un largo minuto, apretó el celular con tanta fuerza que la pantalla se puso de colores. — ¿Caleb? — preguntó la mujer — Lo siento, trata de calmarte, llamaré a Harry para que vaya para allá. — No — murmuró despacio, la voz le salió airosa, no quería llorar — envíame los resultados — y luego cortó la llamada. Esperó ahí de pie frente a la ventana, inmóvil, hasta que llegó el correo con los resultados de la prueba de ADN y pasó un largo rato leyéndolos. No había dudas, ya no. Tomó un abrigo y salió a la calle, la lluvia se había convertido en un aguacero incesante que provocó arroyos por las calles. Caleb buscó caminar por las aceras para no mojarse con la lluvia, no quería conducir y a donde iría estaba relativamente cerca, pero el aguacero le empapó los pantalones y el frío se le coló en los huesos. El mar, a los lejos, sonaba furioso y revo
Val miró asombrada la expresión de Caleb, se veía… perdido, como abandonado, parecía mucho más joven de lo que era con la cara pálida y el cabello mojado sobre el rostro, como un adolescente rebelde y vívido. — ¿De qué hablas? — le preguntó. — Que quiero que me incluyas en tu venganza — los ojos estaban enrojecidos y cuando Val estiró las manos él no dudó un segundo y corrió hacia ella y la abrazó.— ¿Qué pasó? — le preguntó Val cerrando la puerta con el pie — Caleb, dime. — Es verdad — susurró y la abrazó más fuerte, empapándola — Jhon no es mi papá, hicimos una prueba de ADN. Hablé con él — Val lo apartó para mirarlo a la cara. — ¿Lo admitió? — Caleb asintió. — Lo hizo, Val, descaradamente me admitió que me robó en el hospital porque necesitaba a un hijo que pudiera comprometerse con Ana Leticia… porque era lo que Alexander quería. Ese hombre no es más que un títere atrapado en la telaraña de Alexander… tenemos que detenerlo. Sin son capaces de hacer esto, son capaces de hacer
Cuando el auto arrancó Val se puso su cinturón de seguridad. Gael había decidido conducir a pesar de que Val no lo quería. El último chofer que los había llevado había muerto con un vidrio clavado en el ojo y esa imagen aún atormentaba a Val. Se sentó en el asiento de atrás con Ana Leticia, por alguna razón le pareció descortés dejarla atrás sola. La muchacha estaba pensativa. — No voy vestida para la ocasión — comentó, aunque parecía más bien para sí misma. — No te preocupes por eso, no creo que haya mucha gente, de todas formas, pero… ¿estás bien? — Ana Leticia blanqueó los ojos. — No tienes que fingir que te importa — Val se cruzó de piernas y observó la carretera, Gael conducía en silencio, pero muy atento a todo lo que pasaba atrás, Val sentía su mirada por el retrovisor y eso la hizo sentir acompañada. — En realidad, sí que me importa, nuestras vidas están entrelazadas de tantas maneras… ¿Qué te pasa? — Ana miró por la ventana y apretó el bolso contra su regazo. — Caleb te
El resto del entierro sucedió en un silencio abrumador, cada quien perdido en sus propios pensamientos, observando cómo los hombres paraban la tierra hasta que el ataúd quedó completamente cubierto. Eva dejó una corona de flores sobre el montículo de tierra y los pocos visitantes comenzaron a alejarse poco a poco. — Entonces nos veremos cuanto antes — le dijo Salma a Val. — Haremos la prueba de ADN esta misma semana — la mujer se fue y Val logró ver en la pareja una especie de luz, un brillo en sus expresiones. No solo habían encontrado a su hijo, si no que supieron que había tenido una buena vida… al menos una llena de comodidad y privilegio. Ana Leticia y Eva no se apartaron en todo el rato y Val las vio hablar bastante, mucho, de hecho. Intercambiaron números de teléfono y se dieron un fuerte abrazo como despedida. Val también la abrazó y la mujer fue la última en quedar junto a la tumba de su esposo. Cuando subieron al auto, Val notó como el gesto de Ana Leticia era más calmad
Gael detuvo el auto en una casa a las afueras de la ciudad y Val se preguntó qué tenían todos con las afueras, luego de que bajó del auto y vio a los guardias forrados en trajes con chalecos anti balas y un arsenal de armas lo entendió. — Cada vez pienso que esto está mal — le dijo Gael y Val asintió, luego se aferró a su brazo y caminaron juntos hacia la entrada. Pasaron al lado de varios hombres, pero ninguno los detuvo, de seguro los conocían. — para ser exactos, la mayoría fue la que te rescató, así que nos conocen — le contó Gael. Cuando llegaron a la puerta tocaron un par de veces hasta que esta se abrió y Keira salió. Se veía muy bien, fuerte y atractiva a pesar de sus ya casi cincuenta años. Val había notado que desde que se alejó de Alexander la mujer se había recompuesto. — Qué bien tenerlos aquí — dijo la mujer y los abrazó a ambos — estamos planeando la incursión a la bodega hoy, será complicado. ¿Quieren chocolate caliente? — Val asintió y Gael negó. Una empleada traj